6.10.12

El mensaje revolucionario de los Profetas (P)



En el Nombre de Dios, El Compasivo, El Misericordioso


La palabra “Profecía” en el contexto de las enseñanzas islámicas no se circunscribe a la predicción de acontecimientos futuros, sino que alude al Mensaje de Dios para la Humanidad. En consecuencia, “Profeta” no es quien anticipa el futuro sino quien transmite un Mensaje de parte de Dios.

Los Profetas (con ellos sea la Paz) son hombres escogidos por Dios para transmitirnos un Mensaje de Su parte. Tal Mensaje es una completa guía para encaminar al hombre hacia su completitud, su bienestar, su felicidad, dándole lo que necesita para cumplir con su objetivo en su existencia. Sin tal guía, estaríamos perdidos, buscando la felicidad por caminos falsos, dejándonos llevar por costumbres engañosas inventadas por algunas personas con el fin de entretenernos y distraernos mientras ellos se quedan con los bienes materiales del mundo.

Es común que se critiquen a las religiones y se las considere como “el opio de los pueblos” y como “las principales responsables de los mayores males que ha padecido la Humanidad”. Y no vamos a negar que grandes males ha habido por las manos de personas corruptas, desviadas y perversas que han usado a la religión como excusa ante la gente. Pues la religión ofrece para ellos un disfraz óptimo tras el cual ocultar sus malvadas intenciones y justificar su accionar opresor. Cuando la gente observa el resultado de las incursiones de los poderosos que invaden, masacran, despedazan, destruyen, violan, saquean y dejan un rastro de despojos irreconocibles, tal resultado les causa abominación y un rechazo tan fuerte que no se puede justificar únicamente por la obtención de bienes mundanales y poder. Entonces, necesitan refugiarse en alguna causa emblemática superior, un bien mayor que los tranquilice y así permitan a los tiranos seguir sus obras malvadas e injustas. Ese “bien mayor” lo aporta la religión, y por eso siempre ha sido usada como excusa por los déspotas. Del mismo modo, hoy apelan a otros “bienes” como la libertad y la democracia, valores que en sí no son culpables ni responsables de que ocurran invasiones y masacres en su nombre.

En sí, la religión tampoco es culpable de lo que hayan hecho (y aún hoy sigan haciendo) en su nombre las personas corruptas y desviadas. Tales personas no siguen los Mandatos Divinos de amor al prójimo y respeto por los derechos humanos, elementales en todas las religiones. Siguen su propia codicia y el anhelo de acumular aquello que no les pertenece, aquello que la misma religión les prohíbe.

Si nosotros observamos los Mensajes de los Profetas a lo largo de la historia, podremos reconocer enseñanzas que han cambiado el rumbo entero de la Humanidad. Por eso nos referimos a tales Mensajes como “revolucionarios”, porque en sí han sido las auténticas revoluciones que han tenido las sociedades.

Por ejemplo, si recordamos la historia de los hijos de Adán (P), Abel y Caín, recordaremos que uno de ellos era agricultor y el otro ganadero. Aquí vemos dos temas que han cambiado el rumbo de las sociedades humanas, que antes de Adán (que es el primer hombre de esta Humanidad actual, el primer “homo sapiens”), las comunidades “humanoides” eran fundamentalmente cazadoras, y a partir de Adán (P) se incorporan dos actividades que cambian todo el modo de vida de los seres humanos, convirtiéndolos en “humanos”, siendo que antes eran sólo depredadores (sin diferencia con los animales).

Luego de él, tenemos en otro Profeta, Idris (Enoch –P-), fue el primero en escribir usando un cálamo, inventando la escritura. Otro elemento revolucionario que cambia substancialmente el modo de vida de los pueblos dándoles una cualidad netamente humana, un rasgo diferenciador de los animales. Aquí se sientan las bases para el desarrollo de la cultura humana, base de la misma civilización. Y todo gracias a las enseñanzas legadas por un Profeta (P).

Otro Profeta, José (“Yusuf” –P-), va a enseñarle al Faraón los fundamentos para una correcta administración de los bienes de estado de manera tal que en las épocas de buena productividad se prevean reservas para las épocas de carestía. Se sientan las bases de lo que ha de ser la justicia social que provea de bienestar a toda la comunidad en su conjunto, con conciencia colectiva. El resultado de esto fue un Imperio Egipcio esplendoroso.

Luego Moisés (P) que se encarga de sacar al pueblo de Israel de la situación de esclavitud en la cual habían caído injustamente y va a establecer en detalle un completo y abarcativo código legal que contempla todas las facetas de la vida humana. Un código similar trajo nuestro Profeta Muhammad (BPD), constituyendo las normas de lo que hoy llamamos “Islam”: una religión que contempla absolutamente todos los aspectos de la vida humana, tanto en lo individual como en lo social, lo espiritual y lo mundano, con detalladas referencias a la economía, la política, la moral y la vida social. Tal es, sin lugar a ninguna duda, la mayor revolución que pudo haber existido en la historia. Una revolución cuyos efectos perduran hoy, 14 siglos después de haber aparecido en el desierto de Arabia, en la Meca. En una ciudad menor ubicada en una tierra árida casi como un paso para las caravanas, un hombre sin ninguna instrucción escolástica, un simple comerciante analfabeto, trae un Mensaje que habrá de cambiar totalmente dicha sociedad y la hará crecer hasta formar un Imperio que se extendió más que ningún otro en la historia, con enseñanzas que aún hoy perduran y una religión que hoy sigue creciendo siendo la de mayor índice de crecimiento de la actualidad, abarcando a más de una quinta parte de la Humanidad. ¿Qué otra revolución ha tenido semejantes resultados en la historia?

Vemos entonces que los Profetas (P) no han sido meros transmisores de Mensajes, sino que son verdaderos maestros para el género humano. Las grandes ciencias de importancia vital para el desarrollo de las sociedades, como la escritura, la agricultura, la ganadería, el comercio, la sabia administración de recursos, etc., nos han llegado a través de ellos. Además, ellos son seres humanos extraordinarios, modelos ejemplares de conducta para imitar y seguir por parte de la gente. Ellos representan el estado ideal del ser humano, la cumbre elevada de la humanidad a la cual toda persona debe aspirar y hacia la cual conduce el Mensaje de la religión.

Abdallah Yusuf de La Plata – Argentina.


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