7.9.11

LAS PROVISIONES DEL VIAJERO ESPIRITUAL

Por el gran sabio y místico:

Faid Al-Kashânî

(Quddisa sirruh)

Traducido del persa por: Sumeia Younes


En el Nombre de Dios,
el Compasivo, el Misericordioso.
Alabado sea Al·lâh y que la paz sea con Sus siervos elegidos.[1]
Éste es un Tratado titulado “Las Provisiones del Viajero Espiritual”, escrito en respuesta a una pregunta de un hermano religioso que había consultado respecto a la manera de atravesar el sendero de la verdad.
Sabe, “aîiadaka al·lâhu birûhen minhu” -que Al·lâh te afiance con un espíritu de Su parte-, que así como el viaje aparente posee un punto de partida, un final, una distancia y un camino (que recorrer), provisiones, montura, compañeros de viaje y un guía, asimismo el viaje espiritual, que es el viaje del espíritu hacia Dios Glorificado y Altísimo, posee todo ello.


Su “punto de partida” es la igno­rancia y la imperfección natural que trajo consigo desde el vientre de su madre:
﴿ وَاللَّهُ أَخْرَجَكُم مِّن بُطُونِ اُمَّهَاتِكُمْ لاَ تَعْلَمُونَ شَيْئاً ﴾
Wal·lâhu ajraÿakum min butûni ummahâtikum la ta‘lamûna shai‘an - («Dios os extrajo de las entrañas de vuestras madres desprovistos de conocimiento»).[2]
Su “final” es la perfección real, que es alcanzar a Al·lâh, Glorificado sea:
﴿ وَأَنَّ إِلَى رَبِّكَ الْمُنتَهَى ﴾
“Ua anna ilâ rabbika al-muntahâ” - («Y que el final será hacia tu Señor»).[3]
﴿ يَآ أَيُّهَا الإِنسَانُ إِنَّكَ كَادِحٌ إِلَى رَبِّكَ كَدْحاً فَمُلاَقِيهِ ﴾
“Iâ aiiuhâ-l insân-u innaka kâdihun ilâ rabbika kadhan famulâqîh” - («¡Oh humano!, por cierto que te esfuerzas afanosamente por tu Señor. ¡Ya le encontrarás!»).[4]
La “distancia del camino” en este viaje, son los niveles de perfección en el conocimiento y la práctica que el espíritu atraviesa -“shai’an fa shai’an” (“poco a poco”)- cada vez que da pasos sobre el sendero recto de la legislación religiosa que atravesaron los Auliâ’ (devotos y santos) y Asfiâ’ (puros e íntegros):
﴿ وَأَنَّ هَذَا صِرَاطِي مُسْتَقِيماً فَاتَّبِعُوهُ وَلاتَتَّبِعُوا السُّبُلَ فَتَفَرَّقَ بِكُمْ عَن سَبِيلِهِ ﴾
“Ua anna hâdhâ sirâtî mustaqîman fattabi‘ûhu ua lâ tattabi‘û-s subula fatafarraqa bikum ‘an sabîlih” - («Y que ésta es Mi recta senda. ¡Seguidla y no sigáis las demás sendas para que éstas no os desvíen de la Suya!»).[5]
Y estas perfecciones se suceden unas a otras; hasta que no se atraviese la perfección anterior, no podrá trasladarse a la ulterior, tal como sucede en el viaje aparente, hasta que no recorra un tramo de la distancia inicial, no podrá atravesar la posterior.
Y las “estaciones” de este viaje son las exaltadas cualidades y la moral encomiable que son los estados y posiciones del espíritu. Se traslada gradualmente desde cada uno hacia aquel que se encuentra por encima:
La primera estación es la “vigilia”, que es el estado de alerta, y la última estación es el Tawhîd (la Unicidad Divina), que constituye el propósito último de este viaje. Se mencionaron en forma explayada estas estaciones y niveles en el libro “Manâzil as-Sâ’îrîn.”[6]
El “camino” de este viaje es poner completa dedicación y gran voluntad, mostrar motiva­ción por esforzarse al atravesar estas estaciones y auto-discipli­narse para soportar las dificulta­des de los deberes de la religión de entre las obligaciones, tradi­ciones (sunan), proceder ético (adâb), autocontrol y cómputo (de las acciones) del alma: “ânân fa ânân ua lahdzatan falahdzatan” - (“Momento a momento e ins­tante a instante”) y concentrar todas las preocupaciones en una sola a la cual dirigir nuestra aten­ción y aniquilarse en Al·lâh, Glo­rificado y Altísimo:
﴿ وَتَبَتَّلْ إِلَيْهِ تَبْتِيلاً ﴾
“Ua tabattal ilaihi tabtîlan” - («Y conságrate íntegramente a Él»).[7]
﴿ وَالَّذِينَ جَاهَدُوا فِينَا لَنَهْدِيَنَّهُمْ سُبُلَنَا ﴾
“Ual ladhîna ÿâhadû fînâ lanahdiîannahum subulanâ” - («A quienes se esfuerzan por Nuestra causa les encaminaremos por Nuestras sendas»).[8]
Y la “provisión” de este viaje es la piedad (taqwâ):
﴿ وَتَزَوَّدُوا فَإِنَّ خَيْرَ الزَّادِ التَّقْوَى ﴾
“Ua tazawuadû fa’inna jaira az-zâdi at-taqwâ” - («Y aprovisionaos, mas (sabed que) la mejor provisión es la piedad»).[9]
Y la taqwâ significa llevar a cabo aquello que el Legislador ordenó y abstenerse de aquello que prohibió, con discernimiento, a fin de que el corazón, a través de la luz de la Sharî‘ah (legislación religiosa) y el bruñido producido por actuar en base a los preceptos de ésta, sea sus­ceptible a la efusión de sapiencia por parte del Creador, Glorificado sea:
﴿ وَاتَّقُواْ اللّهَ وَيُعَلِّمُكُمْ اللّهُ ﴾
Uattaqûl·lâha ua iu‘al·limu-kumul·lâh” - («¡Temed a Dios, y Él os instruirá!»).[10]
Y así como, hasta que el viajero aparente no obtenga de las provisiones el sustento para su cuerpo no podrá recorrer el camino, de la misma manera, el viajero espiritual, hasta que no se constituya con la “taqwâ” y la purificación religiosa, tanto en su aspecto exterior como interior, y fortalezca su espíritu con ello, no proliferarán alrededor de su camino las ciencias y conocimientos y la moral encomiable que resultan de la “taqwâ”; y el ejemplo de esto, es el ejemplo de alguien que lleva consigo una lámpara en la noche oscura, y por medio de su luz ve el camino y anda, y al dar cada paso, se ilumina un tramo de dicho camino y avanza sobre él, y asimismo, hasta que no dé un paso y no avance (ese tramo) no se iluminará, y hasta que no se ilumine no podrá andar. Ese “ver” representa el “saber” y ese “andar” representa el “actuar y tener piedad.” (Se transmitió del Imam As-Sâdiq –la paz sea con él- que:)
« مَنْ عَمِلَ بِما عَلِمَ أوْرَثَهُ اللهُ عِلْمَ ما لَمْ يَعْلَمْ ، الْعِلْمُ يُهْتَفُ بِالْعَمَلِ فَإنْ أَجابَهُ وَإلاّ ارْتَحَلَ لا يُقْبَلُ عَمَلاً إلاّ بِمَعْرِفَةٍ وَلا مَعْرِفَةَ إلاّ بِعَمَلٍ فَمَنْ عَرَفَ دَلَّتْهُ الْمَعْرِفَةُ عَلى الْعَمَلِ وَمَنْ لَمْ يَعْمَلْ فَلا مَعْرِفَةَ لَهُ إلاّ أنَّ الإيمانَ بَعْضُهُ مِنْ بَعْضٍ »
“Quien actúe de acuerdo a lo que sabe, Dios le proporcionará el cono­cimiento de lo que no sabe. El cono­cimiento es estimulado mediante su puesta en práctica. Si es que lo acata (permanece) y si no, se marcha. No es aceptada ninguna acción sino en base a un conocimiento, ni ningún cono­cimiento sino en base a su puesta en práctica. El conocimiento de aquel que sabe, lo guía hacia la acción, y aquel que no actúa no tiene un cono­cimiento; solo que la fe está dividida en grados.”[11]
Así como en el viaje aparente aquel que no tiene camino no llega a destino, de la misma manera, en el viaje espiritual, aquel que no posee conciencia de su accionar no llega a destino:
« الْعَامِلُ عَلَى غَيْرِ بَصِيرَةٍ كَالسَّائِرِ عَلَى غَيْرِ الطَّرِيقِ لا يَزِيدُهُ سُرْعَةُ السَّيْرِ إِلاّ بُعْداً »
“Quien actúa sin discernimiento es como el caminante sin rumbo, a quien el mucho andar sólo le aleja más.”[12]
Y la “montura” de este viaje es según su proporción y capacidades; entonces, así como en el viaje aparente, si es que la montura es débil y lisiada no podrá recorrer el camino, asimismo en este viaje, hasta que no haya salud del cuerpo y un fuerte sustento, no se podrá hacer nada. Entonces, obtener el sustento, desde este aspecto, es imperioso, y aquello que es para algo imperioso debe obtenérselo en la medida necesaria.
Así, requerir lo innecesario en el sustento conforma un impedimento para el viaje espiritual, y la vida mundanal censurada respecto a la cual se advirtió, consiste en ese mismo exceso que conforma un daño para el que la posee, pero que requerida en la medida necesaria entra en los asuntos del Más Allá, y el obtenerla es adoración.
Asimismo, si es que alguien, durante el viaje aparente suelta su cabalgadura en medio del camino, en tanto la misma se encuentre pastando no recorrerá su camino. De la misma manera, en este viaje espiritual, si es que deja al cuerpo y a las fuerzas corporales hacer su parecer, y no se atiene a las costumbres y tradiciones de la religión ni sostiene sus riendas en las manos, no recorrerá el camino de la verdad.
Y los “compañeros” de este viaje son los sabios, virtuosos y adoradores, viajeros espirituales que se auxilian y ayudan entre sí, puesto que la persona no se percata rápido de sus defectos, pero se percata rápidamente de los defectos ajenos. Entonces, si es que varias personas se auto-edifican juntas y se informan unas a otras de los defectos y flagelos, recorrerán rápido el camino y se verán protegidos de los salteadores de camino y los bandidos, que ciertamente que:
« الشَّيْطانُ إلى الْمُنْفَرِدِ أقْرَب مِنْهُ إلى الْجَماعَةِ وَيَدُ اللهِ مَعَ الْجَماعَةِ »
“Shaitán está más cerca de la persona solitaria que del grupo, y la mano de Dios está con el grupo.”[13]
Si es que uno se sale del camino, el otro se lo hará notar, pero si es que está solo, le tomará mucho tiempo percatarse de ello.
Y el “guía” en este camino es el Profeta –que la paz y las bendiciones de Al·lâh sean con él y su Familia- y el resto de los Imames Inmaculados -que la paz sea con ellos-, quienes mostraron el camino, establecieron las tradiciones y costumbres, informaron de los beneficios y perjuicios del camino y ellos mismos lo han transitado, y han ordenado a la Ummah imitarles y seguirles:
﴿ لَقَدْ كَانَ لَكُمْ فِي رَسُولِ اللَّهِ اُسْوَةٌ حَسَنَةٌ ﴾
“Laqad kâna lakum fi rasûli·lâhi usuaton hasanah” - («Realmente tenéis en el Enviado de Dios un excelente ejemplo»);[14]
﴿ قُلْ إِن كُنْتُمْ تُحِبُّونَ اللَّهَ فَاتَّبِعُونِي يُحْبِبْكُمُ اللّهُ ﴾
“Qul in kuntum tuhibbûnal·lâha fattabi‘ûnî iuhbibkumul·lâh” - («Di: “Si verdaderamente amáis a Dios, seguidme, que Él os amará”.»).[15]
En conclusión, lo que ellos hacían y aquello hacia lo cual ordenaban, tal como se desprende de las tradiciones fiables de Ahl-ul Bait –la paz sea con ellos- conforma parte de las cuestiones que indefectiblemente el viajero espiritual ha de observar, y no está permitido, de ninguna manera, desacatarlas después de haber obtenido las verdaderas creencias. Y éstas son veinticinco cosas…

Primero: Observar las cinco oraciones diarias.

Me refiero a llevarlas a cabo al comienzo de su tiempo, en ÿamâ’ah (en congregación) y observando en ellas las tradiciones (sunan) y proceder apropiado (âdâb). Entonces, si es que sin razón ni impedimento alguno las retrasara respecto del comienzo de su tiempo, o no se presentara a realizarlas en congregación, u omitiera algunas de las tradiciones o algunos de sus procederes (âdâb), aunque sea un poco, se habrá salido del camino del peregrinaje espiritual, y será igual que el común de la gente que pace errante en la decadencia de la ignorancia y el desvío y que está desinformada del camino y del objetivo, y no progresará jamás.

Segundo: Observar la Oración del Viernes (Salât al-Ÿum‘ah), la de las dos Festividades (‘Îd al-Fitr e ‘Îd al-Adhâ) y la de los Signos (al-Aiât).

(Se deberá llevarlas a cabo) en tanto se reúnan las condiciones, il·la ma‘al ‘udhr-il musqit (a menos que tenga un impedimento que le dispense de dirigirse a realizar la oración), puesto que, “si es que tres viernes seguidos abandona la oración sin razón alguna, su corazón se enmohecerá de manera tal que no podrá ser subsanado.”[16]

Tercero: Observar las oraciones meritorias diarias.[17]

Incluso se llegó a considerar pecado abandonarlas, excepto cuatro rak‘ah o ciclos de la nâfilah (u oración supererogatoria) de la tarde (‘asr), dos rak‘ah de la nâfilah que sigue a la oración del ocaso (magrib), y el witr (que es la oración supererogatoria de la noche), que es permitido no llevarlos a cabo aún no existiendo impedimento alguno.

Cuarto: Observar el Ayuno (as-Sawm) del Mes de Ramadán y perfeccionarlo.

De manera que controle la lengua respecto de las palabras vanas, de la maledicencia, de la mentira, de maldecir e insultar, y acciones semejantes, y al resto de los miembros del cuerpo respecto de la opresión y la traición, y de alimentarse (esto es, desayunar) con lo ilícito o dudoso, aún más de lo que los controla el resto de los días.

Quinto: Observar el ayuno preferible.

Que son tres días específicos[18] de cada mes, lo cual equivale a un estado continuo de ayuno (sawm ad-dahr). Si es que no tiene impedimento alguno, que no lo abandone, y si lo abandona, que lo recupere, o en su defecto que dé como limosna una ración (mudd) de comida.

Sexto: Observar el Zakât (o gravamen religioso).

De manera que retrasarlo o actuar con languidez a su respecto no está permitido, a menos que tenga un impedimento, como no encontrar a quien sea acreedor al mismo (esto es, que no haya necesitados), o por esperar para dárselo a quien sea más virtuoso de entre los que son acreedores a ello, etc.

Séptimo: Observar el pago de “un derecho consabido de los bienes” como limosna.

Me refiero a que determine que cada día, o cada semana, o cada mes, dará algo de sus bienes a un mendigo o indigente, de una manera acorde a su riqueza, y que no lo suspenda. Y es mejor si no se informa nadie de ello:
﴿ وَالَّذِينَ فِي أَمْوَالِهِمْ حَقٌّ مَعْلُومٌ * لِلسَّآئِلِ وَالْمَحْرُومِ ﴾
«Wual·ladhîna fî amuâlihim haqqun ma‘lûm li-s sâ’ili ual mahrûm» - («Aquellos en cuyos bienes hay un derecho consabido para el mendigo y el indigente»).[19]
“Fa fil hadîz “annahu gairu-z zakât” – En el hadîz (se transmitió) que (el derecho consabido) no incluye al zakât (sino que es otro tipo de caridad).[20]

Octavo: Observar la Peregrinación obligatoria (Haÿÿat-ul Islâm).

De manera que debe llevarse a cabo en el año que se torna obligatoria (por haberse vuelto pudiente, etc.), y no es permitido retrazarla si no tiene impedimento alguno.

Noveno: Visitar los sepulcros sagrados del Profeta –las bendiciones y la paz de Al·lâh sean con él y su purificada Familia- y los Inmaculados Imames -la paz sea con ellos-.

Especialmente el del Imam Husein –la paz sea con él- desde que encontramos en el hadîz que: “Visitar al Imam Husein es obligatorio para cada creyente, y todo el que deje de lado este acto, habrá dejado de la lado un derecho de Dios y del Mensajero.”[21]
En otro hadîz se transmitió que: “Todo Imam tiene un pacto que rige sobre sus awliâ’ y shi‘as, y entre las cosas mediante las cuales se observa completamente ese pacto, se encuentra la visita a su sepulcro.”[22]

Décimo: Observar los derechos de los hermanos.

Y satisfacer sus necesidades, puesto que, ¡qué énfasis elocuente se hizo al respecto!, es más, consideraron que ello tiene prerrogativa por sobre la mayoría de los deberes religiosos.

Décimo primero: Compensar los recuerdos a Dios (Dhikr) que no se hayan realizado en su momento.

Cuando se dé cuenta: “Mahmâ amkana” – [Cuando y como sea posible].

Décimo segundo: Eliminar de sí mismo las conductas censurables como la vanidad, la mezquindad, la envidia y sus semejantes.

Imponerse prácticas de ascetismo, cualidades opuestas (a las mencionadas) y atributos morales encomiables, como el buen carácter, la munificencia, la paciencia y sus semejantes, hasta que se vuelvan una conducta arraigada.

Décimo tercero: Dejar totalmente de lado los actos prohibidos.

Y si ocasionalmente aconteciera un acto de desobediencia, que rápidamente pida perdón, se arrepienta y vuelva (a Dios) a fin de que sea amado por Dios:
﴿ إِنَّ اللّهَ يُحِبُّ التَّوَّابِينَ ﴾
“Innal·lâha iuhibb-ut tawwâbîna”(«Ciertamente que Al·lâh ama a los arrepentidos»).[23]

Décimo cuarto: Dejar de lado las cosas dudosas y ambiguas.

Lo cual conlleva a caer en las prohibiciones, y dijeron: “Todo aquel que deje de lado un adab (o proceder pertinente determinado), se verá privado de una sunnah (tradición religiosa), y todo aquel que deje de lado una sunnah, se verá privado de realizar un precepto obligatorio.”

Décimo quinto: No inmiscuirse en “mâ lâ ia‘nî” (lo que no incumbe).[24]

Puesto que ocasiona la dureza de corazón y la ruina, y en el hadîz:
« من طلب ما لا يعنيه فاته ما يعنيه »
“Quien procure aquello que no le incumbe ni posee valor para sí, perderá aquello que sí es de valor para sí.”
Y si se produjera por negligencia, tras percatarse deberá compensar ello mediante el pedido de perdón y la contrición:
﴿ إِنَّ الَّذِينَ اتَّقَوْا إِذَا مَسَّهُمْ طَآئِفٌ مِنَ الشَّيْطَانِ تَذَكَّرُوا فإِذَا هُم مُبْصِرُونَ * وإِخْوَانُهُمْ يَمُدُّونَهُمْ فِي الْغَيِّ ثُمَّ لايُقْصِرُونَ ﴾
“Innal·ladhînat-taqaû idhâ massahum tâ’ifun min-ash shaitân tadhakkarû fa’idhâ hum mubsirûna ua ijuânuhum iamuddûnahum fî-l gaîi zumma lâ iuqsirûna” – («Por cierto que los timoratos, cuando les alcanza alguna tentación de Satanás, recapacitan, y heles aquí iluminados. En cuanto a los compañeros de los demonios, éstos les sumen en el error, luego no se detienen»).[25]
Y hasta que no abandone la compañía de los battâlîn (quienes pasan su tiempo indolentemente), los mugtâbîn (quienes hacen maledicencia) y aquellos que hablan palabras dispersas y así pasan los días, no se librarán del “mâ lâ ia‘nî” (lo que no incumbe), puesto que no hay nada como esto que ocasione insensibilidad, negligencia y pérdida de tiempo.

Décimo sexto: Comer poco, dormir poco y hablar poco.

Convertir ello en su propio lema, ya que influye plenamente en la iluminación del corazón.

Décimo séptimo: Recitar un poco del Corán cada día.

Y lo mínimo son cincuenta aleyas[26], con cavilación, reflexión y sumisión, y es mejor si algo de ello acaece en medio del salât.

Décimo octavo: Disponer como acto devocional habitual (wird) algunos recuerdos a Dios (dhikr) y súplicas (du‘â’) en momentos específicos.

Especialmente después de las oraciones obligatorias, y si puede ocupar su lengua la mayoría de su tiempo en recordar a Al·lâh, aunque (el resto de) los miembros (de su cuerpo) estén siendo utilizados en otros trabajos, ¡qué bienaventuranza!
Se transmitió que el Imam Muhammad Al-Bâqir -la paz sea con él- la mayoría del tiempo tenía su bendita lengua humedecida con la pura frase “lâ ilâha il·lal·lâh” – [No hay divinidad sino Dios] cuando comía algo, cuando hablaba, cuando caminaba, etc.[27]. Ello conforma un fuerte medio y ayuda para el peregrino espiritual, y si vincula el “recuerdo del corazón” con el “recuerdo de la lengua”, en poco tiempo le sobrevendrán muchos logros espirituales. Mientras pueda que se esfuerce incesantemente por recordar a Al·lâh, a fin de que no sea negligente, puesto que ningún asunto aventaja a éste en el peregrinaje espiritual, y constituye una fuerte ayuda para renunciar al hecho de contrariar a Al·lâh, Glorificado y Altísimo sea, mediante los actos de desobediencia.

Décimo noveno: Procurar la compañía del sabio y hacerle preguntas.

Y beneficiarse de las ciencias religiosas en la medida que se encuentre avenido a ello. Que se esfuerce todo lo que pueda en incrementar un conocimiento al que ya posee:
« أكيَسُ الناسِ مَن جَمَعَ عِلمَ الناسِ إلى عِلمِهِ »
“El más sagaz de entre la gente es aquel que incorpora el conocimiento de la gente al suyo propio.”[28]
Hacerse de la compañía de quien es más sabio que uno se considera una gran victoria, y si encuentra un sabio que actúe según su conocimiento se considera imperioso imitarlo, y no deberá salirse de ese juicio. El “viejo” a quien se refieren los sufis es éste mismo, y el propósito del “conocimiento”, es el conocimiento de la otra vida, no el conocimiento de lo mundano. Y si no encuentra a alguien así, ni tampoco encuentra a alguien más sabio que él mismo, que procure la compañía del libro y la buena gente, de manera que obtenga de ellos la moral encomiable, y que no pierda la oportunidad de ninguna compañía que le permita pasar un buen rato, recordando a Al·lâh y la otra vida.

Vigésimo: Tratar a la gente con buenas maneras y sencillez.

A fin de que no se conduzca de una manera insoportable para nadie y su accionar sea objeto de un buen pensamiento; y a su vez no debe pensar mal de nadie.

Vigésimo primero: Hacer, de la sinceridad en las palabras y en el accionar, un lema para sí.

Vigésimo segundo: Encomendarse a Al·lâh Ta‘âla en todos los asuntos.

Y no tener la vista puesta en las causas materiales, y ser desa­pegado (en lo relacionado a) ob­tener el sustento, sin dedicarse a ello con extrema seriedad, ni te­ner esperanzas excesivas en ello, y en la medida que pueda con­formarse con poco y abandonar lo excedente.

Vigésimo tercero: Ser paciente ante el trato desagradable de familiares y parientes.

Y no perder rápido el temperamento y no desear el mal, que cuanto más sea objeto de desdeño y más las aflicciones con las que se topa, llegará más rápido a lo procurado.

Vigésimo cuarto: Encomendar el bien y prohibir el mal (al-amr bil ma‘rûf ua-n nahî ‘anil munkar).

En la medida que uno pueda, y hacer partícipes a los demás en el bienestar y la congoja, y asimismo en el peregrinaje espiritual, si es que existiese la capacidad inte­rior; de lo contrario, abstenerse de acompañarlos con precaución y reticencia a fin de no oca­sionar repulsión.

Vigésimo quinto: Organizar los momentos de uno.

Y en cada momento del día disponer un acto devocional habitual (wird) en el que ocuparse para que su tiempo no se desperdicie, “puesto que el valor de cada tiempo depende de aquello en que se lo transcurre”, y esto es primordial en el peregrinaje espiritual…

Esto es lo que nos ha llegado de los Imames Infalibles –que la paz sea con ellos- y lo que ellos practicaban y decían a los demás, pero asuntos como observar un acto devocional por un período de cuarenta días, no comer (carne de) animales y realizar el recuerdo consistente en cuatro golpeteos[29], y otras cosas que se transmitieron de los sufis, no se narró de ellos (a.s.), y aparentemente, algunos de los mashâiej veían adecuado algunos de éstos debido a que, para las almas de ciertas personas resultaba en la facilidad del peregrinaje espiritual, y por ello ordenaban realizar ello. El origen del período de cuarenta días tal vez sea el Hadîz:
« من أخلص لله أربعين صباحا ظهرت ينابيع الحكمة من قلبه على لسانه »
“Quien actúe sinceramente y con exclusividad para Dios durante cuarenta días se manifestarán en su lengua fuentes de sabiduría provenientes de su corazón.”[30]
Y el origen de dejar (de comer la carne de) los animales:
« لا تجعلوا بطونكم مقابر الحيوانات »
“No hagáis de vuestros estómagos cementerios de animales”, y otros semejantes.
Y no cabe duda de que comer poca carne, en momentos retraerse y ocuparse en los recuerdos (a Dios) con la mente despreocupada y con completa atención, influye en la iluminación del corazón, pero con la condición de que no constituya un impedimento para (participar en) la Oración del Viernes y la Oración en Congregación.
Entre los asuntos que son trascendentales en el viaje espiritual, está la libertad, quiero decir, libe­rarse de las vi­lezas de la natu­raleza humana y de la seducción de los hábitos y de las pautas del común de la gente, desde que no existe obstáculo mayor que estos tres asuntos para el via­jero espiritual, y algu­nos sa­bios llamaron a éstos “las ca­bezas de los demonios”, y todo acto execrable que al­guien co­mete, cuando lo ana­lizas con atención, vuelve a uno de estos tres asuntos:
En cuanto a “las vilezas de la naturaleza (humana)”, como la concupis­cencia, la ira y lo que de éstas deriva, como el amor por la ri­queza, posición y sus semejantes, (debes saber que):
﴿ تِلْكَ الدَّارُ الاَخِرَةُ نَجْعَلُهَا لِلَّذِينَ لاَ يُرِيدُونَ عُلُوّاً فِي الاَرْضِ وَلاَ فَسَاداً ﴾
“Tilka-d dâr-ul ajirah naÿ‘aluhâ lil·ladhîna lâ iurîdûna ‘ulûwan fî-l ard-i ua lâ fasâdâ”(«Asignamos esa Morada Postrera a quienes no quieren conducirse con altivez en la Tierra ni corromper»).[31]
En cuanto a “la seducción de los hábitos”, como los engaños del alma incitadora al mal (an-nafs al-ammârah) y sus ornamen­tos, y/o los actos inmorales causados por las fantasías corruptas, las ilusiones mentirosas, y lo que conllevan de entre las morales viles y los hábitos despreciables:
﴿ قُلْ هَلْ نُنَبِّئُكُم بِالاَخْسَرِينَ أَعْمَالاً * الَّذِينَ ضَلَّ سَعْيُهُمْ فِي الْحَيَاةِ الدُّنْيَا وَهُمْ يَحْسَبُونَ أَنَّهُمْ يُحْسِنُونَ صُنْعاً ﴾
“Qul hal nunabbi’ukum bil ajsarîna a‘mâlan al·ladhîna dal·la sa‘iuhum fî-l haiât-id duniâ ua hum iahsabûna annahum iuhsinûna sun‘an”(«Di: “¿Os daré a cono­cer quiénes son los que más pier­den por sus obras? Son aquéllos cuyo esfuerzo se pierde en la vida de acá mientras creen obrar bien”.»).[32]
En cuanto a “las pautas del común de la gente”, como: seguir a personajes de gran porte e imitar a los ignorantes que apa­rentan ser sabios, responder a las tentaciones e incitaciones de los demonios de entre los genios y hombres, y ser engañado por sus artimañas y tergiversaciones:
﴿ رَبَّنَآ أَرِنَا الَّذَيْنِ أَضَلاَّنَا مِنَ الْجِنِّ وَالإِنسِ نَجْعَلْهُمَا تَحْتَ أَقْدَامِنَا لِيَكُونَا مِنَ الأَسْفَلِينَ﴾
“Rabbanâ arinâ-l·ladhîna adal·lânâ min-al ÿinn-i ual ins-i naÿ‘alhumâ tahta aqdâminâ li iakûnâ min-al asfalîn”(«¡Señor nuestro! ¡Muéstranos a los que nos han extraviado de entre los ge­nios y los humanos; los pondre­mos bajo nuestros pies para que estén en lo más pro­fundo!»).[33]
Respecto a algunas costum­bres y situaciones como la vesti­menta y las relaciones con la gente, que se hayan establecido en el uso consuetudinario de la época, en lo manifiesto se debe imitar a la gente en general, de manera que ésta no interfiera en los asuntos de esta persona, puesto que poseer un estado peculiar provoca (en los demás) la apren­sión y la maledicencia, a menos que imitarlos en ello implique contra­riar un asunto importante de la religión, cuyo abandono pueda traer aparejado un perjuicio al viaje espiritual, en cuyo caso, no es necesario imitarlos, a menos que sea por taqîiah,[34] y este tipo de asuntos depende del juicio de los dotados de visión de la época.
Y todo el que torne para sí imperiosas esas veinticinco co­sas y las procure con sinceridad, “a‘nî ibtigâ’an li waÿhil·lâh lâ liga­radin duniawîin ‘âÿil” [quiero de­cir, para procurar la Faz (esto es, la satisfacción) de Al·lâh y no por un motivo mundanal efímero], día a día su estado progresará, se incrementarán sus obras buenas, sus malas acciones serán perdo­nadas y sus niveles elevados. Entonces, si es que es de entre la gente del conocimiento, quiero decir, si las cuestiones del cono­cimiento divino de entre las des­cripciones del Origen y el Re­torno y el conocimiento del alma y temas semejantes llegaron a sus oídos, y considera como el propósito último conocerlos tal como son (kamâ hua) dando completa importancia al hecho de conocerlos, y es de entre aquellos que entienden, entonces día a día su sabiduría se incre­mentará, y por inspiración di­vina obtendrá capacidades en la medida que logre realizar la ado­ración y asistir ante los sabios y (prestar atención a) sus palabras; ya que debes saber que la lozanía interior y la súplica respondida y cosas como éstas, dependen del propio esfuerzo y atención, y en cualquier caso logrará que ello le acerque al Creador, Glorifi­cado Sea, y le proporcionará un amor y una luz; que ciertamente que el amor completo y la luz profusa son fruto del conoci­miento, el cual a veces llega a tal punto que se puede observar la mayoría de los asuntos del Más Allá en esta vida, tal como se transmitió de Hârizah ibn Nu‘mân y cuyo hadîz se encuen­tra citado en Al-Kâfî[35]. Cada vez que el amor se intensifica y llega al grado de la pasión (‘eshq) y se entrega (esto es, es fascinado y seducido) en el recuerdo del Creador, ello es denominado encuentro (liqâ’), arribo (wusûl), aniquilación (fanâ’) en Dios, permanencia (baqâ’) por Dios, y expresiones semejantes.
Y ésta es la meta y propósito de la Creación, así como se ha indicado en el Hadîz Qudsî sobre que:
«كُنْتُ كَنْزاً مَخْفِيّاً فَأَحْبَبْتُ أَنْ أُعْرَفَ فَخَلَقْتُ الْخَلْقَ لِكَيْ أُعْرَفَ‏ »
“Kuntu kanzan majfîian fa ahbabtu an u‘rafa fajalaqtu-l jalqa likai u‘rafa” - [Yo era un tesoro oculto; quise ser conocido; así, originé la Creación para ser conocido][36], y en la Revelación coránica:
﴿ وَمَا خَلَقْتُ الْجِنَّ وَالإِنسَ إِلاَّ لِيَعْبُدُونِ ﴾
“Wa mâ jalaqtu-l ÿinn-i wal ins-a il·la li ia‘budûni” («No he creado a los genios y a los hombres sino para que Me adorasen»).[37] “Qîla, aîi “li ia´rifûna”, wa innamâ ‘abbara ‘an-il ma‘rifah bil ‘ibâdat-i li’annahâ lâ tanfakk-u ‘anhâ wa innama ‘ab­bara ‘an-il·zim-i bil malzûm li’al·lâ iatawahhamu anna-l maqsûda aîiata ma‘rifatin kânat, bal al-ma‘rifat-ul jâssat-il·latî lâ tahsilu il·la min ÿihat-il ‘ibâdah” [Se dijo (que Al·lâh dijo): O sea, “para que (Me) conociesen”[38]; y se refi­rió al “conocimiento” a través de la “adoración” puesto que el conocimiento no se separa de la adoración. Se refirió al “propó­sito” (el conocimiento) a través de una de sus implicancias (la adoración) para que no se su­ponga que el propósito de Dios es cualquier conocimiento, sino que es un conocimiento especial que solo se produce a través de la adoración.]
Porque el conocimiento es de diversas clases y posee muchos caminos y no cualquier conoci­miento suscita el acercamiento (qurb) y el arribo (wusûl), puesto que para la mayoría de la gente también se produce un conoci­miento a través de la imitación, y los teólogos (mutakal·limîn) tam­bién se han hecho de un conoci­miento a través de las pruebas dialécticas cuyas preliminares están compuestas por los cono­cimientos categóricos (mu­sal·lamât), los conceptos razona­blemente aceptados (maqbulât) y las suposiciones (madznunât); asimismo, los filósofos han obte­nido un conocimiento a través de los argumentos racionales (ba­rahîn ‘aqlîiah) cuyas preliminares están compuestas por las certe­zas (iaqinîiât), y ninguno de ellos provoca el arribo (wusûl) y el amor. Entonces, todo aquel para quien se haya suscitado el cono­cimiento a través de adorarle a Él, es el fruto del árbol de la Creación y el propósito de la creación del mundo, y los demás, todos fueron traídos a la existen­cia como anexo al mismo y para servirle:
Son anexos a la existencia del amor,
tanto los hombres como los genios.
Muestra una inclinación
para que alcances la felicidad.
Y por ello, en un Hadîz Qudsî leemos que Al·lâh, dirigiéndose a Su Profeta –que las bendiciones de Al·lâh sean con él y su puri­ficada Familia-, dijo:
« لَوْلاكَ لما خَلَقْتُ الأَفْلاك »
“Law lâka lamâ jalaqtu-l aflâk”[Si no fuera por ti, Yo no habría creado las constelaciones].[39]
Entonces, todo el que tenga una elevada motivación y en­cuentre la gema dentro de sí, debe esforzarse para, a través de la obediencia (‘ubû­dîiah), la ado­ración (‘ibâdah), la piedad (taqwâ) y la purificación (tahârah), acer­carse a este nivel (y se refiere a acercarse a este nivel lo que el Noble Profeta –que las bendicio­nes de Al·lâh sean con él y su purificada Familia- dijo respecto a Salmân:
« سَلْمانُ مِنّا أَهْلُ الْبَيْتِ »
“Salmán es de nosotros Ahl-ul Bait.[40]
Ya que no te otorgan la unión a Él sino con esfuerzo,
Entonces, ¡oh corazón! Esfuér­zate en la medida que puedas.
Si es que llegaste a la meta, ¡bravo por la felicidad!, y si en este camino moriste, ¡bravo por el martirio!
Si mueres en Su camino, eres un mártir,
Y si vences en la carrera, eres el ornamento de los siervos.
﴿ وَمَن يَخْرُجْ مِن بَيْتِهِ مُهَاجِراً إِلَى اللَّهِ وَرَسُولِهِ ثُمَّ يُدْرِكْهُ الْمَوْتُ فَقَدْ وَقَعَ أَجْرُهُ عَلَى اللَّهِ ﴾
“Wa man iajruÿu min beitihi muhâÿiran ilâl·lâhi ua rasûlihi zumma iudrikh-ul mauta faqad uaqa‘a aÿruhu ‘alâl·lâh”(«… La recompensa de aquél a quien sorprenda la muerte, después de dejar su casa para emigrar a Al·lâh y a su Mensajero, in­cumbe a Al·lâh…»).[41]
Si ofrezco mi vida por alcanzar este deseo,
Debo desatar mi corazón de la casa y de la tienda.
Y el éxito proviene de Al·lâh, el Po­deroso, el Sabio, y la Alabanza sea para Al·lâh, Señor del Uni­verso, y los Saludos sean sobre Muhammad y su Familia purifi­cada.


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Fin del Tratado titulado
Zâd-e Sâlek”
(Las Provisiones del
Viajero Espiritual)

[1] Tomado de la aleya 59 de la Sûra an-Naml (nº 27). La aleya completa es de la siguiente manera:
﴿ قُلِ الْحَمْدُ لِلَّهِ وَسَلاَمٌ عَلَى عِبَادِهِ الَّذِينَ اصْطَفَى ءَآللَّهُ خَيْرٌ أَمَّا يُشْرِكُونَ
“Qul al-hamdulil·lâh wa salâmun ‘alâ ‘ibâdihil ladhîna-stafâ ’a-al·lâh-u jairun ammâ iushrikûn” - «Di: “¡Alabado sea Dios, y que la paz sea con Sus siervos elegidos! ¿Quién es preferible, Dios o los que idolatran?”.»
[2] Sûra an-Nahl; 16: 78.
[3] Sûra an-Naÿm; 53: 42.
[4] Sûra al-Inshiqâq; 84: 6.
[5] Sûra al-An‘âm; 6: 153.
[6] Manâzil as-Sâ’îrîn, de Joÿeh ‘Abdul·lah Ansârî.
[7] Sûra al-Muzzammil; 73: 8.
[8] Sûra al- ‘Ankabût; 29: 69.
[9] Sûra al-Baqarah; 2: 197.
[10] Sûra al-Baqarah; 2: 282.
[11] Esta narración no fue citada en ninguna parte en forma completa, pero se mencionaron partes de la misma en varios lugares, entre ellos, referirse a: Usûl al-Kâfî, t. 1, p. 44, capítulo: “Quien actúe sin conocimiento”; Muniat al-Murîd, del Shahîd Az-Zânî, corregido por Rezâ Mujtârî, p. 181; Bihâr al-Anwâr, t. 1, p. 206, capítulo: “La acción sin conocimiento”.
[12] Usûl al-Kâfî, t. 1, p. 43, capítulo: “Quien actúa sin conocimiento.” Primer Hadîz, y allí, en vez de “mucho andar” dice “mucha rapidez.”
[13] Esto fue tomado de las palabras de Amîr Al-Mu’minîn, Jutbah (Discurso) nº 127, donde ‘Alî –la paz sea con él- dijo:
« الْزَمُوا السَّوَادَ الأَعْظَمَ فَإِنَّ يَدَ اللَّهِ مَعَ الْجَمَاعَةِ وَ إِيَّاكُمْ وَ الْفُرْقَةَ فَإِنَّ الشَّاذَّ مِنَ النَّاسِ لِلشَّيْطَانِ »
“Aferraos a una concentración numerosa, puesto que la mano de Dios está con el grupo; y alejaos de la desunión puesto que quien se aparta de la gente es de Satanás.” (Nahÿ al-Balâgah).
[14] Sûra al-Ahzâb; 33:21.
[15] Sûra Âli ‘Imrân; 3: 31.
[16] Dijo el Imam As-Sâdiq -la paz sea con él-:
« مَنْ تَرَكَ الْجُمُعَةَ ثَلَاثاً مِنْ غَيْرِ عِلَّةٍ طَبَعَ اللَّهُ عَلَى قَلْبِهِ »
“Quien abandone el Salât al-Ÿum‘ah (la Oración del Viernes) tres veces (seguidas) sin motivo alguno, Dios sellará su corazón.” Referirse a: Wasâ’il ash-Shî‘ah, Hurr Al-‘Âmilî, t. 5, capítulo primero de los capítulos del Salât al-Ÿum‘ah, p. 6, hadîz nº 20, y también hadîz nº 15, Ediciones Islâmîiah.
[17] Los rezos meritorios diarios son: dos ciclos de oración antes del rezo de la mañana (faÿr), ocho ciclos de oración antes del rezo del mediodía (dzuhr), ocho ciclos de oración antes del rezo de la tarde (‘asr), cuatro ciclos de oración después del rezo del ocaso (magrib), la oración de witr que consiste en dos ciclos de oración de sentado (que equivalen a un solo ciclo de pie) después del rezo de la noche (‘ishâ’), y los once ciclos de la oración que se realizan en medio de la noche (salât al-lail) [N. del T.].
[18] Los mejores días para realizar estos ayunos preferibles son el primer jueves del mes, el último jueves del mes y el miércoles de la segunda decena [N. del T.].
[19] Sûra a-Ma‘âriÿ; 70: 24 y 25.
[20] Al-Burhân, t. 4, pp. 384-385.
[21] Dijo el Imam As-Sâdiq -la paz sea con él-:
« لَوْ أَنَّ أَحَدَكُمْ حَجَّ دَهْرَهُ ثُمَّ لَمْ يَزُرِ الْحُسَيْنَ بْنَ عَلِيٍّ (ع) لَكَانَ تَارِكاً حَقّاً مِنْ حُقُوقِ رَسُولِ اللَّهِ (ص) لِأَنَّ حَقَّ الْحُسَيْنِ (ع) فَرِيضَةٌ مِنَ اللَّهِ تَعَالَى وَاجِبَةٌ عَلَى كُلِّ مُسْلِمٍ »
“Si alguno de vosotros realiza la Peregrinación durante toda la vida pero luego no visita a Husein ibn ‘Alî -con ambos sea la paz- será alguien que habrá abandonado un derecho de entre los derechos del Mensajero de Dios -que las bendiciones y paz sean con él y su familia- puesto que el derecho de Husein –la paz sea con él- es un precepto de Dios, obligatorio para todo musulmán.” Tahdhîb al-Ahkâm, Sheij At-Tûsî, t. 6, p. 42, Ediciones Islâmîiah, capítulo 16 del libro Al-Mazâr (“Los lugares de visita”), hadîz nº 87; Kâmil az-Ziârât, Ibn Qûlûaîh, capítulo 43, p. 131, hadîz nº 4, Ediciones Sadûq, Teherán.
[22] Dijo el Imam Ar-Ridâ (a.s.):
« إِنَّ لِكُلِّ إِمَامٍ عَهْداً فِي عُنُقِ أَوْلِيَائِهِ وَ شِيعَتِهِ وَ إِنَّ مِنْ تَمَامِ الْوَفَاءِ بِالْعَهْدِ وَ حُسْنِ الْأَدَاءِ زِيَارَةَ قُبُورِهِمْ فَمَنْ زَارَهُمْ رَغْبَةً فِي زِيَارَتِهِمْ وَ تَصْدِيقاً بِمَا رَغِبُوا فِيهِ كَانَ أَئِمَّتُهُمْ شُفَعَاءَهُمْ يَوْمَ الْقِيَامَةِ »
“Ciertamente que cada Imam tiene un pacto que rige sobre sus awliâ’ y sus shi‘as, y ciertamente que entre las maneras de observar completamente ese pacto y su correcto cumplimiento, está la visita a sus tumbas; así pues, quienes les visiten ansiándolo y verificando tal anhelo, tendrán a sus Imames como intercesores en el Día del Juicio Final.” ‘Ilal ash-Sharâ’i‘, Sheij As-Sadûq, p. 459, ediciones Dâûrî, Qom, capítulo 221 – “La razón por la cual es obligatorio visitar al Profeta –las bendiciones y la paz de Al·lâh sean con él y su purificada familia- y a los Imanes -la paz sea con ellos- tras el Haÿÿ”, hadîz nº 3.
[23] Sûra al-Baqarah; 2: 222.
[24] No ocupar el tiempo en cosas vanas y carentes de valor.
[25] Sûra al-A‘râf; 7: 201 y 202.
[26] Estas palabras están basadas en un hadîz que se encuentra en Usûl al-Kâfî, Kitâb Al-Qur’ân, capítulo: “La lectura del Corán”, t. 2, p. 609, impresiones Ajûndî, con comentarios del fallecido Faid, ‘Al·lâmah Tabâtaba’î y otros: Dijo el Imam As-Sâdiq –la paz sea con él-:
« الْقُرْآنُ عَهْدُ اللَّهِ إِلَى خَلْقِهِ فَقَدْ يَنْبَغِي لِلْمَرْءِ الْمُسْلِمِ أَنْ يَنْظُرَ فِي عَهْدِهِ وَ أَنْ يَقْرَأَ مِنْهُ فِي كُلِّ يَوْمٍ خَمْسِينَ آيَةً »
“El Corán es un pacto de Al·lâh con Su creación, entonces, es adecuado que la persona musulmana observe su pacto con Al·lâh y lea de él cada día cincuenta aleyas.”
[27] Se transmitió del Imam As-Sâdiq -la paz sea con él- que dijo:
« كَانَ أَبِي (ع) كَثِيرَ الذِّكْرِ لَقَدْ كُنْتُ أَمْشِي مَعَهُ وَ إِنَّهُ لَيَذْكُرُ اللَّهَ وَ آكُلُ مَعَهُ الطَّعَامَ وَ إِنَّهُ لَيَذْكُرُ اللَّهَ وَ لَقَدْ كَانَ يُحَدِّثُ الْقَوْمَ وَ مَا يَشْغَلُهُ ذَلِكَ عَنْ ذِكْرِ اللَّهِ وَ كُنْتُ أَرَى لِسَانَهُ لَازِقاً بِحَنَكِهِ يَقُولُ لا إِلَهَ إِلاّ اللَّهُ »
“Mi padre abundaba en el recuerdo (a Dios). Yo solía caminar con él y él recordaba (a Dios), yo comía con él y él recordaba a Dios, él hablaba a la gente, y ello no le ocupaba respecto del recuerdo a Dios, y yo veía su lengua adherida a su paladar mientras decía: “lâ ilâha il·lal·lâh” – [No hay divinidad sino Dios]. Al-Kâfî, T. 2, p. 499, capítulo: “Recuerda mucho a Dios, Majestuoso e Imponente”, Ediciones Âjundî. Al-Mahaÿÿat al-Baidâ’, t. 2, p. 248, libro: “Los Recuerdos y Súplicas”, primer capítulo, Ediciones Ÿâmi‘ah al-Mudarrisîn, corregido por ‘Alî Akbar Gaffârî.
[28] Amâlî As-Sadûq, reunión 6, hadîz nº 4, Ediciones A‘lamî, Beirut. Y en él encontramos:
« أَكْيَسُ النَّاسِ مَنْ كَانَ أَشَدَّ ذِكْراً لِلْمَوْتِ … وَ أَعْلَمُ النَّاسِ مَنْ جَمَعَ عِلْمَ النَّاسِ إِلَى عِلْمِهِ »
“El más sagaz de entre la gente es aquel que recuerda a la muerte con más intensidad… y el más sabio entre la gente es aquel que incorpora el conocimiento de la gente al suyo propio.”
[29] En algunos textos, en vez de la expresión: “Y realizar el recuerdo consistente en cuatro golpeteos”, está: “Y realizar el recuerdo a Dios en forma manifiesta y oculta”. El fallecido Armûî consideró más correcta la segunda expresión. Referirse a: Zâd-e Sâlek, corregido e investigado por Muhaddiz Ârmûî, pp. 67-88, impreso en 1331, Teherán.
[30] Esta tradición, con algunas diferencias, ha sido transmitida en los compendios de tradiciones shias y sunnis. Bihâr al-Anwâr, t. 70, impreso en Irán, capítulo: “La Sinceridad”, p. 242, hadîz nº 10, de ‘Uiûn Ajbâr Ar-Ridâ; también en Bihâr al-Anwâr, t. 70, p. 249, hadîz nº 25.
[31] Sûra al-Qasas; 28: 83
[32] Sûra al-Kahf; 18: 103-104.
[33] Sûra Fussilat; 41: 29.
[34] Taqîiah: ocultar la verdadera creencia por temor, al estar en peligro la vida, bienes u honor propio o de sus próximos [N. del T.].
[35] Al-Kâfî, t. 2, p. 53, Kitâb al-Imân wal Kufr (Libro de la Fe y la Incredulidad), capítulo Haqîqah al- Imân wa al-Iaqîn (La Realidad de la Fe y la Certeza), hadîz nº 2:
« إِنَّ رَسُولَ اللَّهِ (ص) صَلَّى بِالنَّاسِ الصُّبْحَ فَنَظَرَ إِلَى شَابٍّ فِي الْمَسْجِدِ... فَقَالَ لَهُ رَسُولُ اللَّهِ (ص): كَيْفَ أَصْبَحْتَ يَا فُلانُ قَالَ أَصْبَحْتُ يَا رَسُولَ اللَّهِ مُوقِناً فَعَجِبَ رَسُولُ اللَّهِ ص مِنْ قَوْلِهِ وَ قَالَ إِنَّ لِكُلِّ يَقِينٍ حَقِيقَةً فَمَا حَقِيقَةُ يَقِينِكَ فَقَالَ إِنَّ يَقِينِي يَا رَسُولَ اللَّهِ هُوَ الَّذِي أَحْزَنَنِي وَ أَسْهَرَ لَيْلِي وَ أَظْمَأَ هَوَاجِرِي فَعَزَفَتْ نَفْسِي عَنِ الدُّنْيَا وَ مَا فِيهَا حَتَّى كَأَنِّي أَنْظُرُ إِلَى عَرْشِ رَبِّي وَ قَدْ نُصِبَ لِلْحِسَابِ وَ حُشِرَ الْخَلَائِقُ لِذَلِكَ وَ أَنَا فِيهِمْ وَ كَأَنِّي أَنْظُرُ إِلَى أَهْلِ الْجَنَّةِ يَتَنَعَّمُونَ فِي الْجَنَّةِ وَ يَتَعَارَفُونَ وَ عَلَى الْأَرَائِكِ مُتَّكِئُونَ وَ كَأَنِّي أَنْظُرُ إِلَى أَهْلِ النَّارِ وَ هُمْ فِيهَا مُعَذَّبُونَ مُصْطَرِخُونَ وَ كَأَنِّي الْآنَ أَسْمَعُ زَفِيرَ النَّارِ يَدُورُ فِي مَسَامِعِي فَقَالَ رَسُولُ اللَّهِ (ص) لِأَصْحَابِهِ هَذَا عَبْدٌ نَوَّرَ اللَّهُ قَلْبَهُ بِالإِيمَانِ ثُمَّ قَالَ لَهُ الْزَمْ مَا أَنْتَ عَلَيْهِ ».
Por cierto que el Mensajero de Dios –las bendiciones y la paz de Al·lâh sean con él y su purificada familia- rezó con la gente la oración de la mañana y observó a un joven en la mezquita… El Mensajero de Dios (s.a.w.) le dijo: “¿Cómo amaneciste ¡oh fulano!”. Dijo: “Amanecí ¡oh Mensajero de Dios! siendo poseedor de certeza.” El Mensajero de Dios (s.a.w.) se sorprendió por sus palabras y le dijo: “Ciertamente que para cada certeza hay una realidad. ¿Cuál es la realidad de tu certeza?”. Dijo: “Mi certeza, ¡oh Mensajero de Dios!, es aquello que me atribuló, me hizo permanecer la noche en vela, e hizo languidecer mis miembros, de manera que mi alma se hastió del mundo y lo que contiene, al punto que es como si observara el Trono de mi Señor, que se ha constituido el Cómputo y las criaturas se han congregado para ello, estando yo entre ellos. Y es como si viera a la gente del Paraíso gozando en él Paraíso, reconociéndose y recostados sobre divanes. Es como si estuviera viendo a la gente del Fuego siendo castigados y gritando; es como si ahora mismo estuviera escuchando la espiración de Fuego que circunda mis oídos.” Entonces dijo el Mensajero de Dios (s.a.w.) a sus Compañeros: “Éste es un siervo cuyo corazón Dios ha iluminado mediante la fe.” Luego le dijo a él: “¡Mantén el estado que posees!” [N. del T.].
[36] Ver: Ihqâq al-Haqq, t. 1, p. 43, impreso junto a Asrâr al-Hukm de Hâÿÿ Mul·lâ Hâdî Sabzawârî, con explicaciones de ‘Al·lâmah Sha‘rânî, p. 20, impresiones Islâmîiah.
[37] Sûra adh-Dhârîât; 51: 56.
[38] Del Imam Al-Husein –que la paz sea con él-:
« أَيُّها النّاسُ إِنَّ الله جَلَّ ذِكْرُهُ ما خَلَقَ الْعِبادَ إِلاّ لِيَعْرِفُوهُ فَإِذا عَرَفُوهُ عَبَدُوهُ‏ »
“¡Oh gente! Ciertamente que Al·lâh -en-grande­cida sea Su mención- no creó a los sier­vos sino para que Le conozcan; así, cuando Lo conocen, Le adoran.” Tafsîr as-Sâfî, Faid Al-Kâshânî, t. 5, p. 75, en la explicación de la aleya 56 de la Sûra adh-Dhârîât. Impresiones de la Biblio­teca Sadr.
[39] Bihâr al-Anwâr, t. 15, p. 27. Historia del Noble Profeta (s.a.w.), cap. primero, hadîz nº 48, p. 28.
[40] Safînah al-Bihâr, nueva impresión de Astân-e Quds, t. 2, p. 704. Ver también: Nafs ar-Rahmân fî Fadâ’il-i Salmân, del gran narrador de hadices Mirzâ Husein Nûrî.
[41] Sûra an-Nisâ’; 4: 100.

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