30.11.11

La Tragedia de Karbalâ' - Día 5



Preparado por: La Asamblea Mundial de Ahlul Bait (a.s.)
y el Instituto de Cultura y Ciencias del Islam “Al-Gadîr”.

Día 5: La Tragedia de ‘Abdul·lâh ibn Al-Hasan


‘Abdul·lâh ibn al-Hasan, hijo del Imam Al-Hasan Al-Muÿtabâ (a.s.) es uno de los jóvenes adolescentes que se dirigió a Kufa junto a su familia y su tío el Imam Al-Husain (a.s.).
Desde la mañana hasta la tarde del día de Ashûrâ, comenzando por los compañeros del Imam Al-Husain (a.s.) y luego la gente de su casa, uno por uno o bien en grupos se dirigieron al campo de batalla y alcanzaron el martirio. Finalmente llegó el momento en que el Imam (a.s.) quedó sólo en medio de miles de enemigos armados y cada tanto clamaba: “¿Acaso hay algún auxiliador que por Dios defienda la santidad del Mensajero de Dios (s.a.w.)?”.

Para acabar con el asunto, Shimr ibn Dhîl Ÿaushan junto a soldados de infantería atacaron al Imam (a.s.) rodeándole, y una que otra vez alcanzaban a herirle.
‘Abdul·lâh, que se encontraba en las tiendas junto a las mujeres y niños, no pudo soportar ver tan solo a su tío y de repente salió de las tiendas. Zainab -la paz sea con ella- le cogió para impedírselo y no permitir que el hijo de su hermano fuera presa de los lobos hambrientos de Iazîd, pero ‘Abdul·lâh le dijo: “¡No! ¡Juro por Dios que no dejaré solo a mi tío!”. Luego se soltó de su tía y corrió hasta el campo de batalla hasta llegar donde se encontraba el Imam (a.s.) para defenderle con su pequeño y frágil cuerpo.
En medio del tumulto que se había producido alrededor del Imam (a.s.) uno de los soldados de Iazîd batió la espada para golpear al Imam (a.s.), pero ‘Abdul·lâh interpuso su cuerpo para que la espada no le alcanzara. La espada afilada y el fuerte golpe hicieron que la mano del nieto del Profeta (s.a.w.) se separara de su cuerpo, de manera que solo quedó colgando de la piel.
Por lo intenso del dolor, ‘Abdul·lâh lanzó un quejido y evocó a su padre diciendo: “¡Oh padre mío!”…
El Imam (a.s.) lo abrazó; lo apretó contra su cuerpo y le susurró al oído: “¡Oh hijo de mi hermano! Ten paciencia e invoca a Dios Todopoderoso, de manera que te una con tus virtuosos padres”.
Luego el Imam (a.s.) elevó las manos en súplica y dijo: “¡Dios mío! Si es que has decretado que debes hacer permanecer con vida a esta gente por un tiempo, suscita una fuerte discrepancia entre ellos… puesto que nos han convocado y prometido auxilio, pero nos atacaron y asesinaron”.
En ese momento, Harmalah ibn Kâhil, el arquero del ejército enemigo, apuntó al delgado cuello de ‘Abdul·lâh y le degolló en tanto se encontraba en brazos de su tío.
«¿Acaso no es así que la maldición de Dios recae sobre la gente opresora?»…
«Y pronto sabrán aquellos que tiranizaron a qué destino se dirigen».

29.11.11

La Tragedia de Karbalâ' - Día 4


Preparado por: La Asamblea Mundial de Ahlul Bait (a.s.)
y el Instituto de Cultura y Ciencias del Islam “Al-Gadîr”.

Día 4: La Tragedia de los hijos y hermanos de Zainab –la paz sea con ella–

el día de ‘ashûrâ, cuando la imposición de combatir fue indefectible, los compañeros del Imam Al-Husain (a.s.) no permitieron que mientras ellos estuviesen vivos, los hijos del Mensajero de Dios (s.a.w.) se hicieran presentes en el campo de batalla y fueran matados. Pero cuando todos los auxiliares del Imam ‘Alî (a.s.) se ofrendaron y alcanzaron el martirio, llegó el turno de la Gente de la Casa del Profeta (s.a.w.) para que se sacrificaran por la Verdad.

En esos duros momentos los hijos de ‘Alî (a.s.), de Ÿa‘far At-Taîiâr, de ‘Aquîl, del Imam Al-Hasan (a.s.) y del Señor de los Mártires (a.s.) se reunieron, se abrazaron y se despidieron.
Relata un hadîz que un día el Mensajero de Dios (s.a.w.) observaba a unos cuantos jóvenes de Qureish que tenían un rostro bello e iluminado. Al verlos el Profeta (s.a.w.) se acongojó. Le preguntaron: “¡Oh Mensajero de Dios! ¿Qué te ha sucedido?”. Dijo: “Nosotros somos una familia para la cual Dios ha preferido el Más Allá y no la vida mundanal. He recordado lo que mi comunidad le hará a mis hijos, a quienes matará o desterrará.”
Entre las personas de la Familia del Mensaje que alcanzaron el martirio en Karbalâ’ a manos del ejército de Iazîd, están tres hijos de ‘Abdul·lâh ibn Ÿa‘far At-Taîiâr y Zainab; otros tres miembros de la familia que alcanzaron el martirio fueron los hermanos (por parte de madre) de Hadrat Abûl Fadl Al-‘Abbâs (a.s.) (esto es, hermanos de Zainab por parte de padre).

Los hijos de Zainab

‘Awn, Muhammad y ‘Ubaidul·lâh eran los tres hijos de ‘Abdul·lâh ibn Ÿa‘far (el esposo de Zainab, la paz sea con ella) que junto a su madre habían llegado con el Imam Al-Husain (a.s.) a Karbalâ’.
Cuando ellos vieron que su tío e Imam se estaba quedando solo, uno a uno se fueron presentando en el campo de batalla y ofrendaron sus vidas por el Islam.
‘Awn cabalgó hacia el campo de batalla frente a los ojos preocupados de su madre Zainab, mientras recitaba:

Si es que no me conocéis, pues yo soy el hijo de Ÿa‘far
El mártir veraz que florece en los paraísos
Que vuela en los mismos con alas verdes
Siendo ello suficiente honor en el Día de la Resurrección.

‘Awn mató a tres jinetes y a dieciocho soldados enemigos hasta que finalmente alcanzó el martirio a manos del ejército de Iazîd.
Luego de él, sus hermanos Muhammad y ‘Ubaidul·lâh también lucharon en el camino de la Verdad y fueron martirizados.


Los hermanos de Zainab

Al-‘Abbâs, ‘Abdul·lâh, Ÿa‘far y ‘Uzmân, fueron cuatro hermanos por parte de padre del Imam Al-Husain y de Zainab, hijos de Fátima Umm Al-Banîn.
Cuando Abûl Fadl Al-‘Abbâs vio que muchos miembros de Ahl-ul Bait alcanzaron el martirio, dijo a sus tres hermanos: “¡Queridos hermanos! Deseo que os dirijáis al campo de batalla frente a mí para observar vuestra lealtad en el camino de Dios y el Mensajero.”
Los tres hermanos se dirigieron uno por uno al campo de batalla y en sus elegías se presentaron como “los hijos de ‘Alî”, y tras un heroico combate, fueron martirizados.
‘Uzmân ibn ‘Alî, respecto a quien Amîr al-Mu’minîn (a.s.) habría dicho: “Le llamé ‘Uzmân en recuerdo de mi hermano (en la fe) ‘Uzmân ibn Madz‘ûn (el leal compañero del Mensajero de Dios)”, era un joven de 21 años. Cuando vieron su heroica manera de guerrear se valieron de flechas para matarle. Jaûlî le disparó una flecha en su costado y ‘Uzmân cayó del caballo. Tras ello uno de los enemigos galopó hacia él y le martirizó, cortándole luego la cabeza.

Estos 6 hermanos son solo unos cuantos de entre los tantos miembros de su familia cuyo martirio vio Zainab con sus propios ojos. Ella fue una mujer valerosa que en unas cuantas horas, fue testigo del martirio de sus hijos, hermanos, sobrinos y primos; y asimismo vio cómo sus cabezas fueron puestas sobre las lanzas…
«¿Acaso no es así que la maldición de Dios recae sobre la gente opresora?»…
«Y pronto sabrán aquellos que tiranizaron a qué destino se dirigen».

Fuente:
ICCI AL GADIR

La Tragedia de Karbalâ' - Día 3



Preparado por: La Asamblea Mundial de Ahlul Bait (a.s.)
y el Instituto de Cultura y Ciencias del Islam “Al-Gadîr”.

Día 3: La Tragedia de Hurr – una historia de arrepentimiento y determinación

La historia de Hurr conforma uno de los sucesos de ‘Ashûrâ’ que más sorprenden y llaman a la reflexión.
Él fue un valiente caballero y un fuerte guerrero. Algunos lo consideraban “el hombre más bravo de Kufa”. Para comprender la importancia de ese apelativo debemos saber que Kufa era una ciudad militar que fue construida como la primera fortaleza del Islam frente a la principal potencia de su tiempo, esto es, el Imperio Persa. Es por eso que la mayoría de sus habitantes eran soldados y oficiales de renombre entre los árabes y los no-árabes.

Cuando le informaron a ‘Ubaidul·lâh que el Imam Al-Husain (a.s.) había llegado a Irak, envió a Hurr junto a 1000 soldados para cortarle el paso y llevarle al palacio de la gobernación.
Cuando Hurr salía del palacio de ‘Ubaidul·lâh, escuchó una voz detrás de él que le decía: “¡Felicitaciones Hurr! puesto que te diriges hacia lo bueno”. Hurr se volvió hacia la voz y no vio a nadie, por lo que se preguntó con sorpresa: “¿Qué albricias son esas? ¿Qué tiene de bueno el que me dirija a combatir a Husain?”.
En medio del abrasador calor del mediodía, el ejército de Hurr alcanzó a la caravana de Al-Husain (a.s.). Cuando el Imam vio que se encontraban sedientos ordenó a sus compañeros: “¡Dad de beber a este grupo y a su caballería!”. Cuando observó que uno de esos soldados no podía beber el agua sino que la derramaba fuera de la cantimplora, él mismo se levantó y le dio de beber con sus propias manos.
¡Observen esa benevolencia y compasión del Imam (a.s.) y compárenla con lo que este mismo ejército de los kufíes hizo con él! ¡Al-Husain dio de beber a sus caballos, pero ellos después negaron el agua a los hijos de Al-Husain!
Cuando todos los soldados bebieron agua, llegó el tiempo de la oración. El Imam salió de la tienda, dio una breve disertación, y agregó: “¡Oh gentes! Yo no vine hacia vosotros sino después de haber recibido vuestras cartas y después de que vuestros mensajeros vinieran a mí y me dijeran: “¡Ven, puesto que no tenemos Imam!”. Ahora bien, si es que permanecéis en vuestro pacto, decidlo, y si ya no seguís en ese pacto y no estáis satisfechos con mi llegada, yo volveré desde este mismo lugar.”
Luego dijo a Hurr: “¿Quieres ir a rezar junto a tus compañeros?”. Dijo: “¡No! Todos rezaremos contigo”.
Tras la oración el Imam ingresó a su tienda y asimismo Hurr volvió junto a su ejército. En el momento de la Oración de la Tarde, nuevamente el Imam salió y rezó; luego se dirigió a los kufíes diciendo: “¡Oh gentes! Si es que teméis a Dios y consideráis que la verdad está con su gente, Dios, Glorificado Sea, estará más satisfecho con vosotros. Nosotros somos Ahl-ul Bait, la Gente de la Casa de Muhammad (s.a.w.), y somos mucho más dignos para ocupar el Califato que aquellos que lo pretenden y no gozan de tal posición, y que se comportan con vosotros con tiranía. Pero si no soy de vuestro agrado y desconocéis mi derecho y vuestra opinión es diferente a aquello que enviasteis en las cartas y que vuestros representantes transmitieron, volveré y os dejaré.”
Hurr dijo: “¡Juro por Dios que yo no sé nada sobre esas cartas y representantes que dices!”. El Imam pidió a uno de sus acompañantes que trajera un saco que contenía las cartas de los kufíes. El Imam mostró las cartas a Hurr y éste dijo: “Yo no soy uno de aquéllos que escribieron esas cartas. A mí me han ordenado que apenas te vea no me separe de ti hasta que nos presentemos ante ‘Ubaidul·lâh en Kufa”. El Imam ordenó a sus compañeros y a las mujeres de la caravana que montaran, diciéndoles: “¡Volvamos!”, pero los soldados de Hurr les cerraron el camino de regreso. El diálogo entre el Imam y el ejército de Kufa no tuvo resultado y finalmente la caravana del Imam se vio obligada a detenerse en la tierra de Karbalâ’…


Pero el día de ‘Ashûrâ’, cuando Hurr escuchó el clamor del Imam que expresaba: “¿Acaso no habrá quien nos auxilie por la satisfacción de Dios? ¿Acaso no habrá alguien que defienda la inviolabilidad del Mensajero de Dios?”, se dirigió donde se encontraba ‘Umar ibn Sa‘d y le preguntó: “¿Acaso en verdad quieres combatir a este hombre?”. ‘Umar le respondió: “¡Así es!”. Hurr volvió a preguntar: “¿Por qué no aceptas su propuesta de volver?”. ‘Umar le dijo: “Si eso estuviera en mis manos aceptaría, pero ‘Ubaidul·lâh no se complacerá con ello.”
Fue allí que Hurr comprendió que los Iazidíes estaban decididos a matar al Imam (a.s.). Tal idea le hizo estremecerse… En un lado del campo de batalla veía al hijo del Mensajero de Dios (s.a.w.) y a la familia de la Revelación, y en el otro a los enemigos del Mensajero de Dios (s.a.w.)… En un lado del campo de batalla veía a un siervo probo de Dios, y en el otro al califa usurpador que bebía embriagantes públicamente, hacía lícitas las prohibiciones de Dios y prohibía lo que Dios había hecho lícito... En un lado del campo de batalla veía pasión y martirio y en el otro bajeza y traición… En un lado veía la ventura y en el otro lado la desdicha…
Hurr tomó su decisión final y en tanto era el comandante de miles de jinetes, le dio la espalda al mundo, y con el pretexto de dar agua a su caballo, se alejó más y más del ejército de Iazîd, aproximándose más y más al campamento de la Verdad.
Muhâÿir ibn Aws, que acompañaba a Hurr, le preguntó: “¿Qué idea tienes en mente? ¿Acaso quieres atacar a Husain?”. Hurr no le respondió y comenzó a temblar. Muhâÿir le dijo: “¡Juro por Dios que nunca te he visto así! ¡Cuando me preguntaban el nombre del más bravo de los kufíes no dejaba de mencionarte a ti!”. Hurr le respondió: “¡Juro por Dios que me veo eligiendo entre el Paraíso y el Infierno! Ya sea que me corten en pedazos o me quemen, ¡no elegiré algo que no sea el Paraíso!”. En ese momento, fustigó a su caballo y se precipitó hacia la caravana del Imam (a.s.).
Cuando Hurr llegó ante el Imam (a.s.) puso las manos en su cabeza como muestra de arrepentimiento y dijo: “¡Dios mío! He vuelto hacía Ti. ¡Acepta mi arrepentimiento! Ciertamente que he amedrentado los corazones de Tus leales seguidores y de los hijos de la hija de Tu Profeta”. Luego se dirigió hacía el Imam avergonzado y le dijo: “¡Que yo sea sacrificado por ti, oh hijo del Mensajero de Dios! Yo soy aquel que te cerró el camino de regreso y te condujo a este extremo, puesto que nunca llegué a pensar que no aceptarían tu propuesta y que las cosas llegarían a este punto. ¡Juro por Dios que si hubiera sabido que las cosas serían de esta manera nunca te habría impedido el paso! Aquí estoy, apesadumbrado, y me arrepiento ante Dios por lo que hice. ¿Acaso hay posibilidad de arrepentimiento para mí?”. El Imam dijo: “¡Sí! Que Dios acepte tu arrepentimiento. ¡Desmonta!”. Hurr dijo: “Puesto que fui el primero que llegó a enfrentarse a ti, deseo ser el primero en ser matado frente a ti. Tal vez de esa manera en el Día del Cómputo (de las acciones) pueda colocar mis manos sobre las de tu abuelo.”
El Imam le dio a Hurr el permiso para el ÿïhâd. Hurr se situó frente al Imam y gritó al ejército de Kufa: “¡Oh gente de Kufa! Habéis invitado a este siervo probo de Dios, ¡¿y cuando vino a vosotros le abandonasteis?! Le dijisteis: “Nosotros arriesgaremos nuestras vidas por ti”, ¡¿y cuando llegó desenfundasteis las espadas en su contra sin permitirle dirigirse a otra parte en esta vasta tierra de Dios?! Los judíos, los cristianos y los zoroástricos beben del río Éufrates ¡¿mientras vosotros priváis del mismo a él, y a las mujeres, niñas y a toda su familia?! ¡Que Dios no os dé de beber el Día de la Gran Sed, puesto que no observasteis la santidad de Muhammad!”.

El ejército enemigo, que no pudo soportar las palabras de Hurr, le lanzó flechas, entonces Hurr comenzó a recitar versos y junto a Zuhair atacó al ejército enemigo, luchando con denuedo y matando a un gran número de los enemigos hasta que le atacaron en grupo y le martirizaron.
El Imam (a.s.) mismo llegó hasta donde se encontraba el puro cuerpo de Hurr, y se dirigió a él diciéndole: “¡Oh Hurr! Por cierto que, tal como te han llamado (hurr significa “libre”) eres libre tanto en la vida mundanal como en la del Más Allá”. Luego le ató un pañuelo en la cabeza que se desangraba.
Así es. El Imam Al-Husain (a.s.) se dirigía hacia donde se encontraba cada uno de sus compañeros que iba siendo martirizado y abrazaba sus puros cuerpos…
Pero… ¡que los corazones ardan y los ojos sollocen por el mismo Imam, que sólo y sin nadie, cayó en el foso de la muerte con el enemigo sentado sobre su pecho…!
«¿Acaso no es así que la maldición de Dios recae sobre la gente opresora?»…
«Y pronto sabrán aquéllos que tiranizaron a qué destino se dirigen».

27.11.11

La Tragedia de Karbalâ' - Día 2



Preparado por: La Asamblea Mundial de Ahlul Bait (a.s.)
y el Instituto de Cultura y Ciencias del Islam “Al-Gadîr”.

Día 2: El ingreso de la Caravana del Imam Al-Husain a Karbalâ’



Luego de que los Omeyas presionaran al Imam Al-Husain (a.s.) para que le diera a Iazîd su bai‘ah o juramento de fidelidad, salió de Medina dirigiéndose a la sagrada ciudad de La Meca. Es así que el Imam (a.s.) pasó el resto del mes de Sha‘bân, los meses de Ramadân, Shauwâl, Dhûl Qi‘dah, y ocho días del mes de Dhûl Hiÿÿah en las vecindades de la Casa de Dios y en estado de consagración, vistiendo el Ihrâm para la Peregrinación.

Por otra parte, ‘Amr ibn Sa‘îd ibn ‘Âss fue comisionado por Iazîd para encarcelar o combatir al Imam, por lo que partió hacia La Meca llegando el día de Tarwiah, esto es, el 8 de Dhûl Hiÿÿah.
El Imam (a.s.), quien sabía que los enemigos no observarían el menor respeto por el Santuario de la Casa de Dios, dejó inconclusa su Peregrinación Mayor (Haÿÿ), cambiando la intención de la misma a Peregrinación Menor (‘Umrah), y abandonó La Meca.
El motivo por el cual el Imam hizo eso fue, como él mismo diría, para proteger la santidad de la Casa de Dios. Como respuesta a su hermano Muhammad ibn Hanafîiah, quien le prevenía en relación con abandonar La Meca y le incentivaba a establecerse en la misma, expresó: “¡Oh hermano! Temo que Iazîd me haga asesinar en el Santuario, y de esa manera se infrinja la santidad de esta Casa”. Asimismo, en respuesta a otras personas como Ibn ‘Abbâs, Farazdaq y ‘Abdul·lâh ibn Zubair, quienes le requirieron eso mismo suponiendo que el enemigo respetaría la sacralidad de La Meca, el Imam expresó: “Es mejor ser muerto a un palmo más lejos de la Ka‘bah a que la santidad de La Meca sea pisoteada por causa mía”. Posteriormente, en los sucesos vinculados al levantamiento de ‘Abdul·lâh ibn Zubair, los omeyas atacarían la Ka‘bah con catapultas y matarían a ‘Abdul·lâh en la Sagrada Mezquita. Entonces quedó evidenciado que Ibn ‘Abbâs, con toda su sagacidad, e Ibn Zubair, con toda su astucia, estaban equivocados, siendo el Imam (a.s.) quien veía el devenir con claridad y conocía a los enemigos del Islam.
Cuando los peregrinos se dirigían a Minâ para realizar las ceremonias correspondientes de la Peregrinación, el Imam fue a realizar el Tawâf o circunvalación a la Ka‘bah, hizo el trote o Sa‘îi entre las colinas de Safâ y Marwah, y cortó un poco de su cabello (Taqsîr), saliendo de esa manera del estado de consagración o Ihrâm. Así, cambió la Peregrinación Mayor a Peregrinación Menor y se dirigió a Kufa.
Cuando su hermano Muhammad ibn Hanafîiah se enteró de ello, alcanzó al Imam (a.s.), tomó las riendas de su camella y le dijo: “¡Oh hermano! ¿Qué es lo que motivó que salgas con ese apuro?”. El Imam respondió: “Anoche el Mensajero de Dios vino a verme en sueños y me dijo: “¡Oh Husain! ¡Debes salir, puesto que Dios desea que seas asesinado!”. Ibn Hanafîiah dijo: “¡Por cierto que somos de Dios y a Él retornaremos! Entonces, ¿por qué llevas contigo a estas mujeres y niños?”. El Imam le respondió: “El Mensajero de Dios dijo que Dios desea verles prisioneros y encadenados.”


De esa manera fue que, para proteger el Santuario de Dios, por orden del Mensajero de Dios (s.a.w.) y para vivificar la orden de Dios, salió de La Meca junto a su gente y familia y un número de sus seguidores, dirigiéndose a Irak. Algunos historiadores transmitieron que el día de su partida fue el 8 de Dhûl Hiÿÿah (el día de Tarwiah), en tanto que Ibn Qûlûwaih transmite del Imam Al-Baqir (a.s.) que fue el día 7 de dicho mes.
El Imam se dirigió a Kufa, pero tras veinte días de marcha fue obligado por Hurr y su ejército a detenerse en las cercanías de esta ciudad (suceso que será mencionado en el tercer día).
Tuvieron lugar largas conversaciones entre Hurr y el Imam (a.s.), hasta que finalmente Hurr dijo: “Ya que desistes de ir a Kufa, elige un camino de manera que, ni vayas a Kufa ni vuelvas a Medina, para que yo le escriba al gobernador”. El Imam eligió el camino de Qadisîiah.
Los dos contingentes marcharon juntos por dos días hasta que el día 2 de Muharram, en las cercanías de Nainawah (Nínive), Hurr recibió una misiva de parte de ‘Ubaidul·lâh en la que decía: “En el preciso momento en que recibas esta carta, detén a Husain y aprémiale. ¡Que se detenga en el desierto sin cobijo ni agua!”.
Hurr se comportó en forma ruda con el Imam y sus compañeros para obligarlo a detenerse transitoriamente en ese mismo lugar desprovisto de agua y desolado. El Imam (a.s.) le dijo: “¡Pobre de ti! ¡Deja que nos detengamos en algún poblado!”. Hurr dijo: “¡No! Por Dios que no puedo hacer eso. Este mensajero me está vigilando. Debes permanecer aquí mismo.”
Zuhair, uno de los compañeros del Imam, dijo: “¡Oh hijo del Mensajero de Dios! Combatir contra este grupo sería mucho más fácil que enfrentarse a aquéllos que después se le añadirán. ¡Permite que luchemos con ellos!”. El Imam expresó: “¡No seré yo quien comience el combate!”.

Entonces, preguntó el nombre de esa región. Le dijeron: “Este lugar se llama ‘Aqr”. Otra vez preguntó: “¿Acaso no tiene otro nombre?”. Dijeron: “Otro de los nombres de este territorio es Nainawah. También le llaman Karbalâ’”. Cuando Al-Husain escuchó el nombre de Karbalâ’ comenzó a llorar y dijo: “¡Dios mío! Yo me amparo en Ti del Karb (la aflicción) y el Balâ’ (la desgracia). Éste es un lugar de sufrimiento y congoja. ¡Descended aquí mismo, puesto que mi abuelo el Mensajero de Dios me informó que nuestra sangre sería vertida en esta tierra y que seríamos sepultados aquí mismo!”.
Luego ordenó que levantaran las tiendas en esa misma tierra sin agua ni forraje.
En otras narraciones se transmite que cuando le dijeron al Imam: “El nombre de este lugar es Karbalâ’”, olió el aroma de esa tierra y lloró, diciendo: “Umm Salamah (una de las esposas del Profeta) me informó que: Cierto día (el ángel) Gabriel se encontraba junto al Mensajero de Dios y yo te llevé junto a él en tanto que llorabas. El Profeta te tomó y te hizo sentar en su regazo para que te calmes. Gabriel le dijo: “¿Acaso le quieres?”. El Profeta dijo: “Así es”. Gabriel dijo: “¡Tu propia comunidad le matará!”. Luego le dio tierra de Karbalâ’.” Luego Al-Husain agregó: “¡Por Dios que esta tierra es esa misma tierra!”.
Asimismo se transmite en las narraciones que cuando ‘Alî (a.s.) se dirigía a Siffîn llegó a los alrededores de Nainawah y preguntó cómo le decían a ese territorio. Le dijeron: “Karbalâ’”. Amîr al-Mu’minîn lloró tanto que la tierra se humedeció con sus lágrimas.

Ahora, ¡nosotros también lloremos junto a Muhammad y ‘Alî por aquel por cuya desgracia lloran los Cielos y la Tierra!...

fuente: ICCI AL GADIR

26.11.11

Día 1: La Tragedia de Muslim ibn ‘Aquîl

Preparado por: La Asamblea Mundial de Ahlul Bait (a.s.)
y el Instituto de Cultura y Ciencias del Islam “Al-Gadîr”.

Día 1: La Tragedia de Muslim ibn ‘Aquîl

Muslim, el hijo de ‘Aquîl ibn Abî Tâlib, fue una de las grandes personalidades de los hashemíes y primo de Abâ ‘Abdil·lâh Al-Husain. El Imam Al-Husain -con él sea la paz- había salido de la ciudad de Medina y se encontraba en La Meca cuando recibió una gran cantidad de cartas e invitaciones que le enviaba la gente de Kufa.
Cuando llegaron las últimas cartas, que en total sumaban miles, el Imam se encontraba entre el Pilar de la Ka‘bah -o ángulo en que se encuentra la Piedra Negra- y el Sitial de Abraham. Al-Husain (a.s.) rezó dos ciclos de oración y rogó a Dios por que aconteciera lo bueno. Luego requirió la presencia de Muslim y escribió una respuesta a esas cartas, en la que expresaba:
Vosotros decís: “No tenemos Imam. ¡Ven a nosotros, de manera que Dios, por tu intermedio, nos guíe y una!”. Envío a vosotros a Muslim ibn ‘Aquîl, mi hermano y primo, quien es de mi entera confianza. Así pues, si es que él me escribe que la opinión de los lúcidos y la gente de la virtud y la consulta de entre vosotros es esa misma que he leído en vuestras cartas, entonces me dirigiré hacia vosotros.
Muslim partió de La Meca a mediados del mes de Ramadán y llegó a Medina, donde rezó en la Mezquita del Profeta (s.a.w.) y se despidió de su familia. Tras ello se dirigió a Kufa junto a unos cuantos guías y acompañantes. Las condiciones del viaje eran muy duras, al punto que Muslim y sus acompañantes perdieron el rumbo y dos de los guías perecieron por la sed. Finalmente Muslim llegó a Kufa el día 5 de Shauwâl.
Las gentes de Kufa se congregaron en grupos a su alrededor y lloraron cuando les leyó la carta del Imam. A continuación, dieciocho mil personas de Kufa dieron la bai‘ah o juramento de fidelidad a Muslim. En consecuencia, él escribió una misiva al Imam (a.s.) donde le informaba de la bai‘ah de esa cantidad de personas y le incentivaba a movilizarse en dirección a Kufa.
Cuando la noticia de este juramento llegó a oídos de Iazîd ibn Mu‘âwîiah, éste comisionó a ‘Ubaidul·lâh ibn Ziâd, el gobernador de Basora, para que asumiera también la gobernación de Kufa. ‘Ubaidul·lâh ingresó a Kufa con una treta y asumió el gobierno, amedrentando a la gente. Luego procedió a torturar y encarcelar a Hâni ibn ‘Urwah, quien se contaba entre las grandes personalidades de Kufa y había dado cobijo a Muslim ibn ‘Aquîl en su casa.
Cuando Muslim escuchó la noticia de que Hânî había sido torturado requirió a la gente que le auxiliaran. La gente se unió a él, y la mezquita, el mercado y los alrededores del palacio de la gobernación se llenó de gente, en tanto que los compañeros de ‘Ubaidul·lâh no eran más de cincuenta personas.
‘Ubaidul·lâh envió a unas cuantas personas a los diferentes clanes de Kufa para amenazarles y sobornarles, y ordenó a algunos ilustres que se encontraban en su palacio, que amedrentaran y disuadieran desde los tejados de la gobernación a la gente que sitiaba el palacio.
Cuando la gente de Kufa escuchó las palabras de sus caudillos y personas ilustres se desanimaron y poco a poco los susurros seductores se incrementaron de manera que cada uno decía a otro: “¡Volvamos! Están los demás y son suficientes”.
Paulatinamente, la multitud a favor de Muslim se dispersó y tan solo unas treinta personas permanecieron en la mezquita para asistirle.
Cuando Muslim se enfrentó a esta deslealtad, se dirigió con esas treinta personas a la zona de Abuâb Kandah. Cuando llegó allí tan solo quedaban con él diez personas, ¡y al atravesar ese lugar ya no quedaba nadie con él!
Muslim observaba solitario a uno y otro lado pero no había nadie que le guiara o que siquiera le ocultara en su casa. El enviado de Al-Husain (a.s.) caminaba desorientado por los callejones oscuros de Kufa sin saber adonde ir, hasta que llegó a una casa en la que una anciana se encontraba parada en la puerta. El nombre de esta mujer era Tau‘ah y estaba esperando a su hijo que había salido de su casa para ir con la gente. Muslim saludó a la mujer y le pidió agua.


Tau‘ah le dio agua y entró a su casa. Al volver a salir vio que Muslim seguía sentado frente a la puerta de su casa y le dijo: “¡Oh siervo de Dios! Si ya tomaste agua vuelve a tu casa”. Muslim permaneció en silencio y la mujer repitió eso dos o tres veces. Muslim se puso de pié y le dijo: “No tengo casa ni familia en esta ciudad. Soy Muslim ibn ‘Aquîl. Esta gente me mintió, me engañó y me retiró el amparo”.
La mujer hizo ingresar a Muslim a su casa, extendió una alfombra y dispuso comida para él, pero Muslim no cenó y se durmió. En sueños vio a su tío Amîr al-Mu’minîn ‘Alî (a.s.) que le decía: “¡Apresúrate, que mañana estarás con nosotros!”.
Por otra parte, cuando ‘Ubaidul·lâh vio que la gente se dispersaba, se envalentonó y salió del palacio. Fue a la mezquita y dispuso una recompensa de mil dinares para quien encontrase a Muslim.
Cuando el hijo de Tau‘ah volvió a su casa se enteró de la presencia de Muslim, y al salir el sol informó de ello a los enemigos. ‘Ubaidul·lâh envió a un grupo compuesto por decenas de soldados para apresarle.
Muslim se encontraba ocupado en la adoración cuando los soldados llegaron a la casa de Tau‘ah. Cuando escuchó el relincho de los caballos finalizó rápidamente su súplica, vistió su armadura y agradeció a Tau‘ah, y se dirigió a enfrentar a los soldados por temor a que el enemigo destruyera o quemara la casa de la anciana.
Muslim, que era un guerrero, mató a más de cuarenta de los traicioneros de Kufa, pero luego éstos le atacaron en grupo a la vez que le arrojaban rocas desde los tejados. Finalmente, a causa de la severidad de las heridas, la sed y por una lanza que le atravesó por la espalda, cayó y fue hecho prisionero.
(Algunas fuentes agregan que cuando vieron que no podían apresarlo, le engañaron prometiéndole salvoconducto y fue así que consiguieron llevarlo a la gobernación).
Cuando Muslim ibn ‘Aquîl fue capturado, dijo: “Por cierto que somos de Dios y a Él retornaremos”, y comenzó a llorar. Uno de los soldados se sorprendió por el hecho de que llorara siendo él tan valiente, y le preguntó por qué lo hacía. Muslim dijo: “¡Juro por Dios que no tengo miedo de morir y que no lloro por mí! sino que lloro por la familia del Profeta que se dirige hacia aquí y por Al-Husain y su familia”.
Por orden de ‘Ubaidul·lâh llevaron a Muslim al tejado del palacio de la gobernación en tanto que él glorificaba a Dios y requería Su perdón. Entonces lo decapitaron y luego arrojaron desde el tejado primero su cabeza y después su cuerpo, para que todos lo vieran. Finalmente colgaron su bendito cuerpo para dejarle expuesto a las miradas de aquéllos que quebrantaron su pacto.
También llevaron al mercado de Kufa a Hânî, que era un anciano de 89 años, y le mataron de una manera lamentable, colgándolo, mientras éste llamaba a sus compañeros, pero nadie hizo nada por auxiliarle.
Posteriormente, Ibn Ziâd envió las cabezas de Hânî y de Muslim a Siria ante Iazîd. El cuerpo de Muslim ibn ‘Aquîl fue el primer cuerpo de entre los hashemíes que fue colgado, y su cabeza la primera que fue enviada a Damasco.
«¿Acaso no es así que la maldición de Dios recae sobre la gente opresora?».
«Y pronto sabrán aquellos que tiranizaron a qué destino se dirigen».

fuente:ICCI AL GADIR

Mes de Muharram








Debes saber que este mes es un mes de tristeza y congoja para Ahl-ul Bait (a.s.) y sus shias. Se transmitió de Hadrat Imam Ar-Ridâ (a.s.) que: “Cuando llegaba el mes de Muharram a mi padre no se lo veía sonriente y lo invadía la tristeza y la pena constantemente hasta el día décimo. Cuando llegaba el Día de ‘Ashûra’, ese día era un día de desgracia, tristeza y llanto para él, y decía: “Hoy es el día en que Husein –la paz sea con él- fue martirizado”.
La Primera Noche: El Seîied (Ibn Tawûs) mencionó algunas oraciones meritorias para esta noche:

Primero: Cien rak‘ah o ciclos de oración (las cuales se hacen de dos en dos, como el Salât del Faÿr); en cada rak‘ah se lee la Sûra Al-Hamd y la Sûra At-Tawhîd.

Segundo: Dos rak‘ah. En la primera rak‘ah se lee la Sûra Al-Hamd y la Sûra Al-An‘âm, y en la segunda, la Sûra Al-Hamd y la Sûra Iâ Sîn.

Tercero: Dos rak‘ah. En cada rak‘ah se lee la Sûra Al-Hamd y once veces la Sûra At-Tawhîd.
Se transmitieron en las narraciones que el Enviado de Dios –que las Bendiciones y la Paz de Al·lah sean con él- dijo que: “Todo aquel que en esta noche realice estas dos rak‘ah de oración, y ayune a la mañana siguiente –que es el primer día del año-, es como aquel que todo el año permaneció en lo bueno, y queda protegido durante este año; y si muere entrará en el Paraíso”.

El Primer Día: Debes saber que el primer día del mes de Muharram es el primer día del año, y se transmitieron dos actos para este día:

Primero: El ayuno.
Se transmitió en una narración de Raîiân ibn Shabîb, que el Imam Ar-Ridâ (a.s.) dijo: “Todo aquel que ayune en este día e invoque a Al·lah, Él responderá a su súplica tal como respondió a la súplica de Zacarías (a.s.)”.

Segundo: Se transmitió del Imam Ar-Ridâ (a.s.) que en el primer día del Mes de Muharram el Enviado de Dios (s.a.w.) realizaba dos rak‘ah de oración, y cuando concluía elevaba sus manos y leía la siguiente súplica tres veces:
اَللّهُمَّ اَنْتَ الاِْلهُ الْقَديمُ وَهذِهِ سَنَةٌ جَديدَةٌ فَاَسْئَلُكَ فيهَا الْعِصْمَةَ مِنَ الشَّيْطانِ وَالْقُوَّةَ عَلى هذِهِ النَّفْسِ الاَْمّارَةِ بِالسّوءِ وَالاِْشْتِغالَ بِما يُقَرِّبُنى اِلَيْكَ
al·lahumma anta-l ilâh-ul qadîm ua hâdhihi sanatun ÿadîdatun fa as’aluka fîha al-‘ismata min-ash shaitân ual quwata ‘ala hâdhihi-n nafsil ammârati bis-sû’ ual ishtigâla bimâ iuqarribunî iliaka

¡Dios mío! Tú eres la Divinidad sin principio, y éste es un año nuevo; te pido en el mismo la indemnidad respecto de Satanás, y el poder sobre esta alma incitadora al mal, y el ocuparme de lo que me acerca a Ti.

يا كَريمُ يا ذَا الْجَلالِ وَالاِْكْرامِ يا عِمادَ مَنْ لا عِمادَ لَهُ يا ذَخيرَةَ مَنْ لا ذَخيرَةَ لَهُ يا حِرْزَ مَنْ لا حِرْزَ لَهُ يا غِياثَ مَنْ لا غِياثَ لَهُ يا سَنَدَ مَنْ لا سَنَدَ لَهُ يا كَنْزَ مَنْ لا كَنْزَ لَهُ
iâ karîmu iâ dhâl ÿalâli ual ikrâmi iâ ‘imâda man lâ ‘imâda lah iâ dhajîrata man lâ dhajîrata lah iâ hirza man lâ hirza lah iâ guiâza man lâ guiâza lah iâ sanada man la sanada lah iâ kanza man lâ kanza lah

¡Oh Generosísimo! ¡Oh Poseedor de la Majestuosidad y la Honra! ¡Oh Soporte de quien no tiene soporte! ¡Oh Provisión de quien no tiene provisión! ¡Oh Resguardo de quien no tiene resguardo! ¡Oh Auxilio de quien no tiene auxilio! ¡Oh Apoyo de quien no tiene apoyo! ¡Oh Tesoro de quien no tiene tesoro!

يا حَسَنَ الْبَلاءِ يا عَظيمِ الرَّجاءِ يا عِزَّ الضُّعَفآءِ يا مُنْقِذَ الْغَرْقى يا مُنْجِىَ الْهَلْكى يا مُنْعِمُ يا مُجْمِلُ يا مُفْضِلُ يا مُحْسِنُ
hasana-l balâ’ iâ ‘adzîm-ar raÿâ’ iâ ‘izz-ad du‘afâ’i iâ munqidhal garqâ iâ munyia-l halkâ iâ mun‘imu iâ muÿmilu iâ mufdilu iâ muhsinu

¡Oh Quien pone a prueba bellamente! ¡Oh Quien conforma una magnífica esperanza! ¡Oh Grandeza de los débiles! ¡Oh Rescatador de los ahogados! ¡Oh Salvador de los condenados! ¡Oh Agraciador! ¡Oh Embellecedor! ¡Oh Favorecedor! ¡Oh Bienhechor!

اَنْتَ الَّذى سَجَدَ لَكَ سَوادُ اللَّيْلِ وَنُورُ النَّهارِ وَضَوْءُ الْقَمَرِ وَشُعاعُ الشَّمْسِ وَدَوِىُّ الْمآءِ وَحَفيفُ الشَّجَرِ يا اَللهُ لا شَريكَ لَكَ
anta-l ladhî saÿada laka sauâd-ul laili ua nûru-n nahâri ua dau’-ul qamari ua shu‘â‘-ush shamsi ua dauîi-ul mâ’i ua hafîf-ush shaÿari iâ al·lahu lâ sharîka lak

Tú eres Aquel ante Quien se prosterna la negrura de la noche y la luz del día, la luminosidad de la Luna y los destellos del Sol, la onda del agua y el susurro de los árboles. ¡Oh Dios! No tienes copartícipe.

اَللّـهُمَّ اجْعَلْنا خَيْراً مِمّا يَظُنُّونَ وَاغْفِرْ لَنا ما لا يَعْمَلُونَ وَلا تُؤاخِذْنا بِما يَقُولُونَ حِسْبِىَ اللهُ لا اِلـهَ اِلاّ هُوَ عَلَيْهِ تَوَكَّلْتُ وَهُوَ رَبُّ الْعَرْشِ الْعَظيمِ
al·lahumma-ÿ‘alnâ jairan mimmâ iadzunnûna ua-gfir lanâ mâ lâ ia‘lamûna ua lâ tu’âjidhnâ bimâ iaqûlûna hasbia-l·lahu lâ ilâha il·la hua ‘alaihi tauakkaltu ua hua rabbul ‘arsh-il ‘azhîm

¡Dios mío! Disponnos mejor de lo que (las personas) suponen. Perdona lo que ellos no saben (de nosotros). Y no nos reproches por lo que dicen de nosotros (y no merecemos). Dios es mi suficiencia. No hay divinidad sino Él. A Él me encomiendo y es el Señor del Trono Excelso.

آمَنّا بِهِ كلٌّ مِنْ عِنْدِ رَبِّنا وَما يَذَّكَّرُ اِلاّ اُولُوا الاَْلْبابِ رَبَّنا لا تُزِغْ قُلُوبَنا بَعْدَ اِذْ هَدَيْتَنا وَهَبْ لَنا مِنْ لَدُنْكَ رَحْمَةً اِنَّكَ اَنْتَ الْوَهّابُ
âmannâ bihi kul·lun min ‘indi rabbina ua mâ iadzdzakkaru il·la ûlûl albâb rabbanâ lâ tuzig qulûbanâ ba‘da idz hadaitanâ ua hab lanâ min ladunka rahmatan innaka anta-l wahhâb

Creemos en ello. Todo dimana de nuestro Señor. Y no lo recapacitan sino los dotados de intelectos. ¡Señor nuestro! No desvíes nuestros corazones después de habernos guiado, y concédenos una misericordia de Tu parte. Por cierto que Tú eres el que confiere en demasía.

El Sheij At-Tûsî dijo: Es preferible ayunar los diez primeros días de Muharram, pero el día décimo abstenerse de la comida y la bebida hasta después de la tarde (sin poner intención de ayunar).
El Seîied transmitió que es preferible ayunar durante todo este mes, y que su ayuno mantiene indemne al ayunante de todo pecado.

El Tercer Día: Es el día en que el Profeta Iûsuf (José –P-) salió de prisión. Al·lah facilitará los asuntos difíciles a todo aquel que ayune en este día y apartará de él la tristeza, y según un hadîz del Profeta (s.a.w.), sus súplicas serán respondidas.

El Noveno Día: Es el día de Tasû’â’. Se relata del Imam As-Sâdiq (a.s.) que dijo: “Tasû’â, es el día en que rodearon al Imam Husein (a.s.) y a sus discípulos en Karbalâ’ y en el que el ejército de Sham (Damasco actual) se reuniría para luchar contra él. Ibn Marwân y ‘Umar Sa’d (comandantes del ejército de Iazîd) se contentaron por la numerosidad de su ejército y por el escaso número de fieles del Imam Husein (a.s.) y se aseguraron de que no vendría para el Imam ningún otro socorro y que los iraquíes no los socorrerían”.
Luego dijo el Imam (a.s.): “Mi vida y la de mi padre se sacrifiquen por aquel impotente y solitario”.

La Décima Noche: (es la noche anterior al día décimo, día de ‘Ashurâ’). Respecto a esta noche, el Seîied (Ibn Tawûs) dijo que se aconseja realizar numerosas oraciones que tienen grandes méritos:
Entre ellas existen cuatro ciclos de oración. En cada ciclo debe recitarse: Sura Al- Hamd (Nº1) y cincuenta veces la Sura Al-Ijlâs (Nº 112). Ésta era una oración que realizaba el Imam ‘Alî (a.s.) y que se conoce como la Oración del Príncipe de los Creyentes. Luego de la oración, en la medida de lo posible se debe recordar a Dios, bendecir al Profeta (s.a.w.) y a su descendencia y maldecir a sus enemigos.
Según algunos dichos, quien quedara despierto en esta noche y adorara a Dios, tal adoración equivaldrá a la adoración de todos los ángeles y su recompensa a las acciones de setenta años. Si alguien tuviera la posibilidad de permanecer en esta noche hasta el alba en el Santuario del Imam, situado en Karbalâ’, en el Día del Juicio Final, Dios lo contará entre los fieles que fueron martirizados junto al Imam (a.s.).
Esta noche es la noche que el Imam (a.s.) y sus fieles pidieron plazo para poder dedicar a Dios el rezo y la lectura del Sagrado Corán.
El Imam (a.s.) y sus fieles, durante toda esta noche adoraron a Dios. La recitación del Corán se podía oír desde todos los rincones del campamento del Imam Husein (a.s.).

El Décimo Día: Es el día del martirio de Abû ‘Abdil·lah Al-Husein (a.s.), día de tristeza y dolor para los Imames Inmaculados (a.s.) y sus seguidores.
Es adecuado que los seguidores del Imam (a.s.) en este día no dediquen su tiempo a trabajos del mundo ni a comprar provisiones para sus casas.
Es recompensado todo llanto y cántico que recuerde al Imam Husein (a.s.); vestir de luto por el Imam; comportarse como si se hubiese perdido a un ser querido; saludar al Imam (realizar la Ziârah de ‘Ashûrâ’, la misma se halla en el capítulo de saludos, Ziârât, en Mafâtih Al-Ÿinân); maldecir a los asesinos del Imam y darse condolencias mutuamente, a través de las siguientes palabras:
اَعْظَمَ اللّهُ اُجُورَنا وَاُجورَكُمْ بِمُصابِنا بِالْحُسَيْنِ عَلَيْهِ السَّلامُ وَجَعَلَنا وَاِيّاكُمْ مِنَ الطّالِبينَ بِثارِهِ مَعَ وَلِيِّهِ الاِْمامِ الْمَهْدِىِّ مِنْ الِ مُحَمَّدٍ عَلَيْهِمُ السَّلامُ
a‘dzama al·lahu uÿûrana wa uÿûrakum bimusâbinâ bil husain ‘alaihi-s salâm ua ÿa’alana ua iîâkum mina-t tâlibîna bizârihi ma’a ualîih-il imâm-il mahdî min âli muhammadin ‘alaihim-us salâm

Que Al·lah aumente nuestra recompensa y la vuestra, por nuestro duelo por Husein –que la paz sea con él- y que nos disponga y os disponga de entre quienes procuran vengar su sangre junto a su walî el Imam Al-Mahdi (a.s.), de la descendencia del Profeta (s.a.w.).

Es preferible en este día, recordar los sucesos de aquel acontecimiento y llorar.
Se relata que cuando Moisés (a.s.) tuvo la misión de visitar al Profeta Jidr (a.s.) y aprender de él, el primer asunto que trataron fue aquél que este Profeta sabio (Jidr) le relatara detalladamente, respecto a todos los sucesos de Karbalâ’ y los sufrimientos que el Imam, sus compañeros y familiares padecerían. Luego ambos se echaron a llorar fuertemente.
También, se relata de Ibn ‘Abbâs que dijo: “En Dhîqâr visité al Imam ‘Alî (a.s.). El Imam me presentó un escrito con su propia letra y dictado por el Profeta (s.a.w.) y comenzó a leérmelo. En ese escrito estaban todos los sucesos de Karbalâ’, cómo y quién martirizaría al Imam Husein (a.s.), quién lo apoyaría y quiénes se martirizarían junto a él. Luego se echó a llorar fuertemente y yo también.”
Se relata que quien en este día visite la tumba del Imam Husain (a.s.) y ofrezca agua a los visitantes, es como si hubiera ofrecido agua al ejército del Imam y lo hubiera acompañado en aquel trágico día.
Es preferible en este día leer mil veces la Sûra Al-Ijlâs (nº 112).
Es preferible que los musulmanes en ese día se abstengan de comer y beber sin intención de ayuno hasta la tarde y desayunen en ese momento con comidas propias de la gente de la desgracia, tales como yogur natural o leche, y no con comidas exquisitas.
Banî Umâiiah (los Omeyas) consideraban que abastecer de provisiones su casa en este día poseía mucha misericordia, por ello dijo el Imam Ar-Ridâ (a.s.): “Quienes en este día dejen de preocuparse por los asuntos de este mundo, Dios le dará bienestar en este y el otro mundo. Para quien el día de ‘Ashurâ’ sea un día de tristeza y de lágrimas, el Día del Juicio Final, será un día de alivio y alegría para él y se contentará al vernos en el Paraíso. Quien en este día compre algo para su casa, pensando que el mismo es un día bendito, Al·lah no bendecirá dicha provisión y el Día del Juicio Final será resucitado junto a Iazîd, ‘Ubaidul·lah ibn Ziâd y ‘Umar ibn Sa‘d –que Al·lah los maldiga”.

Es preferible en este día, decir mil veces:
اَلّلهُمَّ الْعَنْ قَتَلَةَ الْحُسَيْنِ عليه السلام
al·lahumma-l‘an qatalatal husaini ‘ alaih-is salâm

¡Dios nuestro! Maldice a los asesinos de Husain –la paz sea con él.

De esta forma el Imam dejó en claro la falsedad de los dichos que los Banî Umaiiah falsificaron sobre la bendición de este día y que atribuyeron al Profeta (s.a.w.).
El autor de Shifâ’ As Sudûr, explica esto en profundidad cuando comenta el párrafo de la Ziârah de ‘Ashûrâ’ que dice: “¡Dios mío! por cierto que éste es un día que los Omeyas consideran bendito”. El resumen de ello es lo siguiente:

“La procura de bendiciones en este día por parte de los omeyas presenta varios aspectos:
El primero de ellos es que, tomaron como una tradición el hecho de abastecerse con provisiones en este día y consideraban que esas provisiones eran motivo de felicidad y abundancia hasta el año siguiente, tal como se ha mencionado repetidamente en las narraciones de Ahl-ul Bait (a.s.) donde se les recrimina y se les prohíbe hacer ello.
Otro aspecto es la realización de ceremonias festivas (‘id) y acciones propias de una festividad, como el hecho de ser dadivoso con la familia en este día, comprar ropas nuevas, recortarse el bigote y las uñas, estrecharse la mano, y otras cosas semejantes, que los Omeyas y sus seguidores realizaban.
Otro aspecto es el ayuno en dicho día, para lo cual inventaron muchas narraciones que enfatizan el ayuno (con todas sus condiciones) en este día.
El cuarto de los aspectos de tomar (indebidamente) como bendito al día de ‘Ashurâ’ es considerar que la súplica y el ruego por las necesidades son respondidas por Al·lah y para ello inventaron muchas virtudes para este día. Y enseñaban varias súplicas combinadas para confundir el asunto y sus actos se tornasen ambiguos, tal como la jutbah o disertación que ellos leían ese día respecto a que para cada profeta se menciona un honor en este día, como que, en este día se enfrió el Fuego de Nimrud (en el cual debía ser arrojado Abraham), se posó el Arca de Noé (a.s.), se ahogó el ejército del Faraón, Jesús (a.s.) fue salvado de los judíos, tal como cita el Sheij Sadûq de Ÿablah Mekkiah de que: “Escuché a Meizam Tammâr –que Al·lah esté complacido de él-, que dijo: “¡Por Dios! Que esta comunidad matará al hijo de su propio Profeta (s.a.w.), en el mes de Muharram, en el día diez, y que cada facción de los enemigos del Creador, Glorificado y Exaltado Sea, dispondrá a éste como día de bendición. ¡Es como si ese día ya hubiese llegado y ya hubiese sucedido en el conocimiento de Dios, Glorificado Sea. Yo sé eso por un secreto que me llegó de Amîr Al-Mu’minîn (a.s.)...”.
Luego Ÿablah continua diciendo: “Dije: ¿Cómo es que la gente tomaría el día del asesinato de Husein como un día de bendición?”. Entonces Meizam lloró y dijo: “Inventarán hadices sobre que ese es el día en que Dios, Glorificado Sea, aceptó el arrepentimiento de Adán, siendo que Al·lah, Glorificado Sea, aceptó el arrepentimiento de Adán en el mes de Dhûl Hiÿÿah. Supondrán que es el día en que Al·lah, Glorificado Sea, sacó a Iûnus (Jonás) del vientre de la ballena, siendo que Al·lah, Glorificado Sea, sacó a Iûnus del vientre de la ballena en el mes de Dhûl Qa‘dah. Supondrán que es el día en que el Arca de Nûh (Noé) se posó sobre el monte Ÿudî, siendo que el Arca se asentó el dieciocho de Dhul Hiÿÿah. Supondrán que es el día en que fueron abiertas las aguas del mar para Moisés, siendo que ello ocurrió en el mes de Rabî‘ Al-Auwal...”. En general, con toda esa aclaración y énfasis que se puso en la narración de Meizam, ello en realidad conforma una de las señales de la profecía y del Imamato, y un indicio de la legitimidad del Shiísmo, que haya brindado tales informaciones certeras. El contenido de ello concuerda con lo acontecido.
Lo sorprendente es que se compuso una súplica en base a esas mentiras, la cual se mencionó en un libro de alguno de entre los desatentos que no es de entre los expertos en la materia ni de entre los informados, quien distribuyó ello entre la gente común. Por supuesto que leer esa súplica se considera una bid‘ah o innovación en la religión y es algo prohibido.
No hay dudas de que esa súplica fue inventada por alguno de los nawâsib (esto es, aquellos que manifiestan rencor por Ahlul Bait) o alguno de los jawâriÿ, y ello complementa la opresión de los omeyas”.
Estas fueron las palabras del autor de Shifâ’ As-Sudûr en forma resumida.
Al final del día de Ashûrâ’ es adecuado recordar el viaje de las mujeres de la familia del Imam Husein (a.s.), sus hijas y niños, quienes en ese momento fueron hechos prisioneros por los enemigos en Karbalâ’ mientras se encontraban sumidos en la tristeza y el llanto, habiéndoles afligido una desgracia tal que no se le puede ocurrir a ninguna criatura y que la pluma no tiene la fuerza para escribir.
Entonces, levántate y envía tus saludos al Mensajero de Dios (s.a.w.), a ‘Alî Al-Murtadâ, a Fátima Az-Z­ahrâ’, a Hasan Al-Muÿtabâ y al resto de los Imanes de la descendencia de Al-Husein (a.s.). Exprésales tus condolencias por esas grandes desgracias con un corazón desazonado y los ojos llorosos, y lee la Ziârah Wâriz.

El día veinticinco: Según algunos sabios musulmanes, es el día del martirio del Imam Zain Al-‘Abidîn (a.s.).