9.9.11

"Los principios inmutables del Islam y la educación occidentalizada en el mundo islámico" de Seyyed Hossein Nasr.

La introducción de los sistemas educativos occidentales en el mundo islámico es uno de los principales elementos que han introducido tensiones y heterogeneidad dentro de la matriz de la sociedad islámica. Este factor, unido al contacto constante que muchos intelectuales y estudiantes musulmanes mantienen con las instituciones educativas del mundo occidental, ha puesto en primer plano de la escena la cuestión crucial de la relación entre los principios inmutables del Islam y la filosofía, los métodos y el contenido de los sistemas educativos occidentales. La disparidad, la incongruencia y el constante conflicto abierto entre los sistemas educativos islámicos y occidentales y sus objetivos deben ser examinados y estudiados seriamente por todos aquellos interesados en el bien de la sociedad islámica y su futuro.

Dos sistemas educativos en pugna han creado en el mundo musulmán de hoy una ruptura entre una minoría de educación occidental y una mayoría que, tanto en el nivel popular como en el intelectual, está enraizada en el Islam tradicional. Una generación de musulmanes de muchos países ha sido educada en un modo de pensamiento, basado en la ciencia y la filosofía modernas, que les hace difícil comprender el lenguaje de las obras tradicionales en las que está contenida la sabiduría islámica. En muchas partes del mundo musulmán se puede ver cómo dos hombres pertenecientes al mismo país y que incluso hablan externamente el mismo lenguaje no se entienden entre sí porque utilizan sistemas de referencias y mundos de ideas distintos. Al mismo tiempo, han aparecido durante todo un siglo un gran número de obras debidas a orientalistas occidentales, muchos de los cuales han sido hostiles al Islam y de hecho han escrito sobre él no ha causa de su amor por el tema sino para refutarlo. Sin embargo, estas obras, incluso las que están llenas de prejuicios y deformaciones, son las únicas fuentes de información sobre el Islam que están al alcance de las personas educadas según los modernos sistemas educativos y son atractivas para muchos debido a lo que parece ser su método y su lenguaje «científicos».

A esta situación se añade la necesidad que sienten diferentes partes de la comunidad islámica, tales como la sunní y la shi’í, de conocerse mejor entre sí y, en una escala mayor, de obtener un conocimiento más profundo ,de las otras grandes tradiciones religiosas del mundo. El problema del encuentro con otras religiones es complementario del contacto con el modernismo. Un musulmán tradicional no necesita preocuparse por la teología cristiana o por la metafísica hindú o budista. Pero, una vez que se ha tenido contacto con las diferentes formas de modernismo, existe en la mayoría de los casos una necesidad interior de conocer también las otras religiones. De hecho, este conocimiento a menudo es un antídoto contra el escepticismo producido como consecuencia del modernismo, mientras que en un ambiente islámico homogéneo este conocimiento sería en la mayoría de los casos innecesario y superfluo.

Con estos factores en mente, creemos que los intelectuales musulmanes que se ocupan de los estudios islámicos en occidente o en el contexto de las instituciones educativas modernas en el mundo islámico deben ser conscientes de las siguientes metas y objetivos que., atañen a toda la comunidad islámica y a su futuro:

1) El Islam es una tradición espiritual y religiosa viva, no una religión muerta de interés meramente histórico. El deber de los estudiosos del Islam que se mueven en un contexto moderno debe ser, antes que nada, presentar al mundo moderno los muchos tesoros de sabiduría que todavía existen en la tradición islámica pero que están medio olvidados por una generación de musulmanes de educación occidental. Esto significa traducir las verdades tradicionales del Islam a un lenguaje contemporáneo sin traicionarlas. Esta difícil tarea requiere de alguien que crea firmemente en el Islam y no se haya prendado del ruido y la algarabía del modernismo. Necesita a alguien que juzgue el mundo de acuerdo con los principios inmutables del Islam y no trate de «reformar» sus verdades, dadas por Al-lâh, a la luz de las circunstancias transitorias y efímeras que se llaman «los tiempos». Esta persona debe estar libre del sentimiento de inferioridad intelectual con respecto a occidente. Al contrario, debe conscientemente defender y estar orgulloso de la tradición islámica con todas sus riquezas intelectuales y espirituales, y no ver el Islam como una simple fe racional carente de dimensiones espirituales, como algunos han intentado presentarlo.

Al mismo tiempo debe conocer bien el mundo occidental, conocerlo bien, pero no de segunda mano, lo cual le haría tomar por novedades lo que ya ha sido abandonado por la intelectualidad de occidente. Debe conocer las fuerzas internas que motivan el espíritu occidental y comprender claramente la vida filosófica, científica, religiosa, artístico y social de occidente en sus raíces religiosas e históricas, así corno en sus manifestaciones actuales. Sólo una Persona que conozca do primera mano la vida intelectual del Islam y haya dominado el medio de expresión contemporáneo puede esperar presentar en una forma y un lenguaje nuevos la sabiduría parenne que existe dentro de la tradición islámica. Sólo una persona así puede proporcionar el necesario conocimiento del Islam a una nueva generación que ha perdido el contacto con esta sabiduría, al haber sido educada en otro modo de pensamiento y expresión, y que al mismo tiempo necesita desesperadamente la verdad salvadora contenido en el mensaje islámico.

2) El estudio del Islam por parte de los orientalistas ha producido un gran número de obritas que son estudiadas por todos los interesados en los estudios islámicos, no sólo en occidente y en países no musulmanes del Asia, sino incluso en los países musulmanes en los que está extendida una lengua europea, como el inglés o el francés. Por desgracia, el Islam no ha recibido un tratamiento favorable en la mayoría de esas obras, incluso en comparación con otras grandes religiones del Asia, como el hinduismo y el budismo. Muchos factores, tales como los contactos históricos entre el cristianismo y el Islam, que no siempre han sido amistosos, el miedo medieval de Europa hacia los musulmanes, el hecho de que el Islam fuera posterior históricamente al cristianismo, el origen semítico del Islam para la población predominantemente indoeuropea del mundo occidental, que por ello se siente naturalmente más atraída por el hinduismo y otras religiones arias, todo esto tiene un papel en el tratamiento desfavorable que el Islam ha recibido y sigue recibiendo en muchas partes de occidente, aunque hay, por supuesto, honorables excepciones. De hecho, hasta hace muy poco, muchos de los orientalistas que escribían sobre el Islam se embarcaron en este campo no por amor hacia algún aspecto de él, sino porque habían sido empujados a ello más o menos involuntariamente por su actividad de filólogos o misioneros.

La considerable cantidad de investigaciones realizada por los orientalistas en el campo de los estudios islámicos contiene muchas cosas de valor científico e histórico, aun cuando hay muchos elementos en sus obras que son inaceptables desde el punto de vista islámico, y aun cuando se encuentran en muchos casos distorsiones y errores de interpretación. Cualquiera que sea el valor de estos estudios, no pueden ser refutados ni su influencia ser anulada simplemente denunciando a los orientalistas o empleando contra ellos el lenguaje de la demagogia. Lo que han hecho los orientalistas es estudiar el Islam para sus propios fines y necesidades. La tarea de los intelectuales musulmanes relacionados con las modernas instituciones y organizaciones educativas y académicas consiste en dar una respuesta islámica al desafío de los orientalistas con un lenguaje y un método apropiados para esta tarea. Tal empresa sería también de un gran interés para el propio mundo del orientalismo. Lo que se necesita es un estudio de todos los campos de la tradición y civilización islámicas realizado por estudiosos musulmanes que, al tiempo que crean firmemente en sus propios principios, puedan expresarlos de forma docta a fin de ofrecer una respuesta a los desafíos al Islam planteados por las obras de muchos orientalistas. Además, deben expresarlos en un lenguaje aceptable para las personas educadas en el ambiente racionalista y escéptico de las escuelas modernas. Sólo una empresa de este tipo podría reducir la influencia de tales obras en los musulmanes afectados por sus escritos. Tal empresa podría, al mismo tiempo, ayudar a presentar el Islam y su cultura e historia en su verdadero color.

3) El desafío al Islam que presenta el estudio de estos orientalistas está estrechamente ligado con toda la actitud científica, histórica y moderna, de la que el enfoque y el método habituales en la mayoría de los orientalistas no es más que un reflejo. Este inmenso desafío con el que se enfrenta el Islam, como también todas las demás religiones, hay que verlo hoy especialmente en el contexto de ideologías, y doctrinas como la evolución, el psicoanálisis, el existencialismo, el historicismo y, en otro nivel, el materialismo dialéctico. Desde luego no es posible que una sola persona sea especialista en todas las disciplinas científicas y todas las escuelas filosóficas, y proporcione respuestas completas a todas las preguntas planteadas por estos «ismos». Una respuesta completa requiere un esfuerzo combinado por parte de un gran número de pensadores islámicos que trabajen en armonía en el seno de la tradición islámica, La sabiduría tradicional islámica posee las doctrinas metafísicas que son las únicas capaces de dar las respuestas a tales problemas, pero estas respuestas necesitan ser formuladas y cristalizadas. Esos modos de pensamiento modernos en su mayoría han aparecido, de hecho, como resultado del olvido de los principios metafísicos.

La presentación de las doctrinas tradicionales islámicas en un lenguaje contemporáneo ayudaría por sí misma a afrontar estos y otros desafíos parecidos planteados por el modernismo. La situación en que se encuentran los intelectuales musulmanes relacionados con los estudios islámicos pero en una universidad de orientación occidental, ya esté situada en oriente o en occidente, los pone en la vanguardia de esta labor de proporcionar respuestas islámicas a las ideas de moda, algunas de las cuales son pseudociencia exhibida con ropaje científico y otras pura y simplemente el fruto del secularismo de los últimos cuatro siglos en occidente. Asimismo, al estudiar el Islam como una realidad viva y subrayar la naturaleza perenne de las verdades contenidas en la tradición islámica, estos estudiosos pueden proporcionar un antídoto contra la enfermedad del historicismo tan difundido hoy en día y al que el Islam se opone en sus raíces filosóficas al negarse a admitir que la verdad pueda encarnarse en la historia.

4) Toda religión, por el hecho de entrar en el mundo, participa en la multiplicidad que es característica de este y, por consiguiente, pronto se divide en diferentes escuelas y perspectivas. En realidad, es capaz de integrar en su estructura a pueblos de temperamentos psicológicos y espirituales diversos gracias a la presencia de estas dimensiones, colocadas providencialmente en el seno de la revelación. El Islam no constituye una excepción a esta regla, aunque ha mostrado más homogeneidad y menos diversidad que otras religiones mundiales. Una de las tareas de la erudición islámica contemporánea sería estudiar esta diversidad del Islam a la luz de sus principios unificadores y delinear la estructura de, las dos grandes dimensiones ortodoxas del Islam, a saber, el sunnismo y el shi’ísmo, así como de los movimientos y sectas que se han desviado de ellas. Debería promover su mejor conocimiento mutuo.

Las enemistades familiares se dan de forma natural en toda familia, pero son dejadas a un lado inmediatamente cuando todo el grupo familiar está en peligro. En la situación actual del mundo islámico es esencial un entendimiento intelectual y espiritual entre sunnismo y shi’ísmo, como lo es una firme comprensión de la ortodoxia total del Islam, que consta de estas dos ramas principales. Es importante, asimismo, realizar un estudio crítico de los pequeños grupos religiosos que a lo largo de los siglos se han separado de la corriente principal de la vida religiosa islámica y descubrir su relación con el cuerpo principal de la ortodoxia musulmana. Aunque tales estudios puedan tener lugar y de hecho ya han tenido lugar hasta cierto punto en instituciones educacionales islámicas tradicionales como el al-Azhar, la pertinencia de este diálogo es evidente especialmente en el contexto del mundo moderno. Esta es la razón por la que algunos de los más ardientes defensores de la renovación del diálogo entre las diversas escuelas del pensamiento y la jurisprudencia islámicos son los intelectuales musulmanes que han tenido una experiencia íntima de la educación moderna y de los diversos modos de pensamiento occidentales.

5) También debido al contacto con el mundo moderno, que corroe la homogénea concepción religiosa del mundo y al mismo tiempo facilita el conocimiento de otras tradiciones religiosas, la puesta en práctica de un diálogo serio entre el Islam y otras religiones se ha convertido en algo necesario. Hasta ahora los musulmanes en conjunto han estado menos interesados en el estudio de otras religiones que los cristianos o los hindúes y budistas, quizá porque la presencia de otras religiones ya era una verdad aceptada en el Islam antes de los tiempos modernos.

De todas las grandes tradiciones religiosas de la humanidad, el Islam es la única que había tenido contacto, antes de la época moderna, con casi todas las tradiciones importantes, con el cristianismo y el judaísmo en los territorios occidentales y centrales del Islam, con el zoroastrismo y otras religiones iranias en Persia e Irak, con el hinduismo en la India, con el budismo en la Persia noroccidental y en Afganistán, y con la tradición china en Sinkiang. Además, el principio de la universalidad de la revelación es expresado claramente en el Corán y de hecho fue explorado en cierta medida por algunos de los maestros musulmanes antiguos como Rúmî o Ibn ‘Arabî. En principio, por tanto, el hecho de estudiar con una actitud favorable las otras religiones y permanecer completamente fiel a sus propios principios es más fácil para el Islam que para muchas otras religiones, a las que les puede resultar difícil, desde el punto de vista de su estructura dogmática y teológica, aceptar a las demás tradiciones. No obstante, hasta el momento se han llevado a cabo pocos estudios serios de otras religiones por parte de estudiosos musulmanes en los tiempos modernos, y pocos intentos se han hecho de penetrar en el mensaje interior de otras religiones.

La enemistad existente entre musulmanes y cristianos en el Próximo Oriente desde el siglo pasado, combinada con los problemas creados por la partición de Palestina con los judíos durante las últimas décadas han hecho difícil el estudio comprensivo de estas religiones, al menos en el Próximo Oriente árabe, donde las comunidades religiosas salidas de la tradición abrahámica viven tan juntas. La misma amargura sienten los musulmanes contra el hinduismo en muchas regiones del subcontinente. Sin embargo, es necesario que los intelectuales musulmanes estudien las demás religiones, no sólo por conveniencias políticas, sino para ofrecer respuestas a esas preguntas planteadas por el secularismo a las que no es posible enfrentarse salvo mediante la defensa de la religión como tal. El mejor modo de defender hoy el Islam en su naturaleza íntegra es defender la religio perennis, la religión primordial (al‑dîn al‑hanîf) que reside en el corazón del Islam y también en el centro de todas las religiones que han sido enviadas al hombre por la gracia del cielo.

Naturalmente, llevar a cabo todas estas tareas, presentar la sabiduría tradicional del Islam en un lenguaje contemporáneo, responder a las cuestiones planteadas por las obras de los orientalistas, ofrecer una respuesta a los desafíos del modernismo, crear un mayor entendimiento entre los diferentes grupos de musulmanes y, finalmente, entablar un diálogo entre el Islam y las demás religiones, es una empresa de gran trascendencia.

Pone en juego todos los recursos intelectuales del mundo islámico. Requiere una reafirmación de los principios inmutable del Islam dentro de la matriz de los sistemas educativos occidentales. También significa la recreación de un auténtico sistema educativo islámico, que debería tener sus raíces en las escuelas tradicionales islámicas y cuyas ramas habrían de extenderse hacia los terrenos reclamados por las ideologías y los modos de educación modernos. Un sistema educativo islámico auténtico y al mismo tiempo contemporáneo no rehuiría estos terrenos ni se rendida a las teorías modernas que pretenden gobernarlos. Por el contrario, conquistaría estos terrenos y los haría suyos. Extendería las ramas del árbol de la educación islámica, de modo que abarcara estos campos y disciplinas. Aparte de la protección de la propia religión musulmana, ninguna tarea es más crucial en el contexto actual de la sociedad islámica que esta reafirmación de los principios inmutables del Islam y su aplicación a métodos y campos de conocimiento pretendidos por la educación y la erudición occidentales modernas. El grado de éxito que se obtenga en esta tarea decidirá hasta qué punto la sociedad y la civilización islámicas seguirán siendo islámicas en realidad tanto como de nombre.

Extracto de "Vida y Pensamiento en el Islam", Dr. Seyyed Hossein Nasr. Editorial Herder.

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