fuente: islammdp.blogspot.com
Por Seyyed Husein Nasr
Una de estas verdades es la necesidad de un elemento de ascetismo en la vida humana. Sin un elemento de sacrificio y ascetismo ninguna religión, y por lo tanto ninguna cultura humana, es posible. Hay que retirarse ocasionalmente de la vida plena de los sentidos incluso para poder gozar del fruto de la percepción sensual. Como afirma el dicho taoísta, es el espacio vacío de la rueda el que hace a la rueda. Sólo un cierto grado de abstención de los objetos materiales de los sentidos hace que incluso la vida de los sentidos sea equilibrada, sin hablar de que posibilita en el alma humana una abertura hacia la vida espiritual.
Una de estas prácticas de restricción es el ayuno, que el Islam promulga como obligatorio para el mes de Radaman y recomienda para otros períodos del año. Tal como manifiesta el Sagrado Corán, es una práctica que existió en religiones más antiguas y que el Islam no hizo sino revivir e institucionalizar en la forma del sawm de Ramadan. Ayunar durante este mes posee muchas ventajas, y características sociales y externas que se han discutido a menudo, cuya importancia, de hecho, se ha exagerado en ciertos lugares, en los que la principal virtud del ayuno se reduce a la caridad para con los pobres. Este elemento de caridad existe, por supuesto, pero, como toda verdadera caridad, sólo adquiere un sentido espiritual cuando se dirige hacia Dios. Y en el ayuno está la obediencia a la Voluntad Divina, que tiene como fruto la caridad hacia los pobres y los necesitados y una participación real en su hambre y su sed.
Pero es aspecto más dificil del ayuno es el filo de la espada de la abstención dirigido contra el arma carnal, la al-nafs al-ammarah del Sagrado Corán. Al ayunar, las tendencias rebeldes del alma carnal son apagadas y pacificadas gradualmente por una sumisión sistemática de esas tendencias a la Voluntad Divina, pues en cada momento de hambre el alma del musulmán recuerda que, si las pasiones del alma carnal son desoídas, es para obedecer una Orden Divina. Ésta es la razón por la que el ayuno no sólo incluye la abstención de comer, sino de toda forma de lujuria y de pasión carnal.
Como resultado de esta restricción sistemática, el alma humana se da cuenta de que es independiente de su ambiente natural inmediato y cobra conciencia de que está en este mundo pero no pertenece al él. Una persona que ayuna cobra conciencia muy rápidamente de que es un peregrino en este mundo y de que ha sido creado como ser destinado a una meta que esta más allá de esta existencia material. El mundo que lo rodea pierde en cierto modo su materialidad y toma un aspecto de "vacuidad" y transparencia que, en el caso del musulmán contemplativo, conduce directamente a una contemplación de Dios en Su creación.
La naturaleza efímera y "vacía" de las cosas es compensada, por otra parte, por las aparición de estas mismas cosas como dones divinos. Durante el período de ayuno, la comida y la bebida, que se dan por sentadas durante todo el año, se revelan más que nunca como dones del cielo (ni mah) y adquieren un significado espiritual de naturaleza sacramental.
Ayunar es también vestir la armadura de la pureza contra las pasiones del mundo. Es incorporar incluso "físicamente" al propio cuerpo la pureza de la muerte, que naturalmente está emparejada con el nacimiento espiritual. Al ayunar, al hombre se le recuerda que ha elegido el lado de Dios contra el mundo de las pasiones. Por eso el Santo Profeta amaba tanto el ayuno. Era un elemnto básico de esa "pobreza espiritual muhammadiana" (faqr), de la que dijo "al-faqr fakhri" (la pobreza espiritual es mi gloria).
Esta muerte de las pasiones limpia el alma y la vacía del agua pútrida de sus residuos psíquicos negativos. El individuo, y a través de él la comunidad islámica, es renovado por este rito, que le recuerda sus obligaciones y objetivos morales y espirituales. Por eso la llegada del mes sagrado es recibida con alegría. Pues en él las puertas del cielo están mas abiertas para los fieles, y la Compasión Divina desciende sobre los que la buscan. Haber completado el ayuno de Ramadan es haber experimentado un rejuvenecimiento y un renacimiento que prepara al musulmán para enfrentarse a otro año con la determinación de vivir y actuar de acuerdo con la Voluntad Divina. El ayuno también confiere al alma humana un perfume cuya fragancia puede percibirse hasta mucho después de terminar el período de abstinencia. Prporciona al alma una fuente de energía de la que se alimenta durante todo el año.
Debido a ello, el mes sagrado ha sido llamado "el bendito" mubarak, aquel que la gracia o barakah de Dios fluye sobre la comunidad islámica y rejuvenece sus fuentes más profundas de vida y acción.
La fuente: el texto pertenece a "Vida y pensamiento en el Islam", Ed. Herder.
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