Biografía del Imam Zainul Abidin (la paz sea con él)
Nombre: ‘Ali
Título:
Zainul ‘Abidin (el ornato de los siervos) – As Sayyad (el que se
prosterna con frecuencia – Saiied As Sayidin (el señor de los que se
prosternan) o Abu Muhammad.
Nació: El 5 del mes de Sha’ban del año 38 d.H..
Su padre: Husain Ibn ‘Ali (P)
Su madre: Shahr Banu
Murió: El día 25 del mes de Muharram, del año 95 d.H. (712 d.C).
SU NACIMIENTO, INFANCIA Y JUVENTUD
El
Imam ‘Ali Ibn Al Husain (P) nació en Medina. Su madre fue Shahr Banu
(Yahzanán), una princesa de la corte persa, nieta de Cosroe, la cual
junto con su hermana habían sido enviadas hacia el Imam ‘Alí (P), quien
la casó con su hijo el Husain (P) y la hermana con Muhammad ibn Abu
Bakr, el hijo del primer califa que tras la muerte de éste había quedado
al cuidado del Imam ‘Alí (P).
El Imam ‘Alí Ibn Al
Husain (P) vivió dos años bajo el Imamato de su abuelo, Amir Al
Mu’minin (P), diez años durante el Imamato de su tío al Hasan (P) y
otros once años durante el Imamato de su padre el Husain (P). De ellos
aprendió todas las ciencias del Islam. Su Imamato había sido confirmado
por el Profeta y los otros Imames. Su padre había dejado a Umm Salama,
una de las esposas del Profeta (BP), su designación por escrito.
Además
fue el único hijo del Imam Husain (P) que sobrevivió, pues sus otros
hermanos –‘Ali Akbar (25 años), Ya’far (5 años) y ‘Ali Asgar que era un
niño de pecho– fueron martirizados durante a la masacre de Karbala, por
lo que no quedan dudas de su Imamato. Sin embargo, algunos reclamaron el
Imamato para Muhammad ibn al Hanafiyah, el hijo de Amir al Mu’minin
(P), aunque no había ninguna designación respecto a él, quien ni
siquiera había efectuado reclamo alguno.
El Imam
Zainul ‘Abidin (P) que acompañaba también a su padre en el viaje que
terminó fatalmente en Karbala, pero a causa de una grave enfermedad que
le incapacitó para participar en la lucha, fue preservado de tomar parte
en la guerra santa y ser martirizado. Así, fue enviado con el grupo de
mujeres a Damasco. Después de pasar un período en prisión, fue enviado
con honores a Medina, ya que Yazid deseaba conciliarse con la opinión
pública. Pero una segunda vez por orden del Califa Omeya Abd ul Malik,
fue encadenado y enviado de Medina a Damasco y otra vez devuelto a
Medina.
El cuarto de los Inmaculados Imames tras
su regreso a Medina, se apartó completamente de la vida pública,
cerrando la puerta de su casa a los extraños y dedicándose enteramente a
la adoración. El sólo mantenía contacto con algunos grandes de los
shiítas tales como: Abu Hamzah Thimali, Abu Jalid Kabuli y otros
semejantes. Ellos difundieron entre los Shi’ah las ciencias religiosas
que aprendían del Imam. De esta manera el shiísmo se extendió
considerablemente y mostró sus efectos durante el Imamato del quinto
Imam. Entre los trabajos que el Imam Zainul ‘Abidin (P) realizó se
encuentra un libro titulado “Zafia Sayyadiah” que consiste en cincuenta y
siete súplicas relativas a las más sublimes ciencias Divinas y es
conocido como “Los Salmos de la Casa de Muhammad (BP)”.
EL IMAMATO DE ‘ALÍ IBN HUSAIN (P)
Al
Imam ‘Alí Ibn Al Husain (P) le tocó vivir una época muy dura para los
Shi’as. Fue durante el reinado Omeya, tras la masacre de Karbala. Puso
en marcha el movimiento “Husaini” el cual resguardaría al Islam de la
corrupción reinante, misión que compartió en gran parte con su tía
Zainab (P). Pero las duras condiciones que lo rodeaban, le impusieron
encerrarse y limitarse, sin poder difundir las enseñanzas islámicas. Sin
embargo esto no le impidió la formación de cierto número de sabios,
quienes luego se encargarían de la difusión y atraerían a mucha gente
hacia los Imames de la Gente de la Casa.
Su
trabajo limitado permitió que su hijo, Muhammad al Baquir (P), tuviera
un gran número de discípulos, y que su nieto, Ya’far As Sadiq (P)
organizara luego toda la doctrina de la escuela Shiita (también conocida
como “Imamita” o “Ya’farita”), con más de cuatro mil discípulos.
Entonces
el Imamato de ‘Alí ibn Husain (P) asumió dos formas: una de abierta
difusión para esclarecer la verdad de lo acontecido en Karbala, lugar en
el cual sus discursos en público impactaban a la gente haciéndole
comprender la gravedad de lo ocurrido. La otra forma fue cerrada,
limitada a la preparación de ciertos sabios y a la enseñanza por medio
de súplicas, las cuales se han reunido en una obra llamada “Sahifatus
Sayyadiiah” (traducida al castellano), conocida con el nombre de “Los
Salmos de la Casa del Profeta”. Estas súplicas diseminaron sus
enseñanzas entre los musulmanes, siendo un tesoro inagotable de
sabiduría y piedad.
El Imam falleció envenenado el
25 del mes de Muharram del año 95 del calendario musulmán, a los
cincuenta y siete años de edad, y fue enterrado en al Baqui’ junto a su
tío, el Imam Hasan (P). Ejerció su Imamato durante treinta y cuatro años
aproximadamente, bajo el gobierno de distintos califas Omeyas.
PRIMERA ETAPA DE SU IMAMATO, DESPUÉS DE LA MASACRE DE KARBALA
Ya
hemos visto en el capítulo anterior cómo había sido tomado prisionero
junto a las mujeres, y había sido llevado en primer lugar a Kufa ante
Ibn Ziyad, y luego a Damasco, ante Yazid.
Sin
duda la aprehensión de la familia de Imam Husain (P) jugó un papel muy
importante para que el levantamiento de éste obtuviese el fin propuesto;
ya que, durante el viaje de su captura, si no hubiesen contado a la
gente, con toda valentía, la tragedia de Karbala, y también si la gente
no los hubiese visto de cerca, el martirio de Imam Husain(P) nunca
hubiese encontrado el eco que obtuvo, y los Omeyas, especialmente Yazid,
no hubiesen sido desenmascarados.
La familia de
Imam Husain(P), contrariamente a la reacción de cualquier otro
prisionero y contrario a lo que imaginaba la mayoría de la gente de esa
época que los consideraba derrotados, a cualquier lugar que llegaban
declaraban su victoria y la derrota del enemigo, presentándose como
victoriosos y triunfantes y al ejército de Yazid como los vencidos y
desgraciados.
Entre los supervivientes de la
tragedia de Karbala, se encontraban el Imam Zain ul `Abidin y su tía, la
hermana de su padre, Zainab Kubra (P), quienes jugaron el papel de
portavoces para despertar la conciencia de la gente.
Imam Zainul
‘Abidín (P), a pesar de que en el momento del martirio de su padre se
hallaba enfermo (y es natural que hasta un tiempo después los síntomas
de la enfermedad permanecían en su cuerpo) y a pesar de que se
encontraba inmensamente acongojado por el martirio de su padre, hermanos
y compañeros, esto no fue un impedimento para que llevase a cabo su
tarea, y aprovechó cualquier oportunidad para concientizar a la gente.
Las
gentes de Kufa al escuchar los sermones, ardientes como el fuego, de
Zainab, de su hermana Umm Kulzum y de Fatimah Sughra, se sintieron
avergonzados; lloraron y se lamentaron; entonces Imam Zainul ‘Abidín (P)
hizo una señal y todos guardaron silencio. Después de alabar a Dios,
Glorificado sea, y saludar al Mensajero de Dios dijo:
“¡Oh
gente!... yo soy ‘Ali Ibn Al Husain, hijo de `Ali Ibn Abi Talib. Yo soy
hijo de aquel hombre justo a quien saquearon sus pertenencias y tomaron
prisionera a su familia. Yo soy hijo de aquel hombre que fue asesinado
sediento, en las orillas del río Eúfrates, sin que hubiese derramado
sangre o tuviese culpa alguna.
¡Oh gente! ¡Juro por Dios!, ¿es que
acaso no fuisteis vosotros quienes con vuestras cartas invitasteis a mi
padre a que viniese a Kufa y luego lo matasteis?
¡Oh gente! ¿Con qué
cara vais a presentaros frente a Muhammad(BP) el Día de la Resurrección,
y qué contestaréis cuando os diga: -Vosotros matasteis a mi familia y
no me respetasteis pues vosotros no sois de mi comunidad.”
Las
palabras del Imam, al igual que una tormenta disturbaron y agitaron a
la gente de Kufa. Repentinamente se escucharon gritos y lamentos aquí y
allá. La gente lloraba, unos a otros se reprochaban: “que despreciables y
desafortunados sois y no lo comprendéis”.
Así fue como el Imam
despertó sus conciencias adormecidas, haciéndolos conscientes de sus
actos, personificando para ellos la inmensidad de la tragedia.
Llevaron
a la familia de Imam Husain (P) al castillo de Ibn Ziyad. Cuando Ibn
Ziyad vio al Imam Zainul ‘Abidín (P) preguntó: “¿Quién es éste?”
“‘Ali Ibn Al Husain” -contestó uno de sus oficiales.
“¡Es que ¿Dios no mató a ‘Ali Ibn Al Husain?!” interrogó Ziyad sorprendido
Esta vez el Imam respondió: “Tuve un hermano de nombre `Ali, a quien tu gente mató”.
“¡No, Dios lo mató!” -exclamó Ibn Ziyad.
Entonces el Imam pronunció la siguiente aleya:
“Dios llama a las almas cuando mueren y...” (Az-Zumar 39:42)
Ibn
Ziyad enfureció y gritó: “¡Como te atreves a contradecirme!” -y con
altivez y engreimiento ordenó a sus oficiales que mataran al Imam.
Zainab
Kubra (P) se levantó para protestar: “Tú no dejaste vivo a nadie de
nosotros, si decidiste matar a ‘Ali Ibn Al Husain (P), pues matadme a mí
también”.
El Imam pidió a Zainab que guardase silencio, entonces dijo:
“¡Oh,
hijo de Ziyad! ¡Tratas de amenazarme? Es que no sabes que ya estamos
acostumbrados a que nos maten y el martirio es un honor para
nosotros...”.
IMAM ZAINUL ‘ABEDÍN (P) EN SHAM (SIRIA)
Los
prisioneros, atados con sogas, fueron trasladados a la ciudad de Sham,
actualmente conocida como Damasco, y llevados al castillo de Yazid. Imam
Zainul ‘Abidín (P), con valentía y magnanimidad, se volvió hacia Yazid y
dijo: “¡Oh Yazid! ¿Qué piensas que diría el Mensajero de Dios (BP) si
nos viese con las manos así atadas?”
Esta sencilla frase, plena de sentido pronunciada por el Imam, provocó que los ojos de los presentes se llenasen de lágrimas.
Cuenta
uno de los musulmanes que ese día se encontraba presente en Sham cuando
llevaron a los presos: “Estaba yo en el bazar de Sham, frente a la
puerta de la mezquita, exactamente donde, por lo general, solían detener
a los prisioneros. La caravana se detuvo y un anciano sirio se les
acercó y dijo: -Adorado sea Dios que terminó con vosotros y apagó esta
conspiración-, añadiendo muchas otras insolentes palabras.
Cuando
terminó de hablar, el Imam Zain ul `Abidin(P) le dijo: “He escuchado lo
que habéis dicho. Expresasteis toda aquella enemistad y odio que
guardabais en vuestro corazón. Ahora al igual que yo escuché vuestras
palabras, escuchad las mías”.
“¡Habla!” -replicó el anciano.
El Imam le preguntó: “¿Acaso habéis leído el Sagrado Corán?”
“Lo he leído” -afirmó el viejo.
“Habéis
leído la aleya que dice: “Di (Muhammad): Yo no os pido recompensa a
cambio, salvo el afecto a mis parientes” (Ash-Shura 42:23)”.
“Sí, la he leído” -declaró el anciano.
“Los
parientes del Profeta (BP) somos nosotros. Dime ¿habéis leído esta otra
aleya? “Da a tus parientes lo que es su derecho”. (Al-Asra’ 17:26).
El
Imam continuó diciendo: -Nosotros somos los parientes a los que se
refiere el Todopoderoso cuando dice a su Enviado (BP) dales lo que es su
derecho”.
“¿Es que realmente son ustedes los parientes?” -preguntó sorprendido el anciano.
“¡Así
es! -afirmó el Imam; entonces le preguntó si había leído la siguiente
aleya que habla del quinto (jums):“Sabed que, si obtenéis algún botín,
un quinto corresponde a Dios, al Enviado y a sus parientes”. (Al-Infal
8:41)”.
“¡Sí, la he leído!” -exclamó agitado el anciano.
“Nosotros
somos los parientes... ¿habéis leído en la Sura La Coalición donde Dios
Todopoderoso dice?: “Dios sólo quiere libraros de la mancha, gente de
la casa y purificaras por completo”. (Al-A’hzab 33:33)”.
El anciano
levantando sus manos al cielo exclamó: “¡Dios mío, estoy arrepentido!
¡Dios mío, me arrepiento de haber enemistado con la familia del Profeta
(BP) y aborrezco a aquellos que los asesinaron! Anteriormente ya había
yo leído estas aleyas, pero no entendía su verdadero significado”.
IMAM ZAIN UL `ABIDIN EN LA MEZQUITA DE SHAM.
Un
día que Yazid se encontraba en la mezquita principal de la ciudad de
Sham, ordenó a uno de los oradores que subiese al púlpito y recordase
-groseramente- a Imam `Ali Ibn Abi Talib y a Imam Husain(P). El orador
se sentó en el púlpito e inició su sermón elogiando a Yazid y Mu’awiyah,
e insultando a estos dos Imames.
Imam Zainul ‘Abidín (P) que se
encontraba presente, silenció las palabras del orador diciendo: “¡Oh,
pobre de ti! ¿Cambiaste la satisfacción de tu Dios por la de alguien que
fue creado por Él, preparándote de esta forma un lugar en el infierno?”
-El Imam volvió su luminoso rostro hacia Yazid y exclamó: “¡Permite que
suba al púlpito y diga unas palabras que le agraden a Dios, las cuales
sean premio y recompensa para los presentes!”
Yazid se opuso, pero la
muchedumbre insistía que aceptara, y sin tener otra alternativa,
declaró: “Si él sube al púlpito sólo bajará cuando nos haya deshonrado a
mi y a la familia de Abu-Sufian.”
Le preguntaban: “¿Que puede decir?”
“Él
es de esa familia de aquellos que les fue transmitida la sabiduría por
medio de la leche, cuando era un lactante” -contestó Yazid.
La gente
insistió aún más. Yazid se vio obligado a aceptar, por ello Imam Zainul
‘Abidín (P) subió al púlpito y después de alabar a Dios, Todopoderoso,
continuó diciendo:
“..., Él, que no tiene inicio y que su esencia es
eterna e inmortal, el Primero y sin principio, el Último y sin final, y
después de que se haya extinguido toda la creación Él permanecerá y
quedará infinitamente.
¡Oh, gente!...el Todopoderoso nos dio
sabiduría, paciencia, generosidad, elocuencia, valentía, llenando los
corazones de nuestros creyentes de amor hacia nosotros... El Mensajero
de Dios (BP) es de los nuestros y amigo sincero de esta gente; el
Príncipe de los Creyentes, `Ali Ibn Abi Talib(P) es de los nuestros;
Ya`far Taiiar es de los nuestros; Hamzah, Señor de los Mártires es de
los nuestros; Imam Hasan e Imam Husain, que son dos de los grandiosos
nietos del Profeta(BP), son de los nuestros...
...yo soy hijo de La
Meca y Mina, hijo del manantial de Zam-Zam y el monte de Safa, yo soy
hijo de aquel magnificente que levantó la Piedra Negra -Hayarul Asuad-
con su capa.
Yo soy hijo del mejor peregrino, de aquél que realizó los ritos del hayy (peregrinación) en la mejor forma debida.
Yo soy hijo de aquel que en una noche fue llevado de la Mezquita Al-Haram a la Mezquita Al-Aqsa (en Jerusalén.
Yo soy hijo de aquél que Dios le hizo revelaciones.
Yo soy hijo de Husain que fue martirizado en Karbala.
Yo soy hijo de Muhammad Mustafa (el elegido).
Yo soy hijo de Fatimah Zahra’(P).
Yo soy hijo de Jadiyah Kubra (P).
Yo soy hijo de aquél que fue ahogado en su propia sangre.”
La
muchedumbre miraba a Imam ‘Ali Ibn Al Husain (P) con excitación,
evidenciando cada una de sus frases más y más para la gente la grandeza
de su linaje y profundidad del martirio de Husain (P). Poco a poco los
ojos de los presentes se llenaron de lágrimas y se dejaron escuchar
leves sollozos ahogados en sus gargantas. Repentinamente se levantó, de
todos los rincones, un bullicioso llanto, Yazid se atemorizó y para
calmar a la gente y evitar que el Imam continuase hablando, ordenó al
muecín que convocara a la oración.
Se levantó la voz del almuédano:
“Allahu Akbar, Allahu Akbar, ... Allahu Akbar, Allahu Akbar,… Dios es el
más Grande” -repitió cuatro veces. El Imam que aún se encontraba sobre
el púlpito exclamó: “Así es, Dios es el más Grande y más Magnificente y
más Glorioso y más Honorable que cualquier otro a quien yo tema.
Ash-hadu an la ilaha illal-lah
Testifico que no hay Dios sino Dios.
El
Imam cortando una vez más las palabras del almuédano dijo: -Así es,
juro por lo más eminente, que no existe Providencia ni Adorado más que
Él.
Ash-hadu anna Muhammad ar Rasulul-lah
Testifico que Muhammad es el Enviado de Dios”.
Todos
se encontraban con la cabeza inclinada hacia abajo, escuchando con
atención la llamada a la oración y lo que decía el Imam. Cuando el
almuédano pronunció “Muhammadar Rasulul-lah”, los presentes levantaron
sus cabezas dirigiendo sus miradas hacia el Imam. Una cortina de
lágrimas nublaba sus miradas; era como si observaran en el rostro del
Imam al propio Profeta (BP).
El Imam quitó el turbante de su cabeza y
entonces exclamó: “¡Oh, muecín! Por ese Muhammad que acabas de
pronunciar, silencia un momento.” El almuédano calló, y la gente mucho
más. Yazid, que había empalidecido, se encontraba muy preocupado ya que
ni siquiera la llamada a la oración pudo sosegar al Imam.
El Imam
volvió su brillante rostro hacia Yazid y dijo: “¡Oh, Yazid! ¿Este
querido y grandioso Mensajero de Dios (BP) es tu antepasado o el mío? Si
afirmas que es tuyo, todos saben perfectamente que mientes, y si dices
que es mi, entonces ¡contesta!, ¿por qué mataste a mi padre y lo
despojaste de sus pertenencias y tomaste prisionera a su familia?
¡Oh,
Yazid!, ¿con este proceder, consideras a Muhammad, Mensajero de Dios
(BP) y vuelves tu rostro en dirección hacia La Meca para llevar a cabo
tu oración? ¡Pobre de ti! si mi padre y mis antecesores repudian tu
comportamiento el Día del Juicio.”
Yazid ordenó al muecín que
recitara el Iqamah para la oración, pero la gente había enfurecido tanto
que algunos de ellos sin haber realizado ésta, salieron de la mezquita.
La
historia es el mejor testigo del efecto que causaron las palabras y
sermones de Imam Zainul `Abidin (P) ese día en la mezquita de Sham.
Yazid que había planeado asesinar al Imam (P) se vio obligado a tratarlo
con respeto, tanto a él (P) como a su familia y, sin molestarlos,
enviarlos a Medina. Después de lo sucedido, no tardaron mucho en izarse
las banderas de la revolución en oposición al régimen Omeya tanto en
Irak como en Hiyaz (la antigua Arabia). Miles de musulmanes se
sublevaron para vengar la sangre de Husain(P), Señor de los Mártires, y
no hay duda que fue el apresamiento de la familia de este Imam, los
discursos y diálogos que sostuvieron estos con la gente, y los eficaces
sermones de Imam Sayyad (P) los que complementaron el mensaje del
martirio de Husain Ibn `Ali(P).
SEGUNDA ETAPA DEL IMAMATO DEL IMAM ‘ALÍ IBN HUSAIN (P)
Durante
estos incidentes, el Imam ‘Alí ibn Husain (P) se mantuvo al margen. Se
aisló de la gente permaneciendo en su casa y se dedicó a formar un grupo
de sabios, los cuales esparcirían las enseñanzas islámicas por todo el
territorio. Luego de treinta y cuatro años de su Imamato fue envenenado
por instigación de Walid ibn Abdul Malik ibn Marwan, y falleció el 25
del mes de Muharram del nonagésimo año del calendario musulmán.
Sus
virtudes eran numerosas y reconocidas por todos. Era considerado el
mejor Hashimita de su época y el más parecido a Amir al Mu’minin ‘Alí
(P) en su carácter y devoción.
Tuvo quince hijos, once varones y cuatro mujeres. Su hijo mayor, Muhammad, pasaría a ser el quinto Imam (P).
Con
respecto al resto de los hijos, se destaca Zaid, quien se levantó
contra el gobierno Omeya y fue martirizado en la época del Imam Sadiq
(P).
Zaid murió luchando contra la tiranía y la
opresión. Nunca se autoproclamó Imam ni pretendió el liderazgo. Sin
embargo, luego de su muerte, algunos comenzaron a considerarlo como Imam
y fundaron una rama dentro del Islam llamada Zaiditas. Ellos consideran
que después del Imam Husain (P) el Imamato le correspondía a cualquier
hijo de Fátimah (P) que se haya revelado contra la corrupción. Es por
eso que ellos rechazan a los demás Imames, tomando en cuenta sólo a Zaid
ibn ‘Alí, a su hijo llamado Iahia, que se rebeló después de su padre, y
a otros que se sublevaron durante el gobierno Abbasida. Los zaiditas
siguen la jurisprudencia de la escuela de Abu Hanifah. Aún hoy existen,
aunque en forma reducida.
SUS CUALIDADES MORALES
1.
Dijo Ibn Hayyar: “Zain al ‘Abidin (P) es quien sucedió a su padre a
través de su conocimiento, desapego de todo aquello que se relacione con
lo mundano, y su devoción. Al realizar la ablución para rezar,
empalidecía, y cuando se le preguntó acerca de esto, contestó: “¿Acaso
no saben a Quién me voy a dirigir?’”
2. En una ocasión que Imam
Zainul ‘Abidín (P) se encontraba entre la gente, se le acercó uno de sus
familiares para insultarlo, y luego se fue. El Imam llamó a los
presentes y les preguntó: “¿Habéis escuchado lo que me ha dicho? ahora
deseo que me acompañéis y escuchéis mi respuesta”.
“¡Te
acompañaremos! -clamaron estos, y continuaron diciendo- qué mejor
hubiese sido que cuando os insultaba, le hubiésemos dado su merecido”.
El
Imam, en el camino, pronunció la siguiente aleya que describe los
atributos de algunos creyentes y devotos: “...reprimen la ira, perdonan a
los hombres y Dios ama a los benevolentes...” (An-Nisa’ 4:134)
Cuando
sus seguidores escucharon esta aleya, comprendieron que él no tenía la
intención de tomar venganza. Llegaron a casa del hombre. Imam Zainul
‘Abidín (P) llamó a la puerta y anunció: “Decidle que `Ali Ibn ul-Husain
ha venido”. El hombre, creyendo que el Imam se había presentado para
vengarse, salió dispuesto a pelear. Entonces Imam con tono delicado
dijo: “¡Hermano mío! hace unos minutos antes, te presentaste ante mi y
me ofendiste. Si aquello que dijiste está en mí, le pido a Dios que me
perdone... y si no lo está, Le ruego que te perdone”.
Al oír la
suavidad con que el Imam le hablaba, se sintió avergonzado por su
actuación, entonces besó la frente de éste y dijo: “Aquello que dije no
está en usted y confieso que soy más merecedor de ello.”
3.Ibn Shar
Ashub relata: “ Ibadul Basri encontró a ‘Ali Ibn Al Husain (P) en el
camino a La Meca, y le dijo: “¡Oh, ‘Alí hijo de Husain! ¿Abandonaste el
combate y su dificultad, para encaminarte hacia la Peregrinación y su
facilidad? (Considerándolo una contraposición con respecto a la actitud
tomada por su padre). Dios, Poderoso y Majestuoso, dice en el Corán:
“Dios compró de los creyentes sus almas y sus bienes otorgándoles a
cambio el Paraíso. Combaten en el Camino de Dios. Matan y son
muertos...” Hasta Su dicho: “...Y albiricia a los creyentes...”.
Entonces el Imam le respondió: “Cuando vemos a quienes poseen estas
cualidades, entonces el combate es mejor que la Peregrinación. De lo
contrario, no lo es.”
4. Imam As-Sadiq (P) –el sexto de los
Inmaculados Imames– narra: “En Medina había un bufón que con sus gracias
y burlas hacía reír a la gente y él mismo decía: “Hasta hoy no he
podido hacer reír a `Ali Ibn Al Husain”. Un día que pasaba cerca del
Imam, le arrebató la capa que llevaba sobre sus hombros, desapareciendo
en seguida. El Imam no reaccionó ante el mal comportamiento de este
hombre, teniendo que ser sus compañeros los que rescataron la prenda y
la devolvieron al Imam, quién preguntó: “¿Quién es ese hombre?”
Dijeron: “Es un bufón que hace reír a la gente”.
Entonces
el Imam dijo: “Díganle que Dios Todopoderoso tiene un día en que los
burlones, absurdos e injuriosos se darán cuenta del mal que hicieron”.
5.Así
también este mismo Imam (P) dijo: “Ninguno de los descendientes de ‘Alí
(P) se le parecía tanto físicamente, en la forma de vestir, y en su
inteligencia, como ‘Alí ibn Al Husain (P). Un día, su hijo Abu Ya’far
(Muhammad al Baquir -P-) se dirigió hacia él mientras realizaba sus
devociones. El Imam ‘Alí Zainul ‘Abidín (P) estaba pálido por haber
pasado la noche llorando. Sus ojos habían consumido todas sus lágrimas
después de haber permanecido despierto toda la noche. Su frente estaba
magullada y plana de tanto prosternarse. Sus piernas y pies estaban
entumecidos por haber estado rezando durante un largo tiempo. Abu Ya’far
(P) –el quinto de los Inmaculados Imames– reportó: “Al verlo en ese
estado, no pude contener mi llanto y lloré, que Dios tenga misericordia
de él. Lo vi meditando un rato y luego él me dijo: “¡Oh, hijo mío!
Tráeme los manuscritos en los que figura la devoción de ‘Alí ibn Abi
Talib (P)”. Se los llevé y estuvo leyéndolas por un rato. Luego los dejó
con exasperación y dijo: ¿Quién es lo suficientemente fuerte como para
realizar la devoción de ‘Alí ibn Abi Talib (P)?”
6. Se reporta que
‘Alí ibn Husain (P) llamó a su sirviente dos veces, y éste no le
contestó. La tercera vez, él le preguntó: “¿Es que no oyes mi voz?”
“Sí”, le contestó el sirviente. El inquirió: “¿Qué pasaba por tu mente
que no me respondías?” El sirviente le explicó: “Es que yo estoy seguro
que no me castigarás”. El Imam exclamó: “Alabado sea Dios, Quien Ha
hecho que mi sirviente esté seguro de mí”.
7.Cuando Zaid Ibn Usamah
se encontraba agonizando en su lecho, Imam Zainul ‘Abidín (P) fue a
visitarlo. El Imam lo encontró llorando, por lo cual le preguntó la
causa y Zaid contestó: “Tengo una deuda de quince mil dinares y mis
pertenencias valen menos que mi deuda”. El Imam le aseguró hacerse cargo
de su deuda, y así lo hizo.
8. Una noche fría y lluviosa Azzuhri vio
al Imam ‘Alí ibn Husain (P) cargando harina y leña. Le preguntó: “¡Oh
hijo del Mensajero de Dios! ¿Qué estás haciendo?” Le contestó: “Deseo
viajar, y entonces preparo las provisiones y las transporto hacia un
lugar seguro”.Azzuhri le dijo: “Este es mi esclavo, lo cargará por ti”.
El lo rechazó: Azzuhri continuó: “Yo mismo lo cargaré por ti y te
libraré de hacerlo”. ‘Alí ibn Husain (P) contestó: “Pero yo no quiero
librar a mi alma de aquello que me salva durante mi viaje y hace bendita
mi entrada al lugar que ingresaré. Te ruego por Dios que vuelvas a tus
asuntos y me dejes”. Entonces se marchó. Después de varios días, Azzuhri
le dijo al Imam: “Oh, hijo del Mensajero de Dios, no he visto ningún
rastro del viaje que has mencionado”. El Imam le respondió (P): “Sí, ¡oh
Zuhri!, ¿cómo no? No es lo que crees, sino que se trata de la muerte, y
para ella me estaba proveyendo. La preparación para la muerte, sólo
consiste en abstenerse de lo ilícito, otorgar la riqueza y hacer el
bien”.
Imam Zainul ‘Abidín (P) por las noches de incógnito repartía
pan entre los indigentes y necesitados de Medina, y les ayudaba
económicamente. Cuando falleció todos entendieron que el desconocido
repartidor de pan y otros alimentos era ‘Ali Ibn Al Husain, Imam Sayyad
(P), y también fue evidente para todos que él era el sustentador de cien
familias necesitadas de Medina, sin que ellos lo supiesen.
9. Uno de
sus sobrinos, de parte de su hermana, contó: “Mi madre siempre me
recomendó que mantuviese trato con mi tío, ‘Ali Ibn Al Husain (P) y no
transcurrió día que no fuese a visitarlo y saliese sin provecho de su
casa. A veces al ver el temor y la humildad que mostraba cuando se
encontraba orando frente al Supremo, me hacía sentir temor y sumisión en
mi corazón, y otras veces disfrutaba de su inmensa sabiduría”.
10.
El quinto de los Inmaculados Imames, Imam Al Baqir (P) cuenta: “Cuando
mi padre realizaba su oración era como un sumiso esclavo frente a un
gran rey; temblaba, empalidecía por temor a Dios y efectuaba su oración
tan perfectamente como si fuese la última que realizaría en su vida”.
GRANDEZA DEL IMAM ZAINUL ‘ABIDÍN (P).
Hisham,
hijo de `Abdul Malik Omeya (de la dinastía Omeya), viajó a La Meca en
la época de la Peregrinación. Cuando realizaba el tauaf (circunvalación)
había tal cantidad de gente que le fue imposible tocar la Piedra Negra
-Hayarul Asuad-, no quedándole más remedio que alejarse de la
muchedumbre y esperar a que se retirasen algunos.
En ese momento
entró el cuarto de los purificados Imames, Imam Zainul `Abidin (P), a la
mezquita del Haram y comenzó a realizar el tauaf. Cuando la gente
advirtió la presencia del Imam, le abrieron camino y pudo sin dificultad
acercarse y acariciar la Piedra Negra. Hisham enfureció al ver la
grandeza del Imam y el respeto que la gente mostraba hacia él. Entonces
uno de los peregrinos sirios preguntó a Hisham: “¿Quién es ese hombre a
quien consideran tan eminente?” Hisham, por miedo a que los sirios se
interesasen en contactar con el Imam, negó conocerlo.
Farazdaq, un
conocido, célebre y valiente poeta, que en esos momentos se encontraba
presente, se levantó y exclamó: “¡Yo lo conozco!”, pronunciando a
continuación una extensa composición elogiando al Imam.
El poema de
Farazdaq hablaba tan encantadora y panegíricamente respecto al Imam, que
dejo perturbado a Hisham por lo cual, inmediatamente, ordenó su
detención.
Cuando Imam Zainul ‘Abidín (P) se enteró de lo sucedido y
de que habían encarcelado al poeta, decidió enviarle una gratificación.
Farazdaq con sinceridad devolvió los dirhames y mandó un recado al Imam
que decía: “Estos poemas los pronuncié por Dios y su Enviado (BP)”. El
Imam aceptó la honestidad e integridad de Farazdaq y nuevamente le envió
el dinero, rogándole que lo aceptara y le aseguró que la recompensa en
su futuro estaba asegurada, y declaró: “Decidle que soy de la familia de
los generosos y bondadosos, y aquello que obsequiamos nunca lo volvemos
a tomar...” Farazdaq complacido aceptó el galardón.
`ALI IBN UL-HUSAIN (P) ¡ESTÁ ENFERMO!
Mucha
gente cuando pronunciaba el nombre del cuarto Imam (P), sin pretenderlo
le llamaba el enfermo. Tal vez imaginaba que éste se encontraba siempre
afligido y doliente y, por ello, representaban en sus mentes a este
honorable con cara pálida, amarillenta y triste espíritu.
Pero la
verdad es otra. Aquéllos que conocen la historia de la vida de este Imam
saben que a lo largo de ella, nunca estuvo enfermo, a excepción de un
corto período que coincidió con el martirio de su padre en Karbala, y en
verdad que fue Dios quien por medio de esta indisposición protegió su
vida, ya que los partidarios de Yazid al verlo tan enfermo lo dejaron
tranquilo, y fue por medio de él que continuó la cadena del Imamato,
asegurando de esta forma el futuro del Islam.
A continuación mencionamos algunas narraciones acerca de su enfermedad:
En
el Al Irshad, del Shaij ul Mufid esta registrado: “Shimr, acompañado de
algunos soldados se aceró a las tiendas de campaña, y encontró a ‘Ali
Ibn Al Husain enfermo e indispuesto”.
En la obra Tadhkirat ul Jauas encontramos: “No mataron a ‘Ali Ibn Al Husain ya que se encontraba aquejado”.
Y
en la obra Tabaqat leemos: “Después del martirio de Imam Husain (P),
Shimr se dirigió hacia donde se encontraba ‘Ali Ibn Al Husain y ordenó a
sus acompañantes que lo asesinaran, a él (P), también. Entonces uno de
sus compañeros exclamó: -¡Glorificado sea Dios! ¿Es que mataremos a este
joven estando enfermo y sin que haya participado en la batalla? En ese
momento llegó `Umar Ibn Sa`d y exclamó: “¡Dejad en paz a las mujeres y
al enfermo!”
Algunos otros también escribieron: “La enfermedad de
‘Ali Ibn Al Husain o sus indicios, continuaron hasta que llegó a la
ciudad de Kufa”.
En toda la historia, fuera de esta excepción, no
podemos encontrar otra ocasión en la que el Imam Zainul ‘Abidín (P)
hubiese estado enfermo, por lo tanto podemos afirmar que éste, al igual
que los demás Imames, fuera de las contadas ocasiones que durante corto
tiempo estuvo indispuesto, siempre gozó de completa salud, cumpliendo
perfectamente con sus deberes de Imam.
EL CUARTO IMAM FRENTE A LAS AUTORIDADES OPRESORAS DE ESA ÉPOCA.
Imam
Zainul ‘Abidín (P) durante el período de su Imamato tuvo que
enfrentarse con diferentes gobiernos opresivos como el de Yazid,
`Abdul.lah Ibn Zubair, Maruan Hakam, `Abdul Malik Ibn Maruan y Ualid Ibn
`Abdul Malik, gobernando cada uno de estos durante un tiempo al pueblo
musulmán. Para rememorar la situación de esa época, a continuación
recordamos algunas de las agresiones que realizaron estos opresores:
Después
del martirio del “Señor de los Mártires”, Imam Husain (P), en el año 62
d.H., un grupo de medinenses se dirigieron hacia Sham y observaron de
cerca que Yazid era un alcohólico y jugador, que pasaba la noche
festejando, bebiendo, y cometiendo otros pecados. Esta delegación
regresó a Medina e informaron a la gente de lo que fueron testigos. Los
musulmanes, que ya se encontraban enojados por la muerte de Imam Husain
(P) y sus seguidores, declararon su oposición. Yazid organizó un
ejército dirigido por un hombre perverso llamado Muslim Ibn `Aqabah y lo
envió a Medina, que en tres días saqueó la ciudad llevando a cabo una
masacre general, en la cual fueron asesinados de la forma más salvaje
diez mil hombres, mujeres, viejos y niños.
En el año 64 d.H., muere
Yazid y su hijo Mu’awiyah toma el poder. Cuarenta días (o tal vez tres
meses después, según otras versiones existentes de los diferentes
historiadores), Mu’awiyah Ibn Yazid fue a la mezquita, subió al púlpito e
hizo pública su renuncia al califato.
Después de la muerte de Yazid,
`Abdul.lah Ibn Zubair que durante años esperó la oportunidad para tomar
el califato, provocó una revuelta en la ciudad de La Meca y la gente
del Hiyaz (Arabia), Yemen, Irak y Jurasan, hicieron el juramento de
fidelidad con él.
En Sham, Maruan Ibn Hakam, después de la renuncia
de Mu’awiyah Ibn Yazid y por medio de una conspiración, tomó el poder en
sus manos oponiéndose al gobierno de `Abdul.lah Ibn Zubair.
Posteriormente conquistó Sham y luego Egipto pero su gobierno no duró
mucho tiempo, y después de su fallecimiento, el año 65 d.H., su hijo
`Abdul Malik tomó el poder. `Abdul Malik fortaleció el Estado y en el
año 73 d.H. cuando tuvo bajo su dominio a Sham y a Egipto, sitió -en La
Meca- a `Abdul.lah Ibn Zubair y luego lo asesinó.
`Abdul Malik era un
hombre cruel, envidioso y opresor. En una ocasión dijo a Sa`id Ibn
Musaiieb: “Yo soy así que cuando realizo una buena obra, no me complace,
y cuando realizo una mala obra, no me molesta”. Sa`id le contestó: “Es
evidente que tu corazón está totalmente muerto”.
Después de que
asesinó a `Abdul.lah Ibn Zubair, en uno de sus discursos dijo a la
gente: “Aquél que me invite a la abstinencia y a la castidad, será
degollado”.
Uno de los grandes crímenes de `Abdul Malik fue nombrar a
Hayyay Ibn Iusif Zaqafi, gobernador de las ciudad de Basra y Kufa.
Hayyay fue uno de los más sangrientos e indignos gobernadores que tuvo
el gobierno Omeya. Era un hombre sádico que le gustaba verter sangre
cruelmente. Se dedicó a molestar, torturar y matar a la gente,
principalmente a los Shi’ah de `Ali Ibn Abi Talib(P). Está registrado
que durante su gobierno mató aproximadamente a ciento veinte mil
personas.
Imam Zainul ‘Abidín (P) era vigilado muy de cerca por los
seguidores de `Abdul Malik, que buscaba encontrar un pretexto para ser
más severo e insultar al Imam.
El Imam se casó con una de sus siervas
a quien con anterioridad había puesto en libertad-, los espías
informaron a `Abdul Malik de lo sucedido, quien de inmediato envió una
carta insultante al Imam en la que decía: “Me han informado que
tomasteis como esposa a una liberada, mientras que el Quraish tiene
mujeres destacadas que sería un honor para vos casaros con alguna de las
cuales, además os daría hijos dignos. Con este enlace no os
considerasteis a vos mismo ni a la dignidad de vuestra descendencia. Wa
Salam.”
El Imam le respondió: “Recibí tu carta en la cual me
reprochas haberme casado con mi esclava liberada, y supones que entre
las mujeres del Quraish hay alguna, con la que casarme con ella sería un
gran honor para mi y me daría nobles hijos, mientras que nadie es
superior a la grandeza del Mensajero de Dios (BP) pues nosotros somos
del linaje del Profeta (BP) y no existe linaje superior al nuestro que
pueda engrandecernos con un matrimonio... para aquél que sea honesto en
cuanto a la religión de Dios, no existe nada que pueda destruir su forma
de ser.
Dios por medio del Islam terminó con la inferioridad o
superioridad de las razas (el Islam considera a todos igual ya sea pobre
o esclavo, y casarse con uno de ellos no es un deshonor...)”.
En una
ocasión `Abdul Malik quiso insultar al Imam y al mismo tiempo provocar
miedo en la gente, para lo cual envió escoltado al Imam a Sham y
nuevamente lo devolvió a Medina.
El año 86 d.H. `Abdul Malik muere y
su hijo Ualid toma el poder en sus manos. Ualid era cruel y opresor al
igual que su padre. Yalulid-Din Siuti escribió acerca de él: “Ualid fue
un vil tirano”.
Ualid en el primer discurso que pronunció dijo:
“Aquél que se rebele hacia mí, lo mato; y aquél que calle, el mismo
silencio lo matará”.
Ualid, al igual que los demás gobernantes de esa
época, estaba alarmado por la fama y popularidad de Imam Zainul `Abidin
(P) y se encontraba inquieto por la personalidad intelectual y
espiritual de éste. Además temía que sus seguidores se rebelasen a su
gobierno, y fue por ello que no pudo soportar la presencia del Imam en
la sociedad musulmana y con intrigas lo envenenó.
Al analizar la
situación que sufría el Imam Zainul ‘Abidín (P) en su época, en la que
se simultaneaban revueltas y diferentes crisis sociales, y tomando en
cuenta a los gobiernos opresores y el rígido control al que se
encontraba sometido el Imam y, añadiendo a esto que no contaba con
seguidores creyentes, audaces y fieles, llegamos a la conclusión que
éste no tuvo otro camino a seguir, mas que realizar enfrentamientos
infructuosos, educar a estudiantes privilegiados y dejar obras
científicas y éticas.
En el camino hacia La Meca un hombre se le
acercó y con tono de reproche le dijo: “¿Habéis dejado a un lado el
yihad -la guerra santa- y sus dificultades y os vais al hayy
-peregrinación a La Meca- ¡qué sencillo! -El Imam le contestó: Si
contase con seguidores devotos y creyentes, daría preferencia al yihad
sobre el hayy”.
Abu `Umar Nahdi narra que Imam Zainul ‘Abidín (P) en
una ocasión dijo: “En Medina y La Meca no cuento con veinte seguidores
verdaderos y devotos”
EL IMAM, EDUCA E INSTRUYE A LOS MUSULMANES
Después
de lo sucedido en Karbala y después de su regreso a Medina, Imam Zainul
‘Abidín (P) se apartó completamente de la vida pública, cerrando la
puerta de su casa a los extraños y dedicándose enteramente a la
adoración. El sólo mantenía contacto con la elite de los Sihítas, Abu
Hamzah Thimmali, Abu Jalid Kabuli y otros semejantes. Ellos difundieron
entre la Shi’ah las ciencias religiosas que aprendían del Imam. De esta
manera el shiísmo se extendió considerablemente y mostró sus efectos
durante el Imamato del quinto Imam. Entre los trabajos del cuarto Imam
se encuentra un libro titulado “Sahifatus Sayyadiah” que consiste en
cincuenta y siete súplicas relativas a las más sublimes ciencias Divinas
y es conocido como “Los Salmos de la Casa de Muhammad”.
El Shaij
at-Tusi nombra a ciento setenta de los seguidores del Imam que se
dedicaron a propagar los dichos y narraciones de este Inmaculado Imam.
A continuación recordamos a tres de sus fieles compañeros:
1.
Sa`id Ibn Musaiieb. El cuarto Imam acerca de Sa`id Ibn Musaiieb
manifiesta: “Sa`id es uno de los hombres más sabios en cuanto a historia
y el más entendido de su época.”
2. Abu Hamzah Az-Zumali. El octavo Imam (P) declaró sobre él: “Abu Hamzah en su época fue como Salman en la suya.”
3.
Sa`id Ibn Yubair. Había llegado a un supremo grado en la ciencia que
incluso decían: “Sobre la tierra no existe persona alguna que no
requiera de la sabiduría de Ibn Yubair.”
En una ocasión que tomaron
preso a Sa`id Ibn Yubair y lo llevaron ante Hayyay Zaqafi, éste le dijo:
“Tú eres Shaqi Ibn Kasir no Sa`id Ibn Yubair”.
Sa`id le contestó: “Mi madre era más conocedora de por qué me nombró Sa`id”.
Hayyay,
buscando un pretexto para matarlo, le preguntó: “¿Qué opinas acerca de
`Umar y Abu Bakr, se encuentran en el cielo o en el infierno?”
“Si
cuando muera me mandan al Paraíso, entonces podré ver quienes se
encuentran ahí. Y si me mandan al Infierno, cuando vea a los pecadores
los reconoceré” -le respondió Sa`id.
Hayyay volvió a preguntarle: “¿Qué opinas acerca de los Califas?”
– “Yo no soy su abogado”.
– “Cuál de los Califas es más de tu agrado?”
– “Aquél que haya complacido más a Dios, Glorificado sea”.
– “¿Cuál de ellos agradó más al Todopoderoso?”
– “Sólo Dios es sabedor de todo lo visible e invisible”.
– “¿Por qué no sonríes?”
– “¿Como puede sonreír una creación hecha de tierra que en cualquier momento puede ser destruida por el fuego?”
– “Pues, ¿por qué estamos nosotros alegres y reímos?”
– “Los corazones de las gentes son diferentes” -le contestó Sa`id.
Hayyay
ordenó que trajeran unas joyas y las colocaran cerca de Sa`id. Entonces
Sa`id le dijo: “Si acumulaste estos tesoros para obtener el perdón el
Día del Juicio, entonces no tendrás problema alguno; pero si fuese lo
contrario, el Día del Juicio es tan espantoso que incluso las madres
olvidan a sus hijos lactantes. El acumular riquezas no da provecho
alguno, fuera de la cantidad lícita y pura”.
Hayyay ordenó que
trajeran los instrumentos musicales. Sa`id lloró. Entonces Hayyay volvió
a preguntarle: “¡¿Cómo quieres que te mate?!”
“Sa`id contestó: Como quieras, juro por Dios que el Día del Juicio, Él te matará tal y como tú me mates”.
“¿Quieres que te perdone?”-le preguntó Hayyay.
“Sólo espero el perdón de Dios, puedes estar seguro que a ti nunca te lo pediré” -le contestó firmemente Sa`id.
Hayyay
ordenó que se preparasen para matar a Sa`id, quien en ese momento bajo
sus labios pronunció la siguiente aleya: “Vuelvo mi rostro como hanif
-musulman-, hacia Quien ha creado los cielos y la tierra, y no soy
asociador” (Al-An’am 6:79).
Hayyay encolerizado dijo: “¡Volved su rostro hacia otra dirección fuera de la qiblah -dirección hacia La Meca-!”
Sa`id
murmuró: “De Dios son el Oriente y el Occidente. A donde quiera que os
volváis, allí está la faz de Dios. Dios es inmenso, omnisciente”
(Al-Baqarah 2:115).
Hayyay exclamó: “¡Volved su rostro hacia la tierra!”
Nuevamente
se dejó oír la voz de Sa`id pronunciando la aleya: “Os hemos creado de
ella y a ella os devolveremos, para sacaras otra vez de ella” (Ta Ha
20:55).
Hayyay encolerizado ordenó: “¡Degollado!”
Entonces Sa`id claramente testificó:
“Ash-hadu an la ilaha illal-lah wahdahu-la sharik Dios
Wa anna Muhammadan a’bduhu wa rasuluhu
Testifico que no hay más Dios que Dios, Único sin asociados y que Muhammad es Su siervo y enviado.
Y continuó diciendo: ¡Dios mío! después de mi muerte no dejes que predomine sobre nadie”.
En ese momento la sangre de Sa`id Ibn Yubair enrojeció el suelo.”
Sa`id
Ibn Yubair fue uno de los verdaderos seguidores de Imam Zainul
`Abidin(P), quien lo consideraba un hombre ejemplar, siendo, su relación
con el Imam(P), la causa principal por la cual Hayyay ordenó su muerte.
* * *
SAHIFATUS-SAYYADIAH
Esta
obra contiene súplicas y ruegos, a Dios, Glorificado sea, para que nos
ayude a resolver nuestros problemas y satisfacer nuestras necesidades.
Por ello, cuando el hombre siente que sus dificultades no tienen
solución, cuando se siente en un callejón sin salida, espontáneamente
extiende sus manos al cielo y pide e implora a Dios -un poder superior y
misericordioso- Su ayuda. Y realmente que este hecho proporciona a
nuestra alma tranquilidad, disminuyendo el miedo y la preocupación, y
fortaleciendo nuestro espíritu.
Los psicólogos eruditos y todos
aquéllos que están relacionados con los problemas del alma, aceptan las
súplicas como el mejor alimento y medicina del espíritu humano, como el
mejor medio para encontrar la paz interior y disminuir las presiones.
El
Islam utiliza esta percepción natural para dirigir y educar a la
humanidad. Los Inmaculados Imames, por medio de las súplicas y los
ruegos que dejaron como recuerdo, educan a sus seguidores en las
creencias correctas, igualmente muestran el medio para la curación de
las enfermedades y misteriosos complejos del alma humana.
Uno de los
eruditos, referente a este tema nos dice: “Uno de los grandes tesoros de
la ciencia y educación islámica son las súplicas que nos legaron el
Mensajero de Dios(BP) y los Inmaculados Imames(P), ya que aluden a
diferentes temas tales como son el monoteísmo y la teología, la
profecía, el Imamato, el sistema de gobierno y la práctica de gobernar,
la ética, los derechos civiles, las leyes prácticas y las diferentes
modalidades, de manera que puede decirse que todos ellos (los temas
claro) son un legado de la escuela que influye en gran medida en el
desarrollo de la mente, y en el progreso espiritual y social de los
musulmanes, y mientras que los musulmanes no la tomen como referente no
podrán llegar a la perfección en el Islam”.
Entre las súplicas y
ruegos que dejaron como recuerdo nuestros guías, se encuentra la
luminosa obra del cuarto de nuestros queridos Imames, Zainul `Abidin
(P), el Sahifatus Sayyadiah.
Uno de los eruditos de la Escuela
Sunnah, autor de la obra Tafsir ay-Yauahir, cuando la Universidad de
Teología de Qum le envió una copia del Sahifatus Sayyadiah, después de
estudiarla les escribió diciendo: “Tome con honor la obra entre mis
manos la cual encontré única ya que consta de ciencias, estudios y
conocimientos que no pueden encontrarse en ninguna otra obra. Realmente
es una pena que nosotros, hasta hoy, no nos hayamos familiarizado con
esta gran obra literaria, que considero es eterna en cuanto a lo que el
Mensajero de Dios(P) nos legó, y aseguro que sus palabras son superiores
a la palabra de cualquier hombre e inferiores a la de Dios. Ciertamente
que es una obra espléndida, que Dios les otorgue lo mejor en la otra
vida por este precioso obsequio que me han enviado, que les favorezca y
coloque el triunfo en sus manos”.
Han sido escritas muchas
explicaciones tanto en árabe como en farsi respecto al Sahifatus
Sayyadiah. El difunto `Ulamah Shaij Aqa Buzurg Tehrani en su preciada
obra Adh-Dhariah nombra aproximadamente setenta interpretaciones
respecto al Sahifatus Sayyadiah.
A continuación mencionamos algunas
de las súplicas que se encuentran en el Sahifatus Sayyadiah. En la
octava súplica leemos lo siguiente:
“¡Oh Dios!, te suplico me des Tu Protección contra la ambición exagerada,
y contra la impetuosidad de la ira,
y la fuerza de la envidia,
la falta de paciencia,
la escasez de conformidad,
la depravación inmoral,
la pasión inoportuna,
el exceso de celo,
la entrega de los deseos,
la oposición a lo correcto,
la negligencia y su sopor,
el meterme en problemas,
la preferencia del mal sobre el bien,
la persistencia en el pecado,
la subestimación de la culpa,
la sobreestimación de mis (buenas) acciones,
la competencia con los adinerados,
el desprecio a los pobres,
el abuso de poder sobre aquéllos que dependen de mí,
la ingratitud hacia quienes me trataron con bondad,
el ayudar a los opresores,
el abandonar a los oprimidos,
el desear lo que no es mío,
y el hablar de cosas importantes sin tener conocimiento.
Imploramos
Tu Protección contra tener la intención de traicionar a alguien, y
contra el sentirnos orgullosos de nuestras buenas obras, y de tener
ilusiones lejanas.
¡Oh Señor!, corremos hacia Ti buscando protección contra el mal interior (los malos pensamientos),
contra la subestimación de los pecados veniales,
el dominio de Satanás sobre nosotros,
la caída en calamidades provocadas por el curso de los eventos,
y la opresión de un tirano.
Corremos hacia Ti buscando protección contra el derroche y contra la falta de sustento.
Pedimos Tu Protección para que evites que seamos ridiculizados por nuestros enemigos,
y el rogar a nuestros semejantes,
pasar privaciones,
y morir sin preparación.
Solicitamos Tu Protección contra el gran lamento (el Día del Juicio Final),
la desgracia terrible,
el mal destino,
la privación de la buena recompensa
y la llegada del castigo.
¡Oh
Dios!, bendice a Muhammad y a sus descendientes, y protégeme de todo
esto a mí y a todos los verdaderos creyentes y las verdaderas creyentes.
¡Por Tu Misericordia, oh más Misericordioso de quienes muestran
misericordia!”
Y en la vigésima súplica leemos:
“¡Oh Dios!,
bendice a Muhammad y a sus descendientes. Haz que mi fe llegue a obtener
el grado de la perfección y que mi certeza sea la mejor de las certezas
y mis intensiones sean las mejores intensiones y mi conducta la mejor
de las acciones.
¡Oh Señor!, aumenta mis buenas resoluciones;
establece firmemente mi fe en Ti (confirma mi fe en Tu Poder Ilimitado
para recompensar al justo y castigar al malvado en este mundo y en el
Más Allá); reforma con tu Poder lo que se haya corrompido en mí.
¡Oh
Dios!, bendice a Muhammad y a sus descendientes. Soluciona aquellos
asuntos de mi vida que quitan mi oportunidad para hablar contigo. Haz
que ocupe mi tiempo en obras que mañana Tú me pedirás cuentas. Y que
pase mis días cumpliendo el objetivo para lo que me creaste (adorarte y
servirte). Hazme independiente y bendíceme con Tu Providencia
abundantemente. No dejes que la arrogancia (que es causada por la
riqueza) me tiente. Dame honor pero no me dejes caer presa del orgullo.
Haz que yo te adore pero no dejes que mi adoración sea echada a perder
por la vanidad. Haz que de mis manos salgan obras buenas, y no dejes que
éstas sean anuladas por los reproches. Dame moralidad excelente y
líbrame de alardear.
¡Oh Dios!, bendice a Muhammad y a sus
descendientes. No me exaltes ni siquiera un grado entre la gente, a
menos que Tú me hayas degradado en igual proporción en mi propio ego (a
ese grado que llegó mi fama, en esa misma medida sienta humildad en mí
mismo).
¡Oh Dios!, bendice a Muhammad y a sus descendientes.
Favoréceme con una guía correcta que yo no pueda cambiar por otra, un
cambio recto del que no me pueda descarriar y un motivo bien guiado que
yo no pueda dudar. Déjame vivir en tanto que mi vida sea útil para
servirte. Cuando mi vida se vuelva pasto para el Demonio, complácete en
llamarme de regreso hacia Ti antes de que Tu Ira avance hacia mí o Tu
Enojo se fije en mí.
¡Oh Señor!, no dejes sin reformar ninguno de mis
hábitos culpables; no dejes sin corregir ninguno de mis defectos
reprochables; no dejes sin perfeccionar ninguna excelencia que yo tenga.
¡Oh
Dios!, bendice a Muhammad y a sus descendientes. Substituye para mí el
amor en vez de la enemistad de las gentes hostiles; amistad en vez de la
envidia de los rebeldes; la confianza de los virtuosos en vez de la
desconfianza; bondad en vez de odio de las gentes que están cerca de mí;
benevolencia y afecto en vez de desobediencia; la ayuda de los
parientes en vez de su abandono; sinceridad y consideración en vez del
amor de los zalameros; buen comportamiento en vez del rechazo de las
gentes con quienes trato; y la dulzura de la paz en vez de la amargura
del temor a los tiranos.
¡Oh Dios!, bendice a Muhammad y a sus
descendientes. Dame poder sobre el que discuta conmigo y la victoria
contra el que me tenga mala voluntad. Dame un recurso contra el que me
engañe y dominio sobre el que me trate de oprimir. Pon al descubierto la
falsedad de quien me calumnie y libérame del que me amenace. Dame la
gracia de obedecer a quien me dirija hacia el Camino Recto y de seguir
al que me conduzca hacia éste.
¡Oh Dios!, bendice a Muhammad y a sus
descendientes. Dame la gracia de poder comportarme con buena voluntad
sincera con el que fue falso conmigo. Recompense con amabilidad a aquél
que me traicionó; compense con la reconciliación a quien se separó de
mí. Hazme diferente del que habla de mí a mi espalda, y enséñame a dar
gracias por el bien que me hagan y a pasar por alto lo malo.
¡Oh
Dios!, bendice a Muhammad y a sus descendientes. Adórame con las
cualidades de los devotos. Vísteme con la belleza de los que se guardan
del pecado extendiendo la justicia, controlando su ira, apagando el
fuego de la mala voluntad, reuniendo a los que se han dispersado,
haciendo las paces entre las gentes, divulgando las buenas obras de los
demás y escondiendo los defectos de ellos, mejorando el buen carácter,
la humildad y el trato con respeto.
La bella conducta, la disposición
calmada, el trato agradable, avanzando hacia la excelencia, adoptando
la generosidad, soportando los reproches, mostrando bondad incluso a
quienes no la merezcan, hablando con la verdad aunque sea difícil,
subestimando las buenas obras propias por grandes que sean y
sobrestimando el mal personal, tomando la delantera en los buenos
actos...”
* * *
RISALAT UL HUQUQ
(Tratado Sobre los Derechos)
El
“Tratado sobre los Derechos”, ha sido escrito por el Imam `Ali Zainul
`Abidin (P), parece ser que a pedido de uno de sus discípulos, pues en
una de sus dos versiones tiene como prefacio: “Éste es el tratado de
‘Ali Ibn Al Husain para uno de sus compañeros”.
Si bien en el
presente contexto la mejor manera de traducir la palabra árabe Haqq es
el sentido de “derecho”, también tiene una serie de significados
estrechamente relacionados entre sí y que deberían ser considerados,
tales como: justicia, verdad, realidad, corrección, adecuación,
necesidad, incumbencia, obligación, decoro, aptitud, acatamiento y
legitimidad.
Una ojeada al “Tratado sobre los Derechos” mostrará
rápidamente que la palabra “derechos” podría haber sido traducida mejor
como deberes, obligaciones o responsabilidades, dado que el tratado no
concierne directamente a los derechos del individuo sino a los derechos
de otros individuos, que se deben observar. De todos modos, es
importante preservar el término derechos, aunque más no sea para mostrar
que, principalmente en términos de responsabilidades respecto a los
derechos humanos, el Islam diverge profundamente de los más modernos
puntos de vista occidentales, aunque tiene un profundo parentesco con
otras tradiciones religiosas orientales y occidentales.
El Islam ve
al individuo en todo su contexto, lo cual significa que considera
primero su relación con Dios y luego su relación con las criaturas de
Dios. Lo importante para el individuo en su relación con Dios es que
alcanza la salvación, o en otras palabras, que sigue la guía de Dios, la
cual se basa en la Misericordia y se orienta hacia lo mejor de los
intereses humanos. En resumen, el Islam le quita valor a la perspectiva
individual dado que los seres humanos por sí mismos y mientras viven no
pueden ver nada aparte de sus propios intereses inmediatos. Pero esta
desvalorización del individualismo no es una devaluación del individuo,
sino que, por el contrario, le da la máxima importancia dado que apunta a
su felicidad en el otro mundo.
El camino de la salvación es obedecer
a Dios, y he aquí que el derecho del alma tiene que ser empleado en Su
obediencia. Por su misma naturaleza y dado que “Su Misericordia precede a
Su Cólera”, Dios exhibe Compasión y Guía, y el siervo al obedecerle, se
hace acreedor de todo el ámbito de Su Compasión. En otras palabras,
participar de la Misericordia y Compasión de Dios depende de seguir Su
Guía, lo cual significa seguir la Shari'ah (la ley islámica) como fue
revelada a través del Corán y la sunnah o tradición del Profeta (BP). De
aquí que el Imam habla de “ocuparse en la obediencia” como el derecho
clave del ego, dado que solamente así puede realizar su liberación.
El
“Tratado” ha sido transmitido en dos versiones, una por el Shaij
As-Saduq en sus Libros Al-Jisal y Al-Faqih, con algunas diferencias
respecto de la presente versión, la cual se remonta a Abu Hamzah
Az-Zumali que fue un gran discípulo del Imam Zainul `Abidin(P) quien
dice: : “Éste es el tratado de ‘Ali Ibn Al Husain(P) para uno de sus
compañeros”. La presente versión está en Tuhaf ul-'Uqul de Ibn Shu'bah
el cual está narrado de la misma manera que en Ar-Rasa'il de Muhammad
Ibn Ia'qub Al Kulaini.
Introducción:
Debes saber -Dios sea
Misericordioso contigo- que Dios tiene derechos frente a ti, que te
abarcan y se te aplican en todo movimiento que realices, o que dejes de
hacer, en cada situación en que te encuentres, en cada miembro
(corporal) que emplees y en cada instrumento que utilices. Algunos de
estos derechos son mayores que otros.
A: (1) El mayor de los derechos
de Dios que debes observar es aquel que Él se ha adjudicado para Sí
mismo y que es la raíz de todos los derechos de la cual se ramifican.
(2) Luego lo dispuso frente a ti en ti mismo, desde la cabeza hasta los
pies, pasando por tus diferentes extremidades. Dios ha dado (3)a tu
vista un derecho que debes observar, (4)a tu oído un derecho que debes
observar, (5)a tu lengua un derecho que debes observar, (6)a tu mano un
derecho que debes observar, (7)a tu pierna un derecho que debes
observar, (8)a tu estómago un derecho que debes observar, y (9) a tu
sexo un derecho que debes observar. Estas siete partes del cuerpo son
por medio de las cuales se llevan a cabo las acciones (af'al).
* B:
Después Él, Poderoso e Imponente, dispuso para tus acciones derechos que
debes observar: dio (10)a tus oraciones rituales un derecho que debes
observar, (11)a tu ayuno un derecho que debes observar, (12)a tu caridad
un derecho que debes observar, (13)a tu ofrenda un derecho que debes
observar y, a tus acciones (en general) derechos que debes observar.
*
C: Después esos derechos se extienden hacia otros, quienes tienen
derechos que te es obligatorio que tú observes. Lo que para ti resulta
una mayor obligación es que observes los derechos de los que tienen
predominio sobre ti (a'immah), después los derechos de tus subordinados
(ra'iiah), luego los derechos de tus parientes (rahim).
De estos derechos se desprenden otros derechos.
*
C1: Los derechos de tus líderes son tres: el que te es más obligatorio
es (14)el derecho de quien te rige por medio de la autoridad, después
(15) el de quien te rige por medio del conocimiento, luego (16) el
derecho de quien te rige por medio de los bienes.
Esto es así ya que, todo aquel que dirige (de alguna forma) se constituye dotado de autoridad.
*
C2: Los derechos de tus subordinados son tres: el más obligatorio para
ti es (17)el derecho de aquellos que te son subordinados por medio de la
autoridad, después (18)el derecho de los que son tus subordinados por
medio del conocimiento, ya que el (ser humano) ignorante está
subordinado al (ser humano) que tiene conocimiento. Después el derecho
de quienes son tus subordinados por medio de los bienes, como ser (19)
las esposas y (20)aquellos (esclavos) que poseas.
* C3: Los derechos
de tus parientes son muchos. Están relacionados (contigo) según el grado
de cercanía en el parentesco. El que te es más obligatorio para ti es
(21)el derecho de tu madre, luego (22)el derecho de tu padre, luego
(23)el derecho de tu hijo, luego (24)el derecho de tu hermano, luego el
pariente más cercano, luego el que le sigue en proximidad, y así
sucesivamente.
*D: Después viene (25)el derecho de tu amo que te
favoreció (al liberarte de la esclavitud), después (26)el derecho del
esclavo a quien le alcanza tu favor (al liberarlo), luego (27)el derecho
de quien tiene contigo una acción bondadosa, luego (28)el derecho del
Muecín que te llama al rezo ritual, luego (29)el derecho del Imam que
conduce el rezo, luego (30)el derecho de quien se sienta a tu lado,
luego (31)el derecho de tu vecino, luego (32)el derecho de tu compañero,
luego (33)el derecho de tu socio, luego (34)el derecho de tus bienes,
luego (35)el derecho de tu deudor, luego (36)el derecho de tu acreedor,
luego (37)el derecho de (todo) aquel con quien relacionas, luego el
(38)derecho de tu adversario que tiene una queja contra ti, luego (39)el
derecho de tu adversario contra quien tú tienes una queja, luego (40)el
derecho de aquel a quien guías, luego (41)el derecho de aquel a quien
pides guía, luego (42)el derecho de aquel que te pide un consejo, luego
(43)el derecho de quien te da consejo, luego (44)el derecho de quien es
mayor que tu, luego (45)el derecho de quien es menor que tu, luego
(46)el derecho de quien te pide, luego (47)el derecho de aquel a quien
le pides, luego (48)el derecho de quien te ocasiona un mal por medio de
la palabra o la acción, con o sin intención, luego (49)el derecho de
quien te hace feliz por medio de la palabra o la acción, con o sin
intención, luego (50)el derecho de la gente de tu religión en general,
luego (51)el derecho de la gente del Libro que vive bajo protección
(ahludh dhimmah), luego todos los derechos que rigen en la medida de las
causas y tendencias de los acontecimientos.
Por lo tanto,
¡bienaventurado sea a quien Dios ayuda a cumplir lo que le prescribió de
observar los derechos, aquel a quien Él concede el éxito y le pone en
la dirección correcta!
A: Los Derechos de Dios
1- En cuanto al
mayor de los derechos de Dios, es que le adores sin asociarle nada.
Cuando haces eso con sinceridad (ijlas), Él se auto-prescribe darte
suficiencia en los asuntos de este y del otro mundo y reserva para ti lo
que desees del primero.
2- El derecho de tu “yo” (nafs) que debes
observar, es que te empeñes en obedecer a Dios. Después das a tu lengua
su derecho, a tu oído su derecho, a tu vista su derecho, a tu mano su
derecho, a tu pierna su derecho, a tu estómago su derecho, a tu sexo su
derecho, y buscas la ayuda de Dios en todo esto.
3- En cuanto al
derecho de tu lengua, consiste en que la consideres demasiado noble para
la obscenidad, la habitúes a lo bueno, le impongas educación así como
reposo, salvo que sea necesario y beneficioso para la religión o la vida
mundanal, la refrenes de cualquier injerencia o intromisión denigrante
en la que no hay sino muy poco beneficio y de la que no se está a salvo
de su perjuicio ni aún con su infrecuencia. Que los fundamentos e
indicios lógicos sean considerados, ya que cuando el inteligente se
engalana con su intelecto, ello resulta en un buen proceder de su
lengua. No hay Fuerza sino en Dios, Altísimo y Majestuoso.
4- En
cuanto al derecho del oído es que lo mantengas exento de ser convertido
en un medio de lo que llega al corazón, a menos que sea una noble
conversación sobre un ausente, que inspire lo bueno en tu corazón y
produzca una noble virtud. Esta es la puerta que tienen las palabras
hacia el corazón, que le brinda las diferentes cualidades, buenas o
malas. No hay fuerza sino en Dios.
5- En cuanto al derecho de tu
vista es que bajes la mirada frente a cualquier cosa que te sea ilícita,
que no abuses de ella sino en aquello que dé lugar a una enseñanza tal
que adquieras perspicacia o aproveches un conocimiento, ya que
ciertamente que la vista es la puerta para la reflexión.
6- En cuanto
al derecho de tus piernas es que no las uses para caminar hacia lo que
te está vedado, que no las conviertas en tu montura para el camino que,
para la gente que marcha por éste, es inestable, ya que ellas son las
que te transportan y (sólo) por tu medio marchan por el sendero de la
religión, y tú eres quien decide. No hay fuerza sino en Dios.
7- En
cuanto al derecho de tu mano es que no la tiendas hacia lo que es
ilícito para ti, no sea cosa que al extenderla tomes lo que te asegure a
la larga el castigo de Dios, y a la corta la reprobación de la gente,
que no la alejes de aquello que Dios prescribió, sino que debes honrarla
absteniéndote (incluso) de la mayoría de lo que le es lícito y
tendiéndola hacia la mayoría de lo que no le afecte. Si la mano es
refrenada y ennoblecida a la corta, se hace acreedora a la larga de la
mejor de las recompensas.
8- En cuanto al derecho de tu estómago es
que no lo hagas un recipiente de lo que para ti es ilícito, ya sea en
mucha o poca cantidad; que le procures lo lícito y que aún así no te
sobrepases del límite del (consumo para el) fortalecimiento llegando a
la indolencia y la pérdida de la dignidad; que lo controles cuando
sienta el hambre y la sed. Ciertamente que el saciarse de una forma que
lleva a la persona hasta el hartazgo es en realidad holgazanería,
torpeza y un obstáculo para la bondad y la nobleza. Beber hasta hartarse
de una forma que lleva a la persona hasta la saturación, es en realidad
causa de estupidez, ignorancia y perdida de la dignidad .
9- En
cuanto al derecho de tu sexo es que lo resguardes de lo que es ilícito y
que lo ayudes mediante el recato en la mirada, y en verdad que ésta es
la mejor de las ayudas. También mediante el incremento del recuerdo de
la muerte, del compromiso de tu alma para con Dios e infundiéndole el
temor a Él. A Dios corresponde la impecabilidad y la protección. No hay
poder ni fuerza sino en Él.
B: Los Derechos de las Acciones
10- En
cuanto al derecho del rezo (salat) es que sepas que es un llegar ante
Dios y que a través del mismo estás frente a Él. Si supieras esto serías
digno de realizarlo en la situación de quien sabe que es bajo,
anhelante, trémulo, temeroso, esperanzado, humillado, despreciable,
suplicante; que engrandece a quien se está dirigiendo estando calmo,
cabizbajo, con sus miembros en estado de sometimiento, relajado,
realizándole en su interior las mejores confidencias de su corazón,
pidiéndole la liberación de su alma la cual esta asediada por sus
errores y consumida por sus pecados. No hay fuerza sino en Dios.
11-
En cuanto al derecho del ayuno (saum) es que sepas que se trata de un
velo que Dios ha puesto sobre tu lengua, tu oído, tu vista, tu sexo y tu
estómago para protegerte del Fuego. En relación a esto está el hadiz
que dice "El ayuno es protección contra el Fuego". Si aplacas (el fervor
de) tus miembros bajo este velo, tendrás esperanza de que estén
cubiertos y protegidos (en el más allá), y si tú las dejas a un lado, te
desesperaras por cubrirlos y levantarás los costados del velo
descubriendo lo que no corresponde, como por ejemplo, la mirada que
estimula la sensualidad y la fuerza que sobrepasa el límite del temor a
Dios, y no estarás a salvo de rasgar el velo y salirte de Él. No hay
fuerza sino en Dios.
12- En cuanto al derecho de la caridad (sadaqah)
es que sepas que es tu provisión ante tu Señor y un depósito para el
cual no necesitarás testigo. Si supieras esto, lo depositarías en
secreto y estarías más seguro del mismo que si lo depositaras
manifiestamente, ya que eres más digno cuando lo realizas como algo
secreto que si lo realizas en forma manifiesta. Que el asunto quede en
cualquier caso en secreto entre este (depósito) y tú. No busques
manifestar lo que depositas procurando quien testimonie haber oído y
visto (eso), como si de esa forma fuera más seguro para tu alma, y como
si no confiaras que la misma caridad te devolverá lo que depositaste. No
eches en cara a nadie el haberla realizado, que si lo haces no estarás a
salvo de que por su causa parezcas despreciable para quien se lo hayas
echado en cara. Eso sería un indicio de que tú no procurabas tu alma
mediante la caridad, ya que si lo hubieras hecho así, no se lo habrías
echado en cara a nadie. No hay fuerza sino en Dios.
13- En cuanto al
derecho de la ofrenda (hadii – es decir el animal sacrificado durante la
peregrinación) es que por su medio sinceres tu deseo hacia Dios y tu
procura de Su Misericordia y Aceptación, y no busques (que se te
dirijan) las miradas de la gente en lugar de la de tu Señor. Si logras
esto, no serás un falso ni un simulador. Debes saber que Dios es
procurado mediante lo fácil y no mediante lo difícil, ya que es eso
precisamente lo que Dios pide, lo fácil y no lo dificultoso. De la misma
forma, el estado de humildad o sumisión es para ti prioritario por
sobre el de la arrogancia y el señorío, ya que tanto la pena como la
fatiga afectan a los que alcanzan alguna jefatura. En cuanto a la
humildad y al servilismo, estos no presentan pena alguna ni fatiga, ya
que son innatas y están presentes en la naturaleza. No hay fuerza sino
en Dios.
C1: Los Derechos de los Dotados de Autoridad.
14- En
cuanto al derecho de quien te rige por medio de la autoridad (sa'isika
bis sultán), es que sepas que fuiste dispuesto como una prueba para él,
que él es probado en tu persona por medio de la autoridad que Dios le
dispuso sobre ti, que le aconsejes sinceramente y no le enfrentes en
forma que levante su mano contra ti y eso sea la causa de tu ruina y la
suya propia. Que muestres humildad y amabilidad mostrando satisfacción
por aquello que te impide realizar y no te perjudica en tu religión, y
que le pidas socorro a Dios contra él. No le desafíes ni te le opongas.
Haciendo eso le desobedecerías, te dañarías a ti mismo, ya que te
expondrías a su desagrado y le expondrías a aniquilarte, y te
convertirías en su ayudante contra ti mismo y en su socio en el mal que
te acarrea. No hay fuerza sino en Dios.
15- En cuanto al derecho de
quien te rige por medio del conocimiento (sa'isika bil 'ilm) es que le
honres y le respetes en su presencia, le prestes total atención, le
atiendas con real interés y le ayudes en relación a ti mismo en aquel
conocimiento para el cual te es imprescindible, de forma tal que le
dediques enteramente tu intelecto y le dispongas tu comprensión. Que
purifiques tu corazón y hagas brillar tus ojos para él, abandonando los
placeres mundanales y controlando tus pasiones. Debes saber que tú
representas aquello que su enviado hace llegar a aquel que te encuentre
de entre los ignorantes, ante quienes no debes dejar de representarle de
la mejor manera, sin traicionarlo al hacer llegar su mensaje y de
actuar según él lo haría. No hay poder ni fuerza sino en Dios.
16- En
cuanto al derecho de quien te rige por medio de los bienes (sa'isika
bil mulk), es semejante al de quien te rige por medio de la autoridad,
sólo que éste posee lo que aquel no, por lo que es necesario que le
obedezcas tanto en lo que te parezca insignificante como importante,
salvo en el caso que sea algo que implique que abandones la prescripción
de observar los derechos de Dios, ya que entonces estos se
interpondrían entre tú y sus derechos y los de toda la Creación. Cuando
ya se haya cumplimentado (el derecho de Dios), vuelve bajo su autoridad
ocupándote de sus derechos. No hay fuerza sino en Dios.
C2: Los Derechos de los Subordinados
17-
En cuanto a los derechos de quienes te son subordinados por medio de la
autoridad (ra'iatuka bis sultán), consisten en que sepas que tu
asumiste su control en virtud de tu poder sobre ellos, ya que lo que los
ha colocado en posición de subordinado ante ti es su debilidad y
sumisión. Lo más conveniente para aquel a quien su propia debilidad y
sumisión te han hecho (indispensable y) suficiente para él, hasta llegar
a convertirlo en tu subordinado y a tornar efectivo tu mandato sobre
él, es que no se te resista mediante algún poder o fuerza y que no pida
amparo en aquello que considere mayor que tú, salvo en Dios por medio de
Su Misericordia, Protección e Indulgencia. Lo más conveniente para ti
es que cuando reconozcas la virtud de ese poder y fuerza que Dios te
concedió, seas agradecido con Dios, que quien agradece a Dios, El le
otorga Sus bendiciones. No hay fuerza sino en Dios.
18- En cuanto al
derecho de quien es tu subordinado por medio del conocimiento,
(ra'iatuka bil 'ilm), es que sepas que Dios te ha dispuesto como
depositario para ellos (o sea, "te ha dispuesto para ellos como
depositario o responsable". Es probable que alguna de estas expresiones
se haya omitido durante las transcripciones del manuscrito) en relación
al conocimiento que te ha otorgado y a la sabiduría que te ha conferido.
Si actúas en buena forma en aquello que Dios te ha conferido y te
desempeñas como un depositario benevolente, que aconseja con desinterés a
su siervo en su servilismo, que es paciente, reflexivo, que cuando ve a
alguien necesitado le ayuda con los bienes que tiene, estarás bien
encaminado, esperanzado y afianzado. Esto siempre que no traiciones a
Dios, no seas opresor con Su creación, ni objetes Su Grandeza y Derecho a
privar (de las cosas).
19- En cuanto al derecho de quien está
subordinado a ti por medio del contrato matrimonial (milkun nikah), es
que sepas que Dios la ha dispuesto como sosiego, tranquilidad, alegría y
protección. De esa forma, ambos deben agradecer a Dios por su
respectivo compañero y saber que es una bendición de Su parte. Se debe
tratar de la mejor forma a esa compañía que Dios ha dado en gracia,
honrarla y tratarla con ternura. Si bien tu derecho sobre ella es (de
tono) más áspero e indefectible su obediencia a ti, debes saber que ella
posee el derecho a la indulgencia y al cariño. Sentirse a gusto con
ella está en consumar el placer, lo cual necesariamente debe ser
acatado. Y eso, en verdad que es algo magnífico. No hay Fuerza sino en
Dios.
20- En cuanto al derecho de quien está subordinado a ti por
medio de tu posesión de él (como tu esclavo) (milkul iamin), es que
sepas que es la criatura de tu Señor, tu carne y tu sangre (o sea igual
que tú eres de carne y sangre), que tú lo posee y no lo creaste sino que
fue Dios el que lo hizo. No creaste su oído, ni su vista, ni tampoco
dispusiste los medios para su subsistencia, sino que Dios te ha
abastecido con todo eso. Luego Él lo sometió a ti y te lo confió
depositándolo (en tus manos) para que le protejas y procedas con él de
la forma en que Él dispuso. Que le alimentes con aquello que tú mismo
comes y le vistas con aquello que tú mismo vistes, no le impongas
aquello que no pueda realizar. Si le aborreces, aléjale dejándole en
manos de Dios y reemplázale, pero no atormentes a una criatura de Dios.
No hay fuerza sino en Dios
C3: Los derechos de los Parientes
21-
El derecho de tu madre es que tú seas consciente que te llevó donde
nadie lleva a nadie, te dio el fruto de su corazón que nadie da a nadie,
y te protegió con su oído, su vista, sus manos, sus pies, su pelo, su
alegría, y con todos los miembros de su cuerpo, sintiéndose jubilosa y
alegre por ello, poniendo total atención y cuidado, y tolerando
molestias, sufrimientos, incomodidad y aflicción hasta que tu fuerza la
apartó de ti y te dispuso sobre la tierra. Ella se sentía complacida si
estabas saciado (de comida) aun teniendo ella hambre, si estabas vestido
aunque ella estuviera desnuda, si estabas ahíto de bebida aún teniendo
ella sed, si estabas a la sombra aún estando ella expuesta al sol. Te
infundía bienestar aún en su desgracia. Te deleitaba procurándote un
buen sueño aún en su desvelo. Sus entrañas fueron para ti un recipiente y
su regazo un cobertor. Sus pechos fueron tu abrevadero, y todo su ser
una protección para ti. Soportó y te protegió del calor y frío de este
mundo. Debes agradecerle por todo eso, pero no serás capaz de hacerlo
sino a través de la ayuda de Dios.
22- En cuanto al derecho de tu
padre, es que sepas que es tu origen y tú su ramificación, y que si no
fuera por él no estarías. Siempre que veas algo en ti que te agrade,
sabe que tu padre es la raíz de esas bendiciones. Por lo tanto, alaba a
Dios y agradécele en esa medida. No hay fuerza sino en Dios.
23- En
cuanto al derecho de tu hijo, es que sepas que proviene de ti, y que te
será añadido el bien o mal que realice en esta vida pasajera. Tu eres
responsable por eso que se te ha confiado, respecto a su buena
educación, la orientación hacia su Señor, y a ayudarle a obedecer a
Dios, tanto por ti como por él mismo, ya que será tanto recompensado
como castigado. Haz a su respecto como quien quiere engalanarse mediante
su buena influencia sobre él en (el período de) esta vida pasajera, y
como quien tiene la disculpa ante su Señor por el trato que con él
tuviste al detenerle y sujetarle con buena forma y propósito. No hay
fuerza sino en Dios.
24- En cuanto al derecho de tu hermano, es que
sepas que él es tu mano la cual extiendes, tu espalda en la cual te
refugias y confías, tu fuerza en la cual te apoyas, tu poder con el cual
atacas. No lo tomes como un arma con la cual desobedecer a Dios, ni
como un elemento con el cual oprimir a las criaturas de Dios. No dejes
de auxiliarle aún contra si mismo, ni de ayudarle contra su enemigo, ni
de interponerte entre él y sus demonios, ni de aconsejarle, ni de
interesarte en su persona en el camino de Dios. Y esto, si obedece a su
Señor, y le responde en buena forma, en caso contrario, ten en cuenta
que es Dios a quien debes considerar más noble y a quien debes honrar
más que a él.
D: Los derechos de las demás Personas
25- En cuanto
al derecho de quien te ha favorecido con la libertad, es que sepas que
él ha gastado en ti de sus bienes, y te ha sacado, de la humillación de
la servidumbre y su crueldad, hacia la grandeza de la libertad y su
humanidad. Te liberó del cautiverio de estar bajo posesión. Te saco de
los círculos de la esclavitud. Te hizo percibir el aroma de la grandeza.
Te sacó de la prisión de la coerción. Alejó de ti la dificultad. Te
hizo permisible el mundo en su totalidad. Te hizo dueño de ti mismo.
Desató la correa que te sujetaba. Te dejó dedicado a la adoración de tu
Señor. Hizo todo eso tolerando la disminución de su riqueza. Así que
debes saber que él es para ti, en tu vida y en tu muerte, el que tiene
prioridad entre las criaturas después de tus parientes.