¡Felicidades a toda la comunidad musulmana por una nueva conmemoración del natalicio del Imam Husein (as)!!!!!
Nombre: al-Hussain
Título: El Señor de los Mártires (Saiid Ash–Shahada)
Nació: El 3 del mes Sagrado de Sha’ban, del año 4 d.H..
Su padre: ‘Ali Ibn Abi Talib (P).
Su madre: Fátima Az–Zahra (P)
Murió: El día 10 del mes de Muharram, del año 61 d.H. (680 d.C).
Título: El Señor de los Mártires (Saiid Ash–Shahada)
Nació: El 3 del mes Sagrado de Sha’ban, del año 4 d.H..
Su padre: ‘Ali Ibn Abi Talib (P).
Su madre: Fátima Az–Zahra (P)
Murió: El día 10 del mes de Muharram, del año 61 d.H. (680 d.C).
Su Nacimiento
Al-Hussain Ibn `Ali, la paz sea con él fue el segundo valiente hijo de `Ali Ibn Abi Talib (P) y Fátima Zahra’ (P). Cuando dieron la noticia del nacimiento del pequeño al Mensajero de Dios, éste se dirigió a casa de su querida hija y pidió a Asma’ que le trajera al recién nacido. Asma’ envolvió al infante en un lienzo blanco y lo puso en los brazos de su abuelo, el Mensajero del Islam (BP), quien sin demora, pronunció el Adhan en el oído derecho de su amado nieto y el Iqamah en el oído izquierdo.
Fue en uno de los primeros siete días después de su nacimiento, que Gabriel –el honesto mensajero de Dios– se apareció y dijo a Muhammad (BP):
Al-Hussain Ibn `Ali, la paz sea con él fue el segundo valiente hijo de `Ali Ibn Abi Talib (P) y Fátima Zahra’ (P). Cuando dieron la noticia del nacimiento del pequeño al Mensajero de Dios, éste se dirigió a casa de su querida hija y pidió a Asma’ que le trajera al recién nacido. Asma’ envolvió al infante en un lienzo blanco y lo puso en los brazos de su abuelo, el Mensajero del Islam (BP), quien sin demora, pronunció el Adhan en el oído derecho de su amado nieto y el Iqamah en el oído izquierdo.
Fue en uno de los primeros siete días después de su nacimiento, que Gabriel –el honesto mensajero de Dios– se apareció y dijo a Muhammad (BP):
“Saludos de Dios
para ti ¡oh, Mensajero del Islam! Llama a este pequeño como fue llamado
el hijo de Aarón ‘Shubair’ o sea al-Hussain, ya que `Ali para ti es como
Aarón fue para Moisés, con la única diferencia de que tú eres el último
Profeta”.
Y así fue como el nombre de
al-Hussain fue elegido para el segundo hijo de Fátimah Zahra’ (P). El
séptimo día de su llegada al mundo, su madre Zahra’ (P) sacrificó un
cordero para cumplir con el aqiqah –ofrecimiento (costumbre recomendada
en muchas narraciones islámicas para la salud del infante); después
cortó el cabello de al-Hussain, lo pesó y la misma cantidad en plata la
entregó como sadaqah –limosna.
Al-Hussain en Compañía del Mensajero de Dios (Bpd)
Desde
el día del nacimiento de al-Hussain Ibn `Ali (P), que tuvo lugar el
cuarto año de la Hégira, hasta día en que murió su amado abuelo, el
Mensajero del Islam (BP), aproximadamente seis años y algunos meses
después, los musulmanes, a través del afecto y amor que expresaba el
Profeta (BP) por al-Hussain (P), descubrieron la eminencia y grandeza de
este tercer Imam.
Salmán el Farsi cuenta: “Ví un
día que el Mensajero de Dios (BP) sentó a Husein en su regazo y mientras
lo besaba decía: –Tú eres un eminente, hijo de un eminente y padre de
los eminentes; tú eres un Imam, hijo de un Imam y padre de Imames; tú
eres la prueba de Dios, hijo de la evidencia de Dios y padre de todas
las evidencias del Todopoderoso que son nueve y la última de ellas,
después de un período de estar ausente, se rebelará y terminará con la
tiranía en el mundo –refiriéndose a Imam Mahdi (P)
Uns
Ibn Malik narra: “Cierto día preguntaron al Mensajero de Dios (BP) por
quién de su familia sentía más afecto, a lo cual respondió: –Por
al-Hasan y al-Hussain.”
En reiteradas ocasiones tomó a sus dos nietos en su regazo, besándolos y apretándolos fuertemente contra su pecho.
Abu
Hurairah, que fue uno de los mercenarios y seguidores de Mu’awiyah, y
enemigo de la familia de los purificados Imames declaró: “Vi al
Mensajero de Dios (BP) que sentaba a al-Hasan y al-Hussain sobre sus
hombros mientras se me acercaba, entonces me dijo: Quién ame a éstos
–refiriéndose a al-Hasan y al-Hussain– es como si me hubiese amado a mí,
y quién sea su enemigo es como si se hubiese enemistado conmigo”.
La
frase más eminente, pronunciada por el Enviado de Dios (BP), que
demuestra la relación espiritual y trascendente entre el Profeta (BP) y
al-Hussain (P) fue esta:
“al-Hussain es parte mía y yo soy parte de al-Hussain”.
“al-Hussain es parte mía y yo soy parte de al-Hussain”.
Al-Hussain (P) en Compañía de su Padre (P), el Príncipe de los Creyentes
Los
primeros seis años de su infancia los pasó junto a su honorable abuelo y
después del fallecimiento del Profeta (BP) vivió treinta años junto a
su padre. Padre ejemplar, que no gobernó excepto con justicia, que no
vivió excepto con pureza y devoción, que no vio, no deseó ni encontró a
nadie excepto a Dios. Hombre al cual molestaron constantemente durante
su magisterio, tal y como cuando le negaron su derecho al califato,
época en la cual Imam al-Hussain (P) obedecía las ordenes de su padre.
Durante los años que Imam `Ali (P) ocupó el califato, al-Hussain (P), al
igual que su hermano al-Hasan (P), se preocupaba por lograr los
objetivos del Islam, participando también en las guerras de Yamal,
Siffin y Nahravan.
Fue así como al-Husain Ibn `Ali
(P) apoyaba a su padre, el Emir de los Creyentes, y a la religión de
Dios; y en repetidas ocasiones protestó públicamente por la usurpación
del califato.
Un día, durante el gobierno de
`Umar, Imam Husein (P) entró en la mezquita mientras que el segundo
califa se encontraba dando un sermón sobre el púlpito que había
pertenecido al Mensajero de Dios (BP), entonces este honorable exclamó:
“¡Baja del púlpito de mi padre…!
Al-Hussain (P) al Lado de su Hermano, el Segundo Imam (P)
Después
del martirio de `Ali (P), por orden del Enviado de Dios y según el
testamento del Emir de los Creyentes, `Ali Ibn Abi Talib (P), le fue
transmitido el imamato y liderazgo de los musulmanes a su hijo mayor
Hasan Ibn `Ali (P), siendo obligatorio y necesario para todos los
musulmanes escuchar y obedecer las órdenes y mandatos de Imam Hasan (P).
Imam Husain (P), que había sido educado por el Mensajero del Islam (BP)
y por Imam `Ali (P), seguía el mismo camino que su hermano.
Cuando,
por los intereses del Islam, la sociedad musulmana y por orden de Dios,
Alabado sea, Imam Hasan (P) se vio obligado a pactar con Mu’awiyah y
soportar todo tipo de inconveniencias; al-Hussain (P) sin rebelarse
sufrió al igual que su hermano, ya que sabía que ese acuerdo se había
realizado por el bien del Islam y de los musulmanes. Incluso un día que
Mu’awiyah se encontraba frente a estos dos imames, comenzó a insultar a
Imam Hasan (P) y a su valiente padre, entonces al-Hussain (P) se levantó
para defenderlos, acallar las palabras que salían de la boca de
Mu’awiyah y darle su merecido, pero Imam Hasan (P) le pidió que se
calmara y guardara silencio. Husain (P) aceptó y regresó a su lugar;
entonces él mismo–Imam Hasan (P)– con una declaración elocuente y
rotunda hizo callar a Mu’awiyah.
Imam al-Hussain (P) Durante el Califato de Mu'awiyah
Después
del fallecimiento del Imam Hasan (P), según lo dictado por el Mensajero
de Dios (BP), por `Ali Ibn Abi Talib (P) y lo especificado en el
testamento de Imam Hasan Ibn `Ali (P), el imamato y liderazgo de los
musulmanes pasó a manos de Imam Husein (P) convirtiéndose en el
representante de Dios para dirigir a la sociedad.
Imam
al-Hussain (P) fue Imam por un período de diez años. Todos ellos,
excepto los últimos 6 meses, coincidieron con el califato de Mu’awiyah.
Imam al-Hussain (P) vivió bajo las más difíciles condiciones, sufriendo
opresión y persecución. Esto fue debido al hecho de que: Primero de
todo, las leyes y regulaciones religiosas habían perdido mucho de su
peso y crédito, y los edictos de los gobernantes Omeyas habían ganado
total autoridad y poder. Segundo, Mu’awiyah y sus ayudantes usaron todos
los medios posibles para apartar a los miembros de la Casa del Profeta y
los seguidores shiítas y hacer que se olvidaran los nombres de ‘Alí (P)
y su familia. Y sobre todo, Mu’awiyah deseó fortalecer las bases del
califato de su hijo Yazid quien, debido a carecer de principios y
escrúpulos, era rechazado por gran cantidad de musulmanes. Por ello,
para sofocar toda oposición, Mu’awiyah tomó nuevas y más severas
medidas.
Imam al-Hussain (P) veía como Mu’awiyah,
respaldándose en el poder del gobierno islámico, que en forma ilegítima
había obtenido, pretendía destruir los cimientos de la sociedad
islámica y las leyes de Dios. Este Imam (P) sufría al ver el gobierno
ficticio y destructivo que había creado Mu’awiyah, pero se encontraba
imposibilitado para derrocarlo y tomar el poder en sus manos, hallándose
en una situación similar a la que había soportado su hermano Hasan (P).
Imam
al-Hussain (P) sabía perfectamente que si hacía pública su oposición y
provocaba un cambio en la situación reinante, antes de que pudiese
actuar lo matarían; por consiguiente, se vio obligado a callar y
esperar, ya que con su muerte no se obtendría nada.
Mientras
Mu’awiyah estuvo en vida, Imam al-Hussain (P), al igual que su hermano,
se abstuvo de izar la bandera de la oposición, con la única diferencia
de que a veces criticaba la situación, así como la forma de actuar y
pensar de Mu’awiyah.
Cuando Mu’awiyah obligaba a la gente a realizar el juramento de fidelidad a su hijo Yazid, al-Hussain (P), por medio de sermones y cartas contundentes mostró su descontento, rechazando a Yazid como sucesor al califato.
Cuando Mu’awiyah obligaba a la gente a realizar el juramento de fidelidad a su hijo Yazid, al-Hussain (P), por medio de sermones y cartas contundentes mostró su descontento, rechazando a Yazid como sucesor al califato.
Jurar fidelidad era una
antigua tradición árabe que fue trasladada a asuntos importantes tales
como el gobierno y el reinado. Aquellos que eran gobernados, y
especialmente los más famosos entre ellos, debían darle la mano a su rey
o príncipe en señal de acatamiento, fidelidad y obediencia, y de este
modo mostrar su apoyo a sus actos. El disentir después de jurar
fidelidad era considerado una desgracia y un deshonor para la persona,
igual que romper un acuerdo después de haberlo firmado oficialmente era
considerado un crimen. Siguiendo el ejemplo del Sagrado Profeta (BP), la
gente creía que tal juramento cuando se daba libremente, y no a la
fuerza, implicaba autoridad y peso.
Mu’awiyah
pidió a los notables de entre su gente que dieran su fidelidad a Yazid,
pero no le impuso esta obligación al Imam al-Hussain (P). El le dijo de
forma especial a Yazid en sus últimos deseos, que si al-Hussain (P)
rehusaba prestar juramento de fidelidad, él debía pasarlo por alto y no
darle importancia, pues había entendido perfectamente las consecuencias
desastrosas que podría tener el asunto si se presionaba. Por ello
Mu’awiyah no insistió en que el Imam realizara el juramento a Yazid,
postura que continuó así hasta la muerte de Mu’awiyah.
Por fuerza y necesidad Imam al-Hussain (P) tuvo que soportar estos días y tolerar toda clase de agonías y aflicciones mentales y espirituales de Mu’awiyah y sus agentes, hasta que a mediados del año 60 d.H. Mu’awiyah murió y su hijo Yazid ocupó su lugar.
Por fuerza y necesidad Imam al-Hussain (P) tuvo que soportar estos días y tolerar toda clase de agonías y aflicciones mentales y espirituales de Mu’awiyah y sus agentes, hasta que a mediados del año 60 d.H. Mu’awiyah murió y su hijo Yazid ocupó su lugar.
Imam al-Hussain (P) Durante el Califato de Yazid
Después del fallecimiento de Mu’awiyah, su hijo Yazid tomó la guía del gobierno islámico en sus manos llamándose a si mismo Emir de los Creyentes; quién, para estabilizar su ilegal y opresivo gobierno, decidió enviar mensajes a los célebres y personalidades musulmanes, invitándoles a que realizasen el juramento de fidelidad –bai’at– con él; para lo cual escribió una carta al gobernador de Medina en la que le ordenaba: “Haz que al-Hussain me preste el juramento, si se opone ¡mátalo!” El gobernador puso a Imam Husein (P) al tanto de lo ordenado por Yazid y poco después recibió la contestación del Imam (P) que decía:
“Pertenecemos
a Dios y regresaremos a Él”. Cuando alguien como Yazid (alcohólico,
jugador, sin creencias y corrupto, que no se preocupa ni siquiera por la
apariencia externa del Islam), gobierna al pueblo musulmán, tendremos
que hacer sonar el toque de muerte para el Islam (ya que un dirigente
como éste, utilizando la fuerza del Islam y bajo el nombre del Islam,
terminará con el Islam)”.
Imam al-Hussain (P)
sabía que si permanecía en Medina sin reconocer al gobierno de Yazid, lo
matarían; por ello, para obedecer lo ordenado por Dios, una noche,
aprovechando la oscuridad, salió de esta ciudad rumbo a La Meca. La
noticia del arribo de al-Hussain (P) a La Meca y su negativa a prestar
juramento a Yazid, se expandió rápidamente, llegando ésta a los oídos de
la gente de Kufah. Los kufis, sin demora, invitaron a al-Hussain (P),
que en esos momentos se encontraba en La Meca, que viniese a esa ciudad y
los gobernara. El Imam (P) envió a su primo Muslim Ibn `Aqil para que
estudiase de cerca la reacción de los kufis y lo pusiese al tanto de la
situación.
Cuando Muslim llegó a Kufah, se
encontró con una inesperada y calurosa bienvenida. Miles de gentes
hicieron el juramento de lealtad con el representante del Imam (P),
entonces, Muslim escribió a Imam al-Hussain (P) que consideraba
necesario que inmediatamente partiese hacia allá.
No
obstante el Imam (P) conocía perfectamente a los habitantes de Kufah.
Desde la época del gobierno de su padre y de su hermano sabía de su
infidelidad y alevosía. Sabía que no debía confiar en el juramento que
éstos habían hecho y en lo que habían prometido a Muslim, pero para
completar su misión y cumplir con lo ordenado por Dios, Loado sea,
decidió dirigirse hacia la ciudad de Kufah.
A
pesar de que hasta el octavo día de Dhul–Hiyyah, día en que toda la
gente que se encuentra en La Meca se prepara para dirigirse hacia la
región de Mina y todo aquél que se encuentra en camino se apresura para
llegar a La Meca, Imam al-Hussain (P) permaneció en esta santa ciudad.
Cuando el Imam se enteró de que algunos seguidores de Yazid habían
entrado en La Meca como peregrinos, con la misión de matarle durante los
ritos de la peregrinación, con las armas que escondían bajo sus ropas,
acortó los ritos de la peregrinación y en un día como éste, acompañado
de su familia y seguidores, decidió partir en dirección a Irak,
cumpliendo así con su deber y al mismo tiempo con este movimiento hizo
saber a todos los musulmanes del mundo, que el hijo del último Profeta
(BP), no sólo no reconocía al gobierno de Yazid y le rehusaba realizar
el juramento de fidelidad, sino que se rebelaba en contra del corrupto
hijo de Mu’awiyah. El Imam (P) puso de pie en medio de la multitud y en
un corto discurso, anunció su marcha a Irak. En su discurso también
declaró que podría ser martirizado, llamó a los musulmanes a ayudarle en
la conquista de los objetivos que tenía en mente y a ofrecer sus vidas
en el camino de Dios.
El Imam al-Hussain (P)
estaba decidido a no dar juramento de fidelidad a Yazid y era plenamente
consciente que podía ser matado. El era consciente de que su muerte era
inevitable, dando el terrible poder militar de los Omeyas, apoyados
como estaban en la corrupción de ciertos sectores, el declinar
espiritual y la carencia de verdadero deseo entre la gente,
especialmente en Iraq. Algunos de los prominentes hombres de La Meca
salieron al paso de Imam Husein (P) y le previnieron del peligro que
conllevaba la acción que estaba iniciando. Pero él les contestó que se
negaba a dar juramento de fidelidad y aprobar un gobierno de injusticia y
tiranía. Añadió que sabía que podía ser asesinado donde quiera que
regresara o fuera. Y que abandonaba La Meca para proteger el respeto
debido a la Casa de Dios y no permitir que este respecto fuera
destruido, dejando que su sangre fuera derramada en ella.
Yazid,
que se había enterado de la llegada de Muslim a Kufah y del juramento
de lealtad que la gente de esta ciudad había hecho al Imam (P), envió a
Ibn Ziyad (que era uno de los más corruptos seguidores de Yazid y uno de
los más sucios partidarios del gobierno Omeya, a la ciudad de Kufah.
Ibn
Ziyad, utilizando la poca fe, la hipocresía y el miedo de la gente de
Kufah, con intimidaciones y amenazas los apartó de Muslim. Este fiel
compañero de Husein (P) se enfrentó valientemente contra los agentes de
Ibn Ziyad y finalmente fue martirizado como un valeroso guerrero (las
bendiciones de Dios sean para él). Entonces –Ibn Ziyad–, incitó a la
gente hipócrita y traicionera, así como a los incrédulos de Kufah,
contra Imam al-Hussain (P), llegando al punto que aquéllos mismos que
habían invitado al Imam (P) vistieran sus armas y esperaran la llegada
de Husein Ibn `Ali (P) para matarlo.
Desde la
noche en que el Imam (P) salió de Medina y mientras estuvo en La Meca, y
durante el tiempo que empleó en trasladarse de La Meca hacia Karbala,
hasta el momento en que fue martirizado, a veces insinuaba y otras
abiertamente decía: “El motivo de este movimiento es para denunciar al
gobierno de Yazid que se manifiesta en contra del Islam y para ordenar
el bien –Amri bil Ma’ruf– y rechazar el mal –Nahi az Munkar–, y terminar
con la opresión, la crueldad y la injusticia. Mi propósito es proteger
el Sagrado Corán y revivir la religión de Muhammad (BP)”.
Esta era la tarea que Dios le había encargado y la cumpliría incluso si fuese necesario ofrecer su sangre, la de sus compañeros y la de sus hijos y familiares.
Esta era la tarea que Dios le había encargado y la cumpliría incluso si fuese necesario ofrecer su sangre, la de sus compañeros y la de sus hijos y familiares.
El Mensajero de Dios (BP), así como
Emir de los Creyentes `Ali Ibn Abi Talib (P) y Hasan Ibn `Ali (P),
anteriores guías del Islam, habían predicho en repetidas ocasiones el
martirio de Imam al-Hussain (P); inclusive el día de su nacimiento, el
Profeta (BP) habló de como sería martirizado, hasta él mismo, por el
conocimiento (de lo oculto) que poseía como Imam, sabía que al final de
ese viaje le esperaba el martirio. Sin embargo, él fue aquél quien al
infortunio y a la calamidad los consideraba una generosidad de Dios, y
al martirio la felicidad.
La noticia del martirio
de al-Hussain en Karbala era tan conocida entre los musulmanes, que
todos se mostraban temerosos por lo que sucedería al final de este
viaje. Así fue como la emigración realizada por al-Hussain (P), con
todos los infortunios y calamidades que tuvo que soportar, corroboró las
opiniones generales acerca de su martirio. En el camino hacia Karbala
dijo: “Aquél que esté listo para ofrecer su vida por el mismo motivo que
yo ofrezco la mía, y esté preparado para encontrarse con su Señor, ¡que
me acompañe!”.
Fue por eso que algunos de sus
seguidores trataron de disuadirlo, pues ignoraban que el hijo de `Ali
Ibn Abi Talib (P), el Imam (P) y sucesor del Profeta (BP), conocía
perfectamente su deber y nunca desobedecería aquello que Dios le había
encomendado.
Imam al-Hussain (P) a pesar de las
muchas opiniones y presiones que le rodeaban, continuó su camino sin
dudar en ningún momento respecto a la decisión que había tomado.
La
partida del Imam no fue un acto apresurado y sin meditación. Un Imam
Infalible no actúa de manera despreocupada e incauta. Por el contrario,
el Imam sabia perfectamente cual era su destino y no estaba dispuesto a
rechazarlo. Unas de las muestras de su conocimiento con respecto a la
situación, es el hecho de haber dejado antes de marcharse a La Meca un
escrito a Umm Salama, una de las esposas del Profeta (BP), especificando
que el Imamato después de su muerte le correspondía a su hijo ‘Ali Zain
ul ‘Abidin (P).
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