19.12.11

¿Por qué tantas profesionales modernas británicas se convierten al Islam?





Todas ellas eran brillantes y educadas, y han pensado largo y tendido antes de elegir convertirse al Islam, y ahora son apasionadas seguidoras de su religión


fuente:webislam.com

Gran parte de mi infancia la pasé tratando de escapar del Islam. Nacida en Londres de madre
inglesa y padre musulmán paquistaní, fui educada para seguir la fe de mi padre sin cuestionamientos. Pero en privado lo odiaba. En el momento en que salí de casa para ir a la
universidad, a la edad de 18 años, lo abandoné por completo. Por lo que a mí respecta, ser
musulmana significaba escuchar la palabra "No" una y otra vez.
Las niñas de mi condición estaban excluidas de muchas de las cosas que mis amigos ingleses
daban por sentado. De hecho, me parecía que todo lo divertido era haram, o prohibido, para
las niñas como yo.
Había muchas pequeñas reglas arbitrarias. No silbar. No masticar chicle. No andar en
bicicleta. No ver “Top Of The Pops”. No usar maquillaje o la ropa que marque la forma del
cuerpo. No comer en la calle o meter las manos en los bolsillos. No llevar el pelo corto o
pintarme las uñas. No hacer preguntas o contestar. No tener perros como mascotas, (eran
sucios). Y, por supuesto, no sentarse al lado de los hombres, estrecharles la mano e incluso
el contacto visual con ellos. Estas reglas fueron impuestas por mi padre y yo, por lo tanto,
supuse que debían de ser una parte integrante de ser un buen musulmán.
No es de extrañar, entonces, que en cuanto tuve la edad suficiente para ejercer mi
independencia, rechazara todo el paquete y le diera la espalda al Islam. Después de todo,
¿qué mujer moderna, británica, liberada elegiría vivir una vida así?
Bueno, pues parece que bastantes, incluida la última conversión sorpresa al Islam, la cuñada
de Tony Blair, Lauren Booth. Y después de la ruptura con mi propio pasado, he seguido con
fascinación la creciente tendencia de las mujeres occidentales que eligen convertirse al Islam.
La locutora y periodista Booth, de 43 años, dice que ahora lleva hijab cada vez que sale de
su casa, reza cinco veces al día y visita la mezquita local "cuando puedo". Decidió
convertirse en musulmana hace seis semanas, después de visitar el santuario de Fátima al-
Masumeh en la ciudad de Qom, y ha dicho: "Fue un martes por la noche, y me senté y sentí
una inyección de morfina espiritual, de felicidad absoluta y alegría". Antes de su despertar
en Irán, "simpatizaba" con el Islam y había pasado un tiempo considerable trabajando en
Palestina. "Siempre me impresionó la fuerza que me dio y lo reconfortante que fue", dice.
¿Cómo, me preguntaba, podían las mujeres sentirse atraídas por una religión que yo sentí
que me había mantenido en un lugar tan bajo, tan sumiso? ¿Cómo podían sus experiencias
del Islam ser tan diferentes a la mía?
De acuerdo con Kevin Brice de la Universidad de Swansea, quien se ha especializado en el
estudio de la conversión de blancos al Islam, estas mujeres son parte de una tendencia
interesante. Éxplica: "Buscan espiritualidad, un sentido superior, y tienden a ser pensadoras
profundas. El otro tipo de mujeres que abrazan el Islam son lo que yo llamo "conversas de
conveniencia". Van a asumir los símbolos de la religión para complacer a sus maridos
musulmanes y sus familias, pero no necesariamente asistirán a la mezquita, rezarán o
ayunarán".
Hablé con una variada selección de occidentales blancas conversas en un intento de volver a
examinar la fe que yo había rechazado.
Mujeres como Kristiane Backer, de 43 años, ex presentadora de MTV con sede en Londres,
había llevado el tipo de vida liberal al estilo occidental que yo anhelaba cuando era un
adolescente, pero le dio la espalda y abrazó el Islam en su lugar. ¿Su razón? La sociedad
permisiva del "todo vale" que yo codiciaba ha demostrado ser un vacío superficial.
El punto de inflexión para Kristiane llegó cuando conoció y estuvo saliendo brevemente con
el ex jugador de cricket paquistaní y musulmán Imran Khan, en 1992 durante el apogeo de
su carrera. Él la llevó a Pakistán, donde ella dice que fue tocada inmediatamente por la
espiritualidad y la calidez de la gente.
Kristiane dice: "Aunque nuestra relación no duró mucho, comencé a estudiar la fe
musulmana y, finalmente, me convertí. Debido a la naturaleza de mi trabajo, yo había estado
entrevistando a estrellas del rock, viajando por todo el mundo y siguiendo todas las
tendencias, sin embargo, me sentía vacía por dentro. Ahora, por fin, estoy satisfecha porque
el Islam me ha dado un propósito en la vida".
"En Occidente, estamos estresados por razones superficiales, como qué ropa ponerse. En el
Islam, todo el mundo mira hacia una meta más alta. Todo se hace para agradar a Dios. Es un
sistema de valores completamente diferente. A pesar de mi estilo de vida, me sentí vacía por
dentro y me di cuenta de lo liberador que era ser musulmana. Seguir a un solo dios hace más
pura la vida. No vas persiguiendo cada capricho.”
"Crecí en Alemania en una familia protestante no muy religiosa. Bebía e iba de fiesta, pero
me di cuenta de que hay que portarse bien para que tengamos una buena vida después de la
vida. Somos responsables de nuestras propias acciones".
Para una cantidad significativa de mujeres, su primer contacto con el Islam viene de salir
con un novio musulmán. Lynne Ali, de 31 años, de Dagenham, en Essex, libremente admite
haber sido "una típica adolescente occidental muy fiestera”.
Dice: "Salía y me emborrachaba con mis amigos, usaba ropa ajustada y atrevida y salía con
chicos. También trabajaba a tiempo parcial como DJ, así que estaba muy metida en la escena
de clubs. Yo solía rezar un poco como cristiana, pero usaba a Dios como una especie de
médico, para arreglar cosas en mi vida. Si alguien me hubiera preguntado, habría dicho que,
en general, yo era feliz viviendo la vida en el carril rápido. "
Pero cuando conoció a su novio, Zahid, en la universidad, algo dramático ocurrió.
Ella dice: "Su hermana me empezó a hablar sobre el Islam, y fue como si todo en mi vida se
colocara en su lugar. Creo que, en el fondo, debo haber estado buscando algo, y no me sentía
llena con mi estilo de vida de bebedora fiestera.”
Lynne se convirtió a los 19 años. "A partir de ese día, empecé a usar el hijab", explica, "y
ahora nunca muestro mi pelo en público. En casa, visto ropa occidental normal delante de mi
marido, pero nunca fuera de la casa."
Conociendo la conclusión de una reciente encuesta de YouGov, de que más de la mitad de
los británicos creen que el Islam es una influencia negativa que alienta el extremismo, la
represión de las mujeres y la desigualdad, uno podría preguntarse por qué ellas elegirían ese
camino para sí mismas. Sin embargo, las estadísticas sugieren que la conversión islámica no
es una mera flor de un día, sino un desarrollo significativo. El Islam es, después de todo, la
religión que más rápido crece del mundo, y los blancos que la adoptan son una parte
importante de esa historia.
"La evidencia sugiere que la proporción entre mujeres y hombres occidentales que se
convierten podría ser tan alta como 2:1," dice Kevin Brice. “Además –dice-, a menudo estas
mujeres conversas están dispuestas a mostrar los signos visibles de su fe -en particular, el
hiyab- mientras que muchas jóvenes musulmanas crecidas en la fe eligen no hacerlo. Tal vez
como resultado de estas acciones, que tienden a llamar la atención, las musulmanas blancas
a menudo informan de mayor discriminación contra ellas que las que nacieron musulmanas",
añade Brice, que es lo que le pasó a Kristiane Backer.
Dice: En Alemania existe la islamofobia. Perdí mi trabajo cuando me convertí. Hubo una
campaña de prensa contra mí, con insinuaciones de que todos los musulmanes apoyan a los
terroristas, fui vilipendiada. Ahora, soy una presentadora de la NBC Europa. Me llamo a mí
misma un “musulmana europea”, que es diferente de los "nacidos” musulmanes. Yo estaba
casada con uno, un marroquí, pero no funcionó porque me puso restricciones debido a la
forma en que él había sido educado. Como musulmana europea, me cuestiono todo, no
acepto nada a ciegas.
"Pero lo que me gusta es la hospitalidad y la calidez de la comunidad musulmana. Londres
es el mejor lugar de Europa para los musulmanes, hay una maravillosa cultura islámica aquí
y estoy muy feliz".
Para algunos conversos, el Islam representa una celebración de los valores de la familia
tradicional.
"Algunos se sienten atraídos por el sentido de pertenencia y de comunidad, valores que han
sido erosionados en Occidente", dice Haifaa Jawad, una profesora de la Universidad de
Birmingham, que ha estudiado el fenómeno de conversión de occidentales blancos.
"Mucha gente, de todos los sectores de la vida, lamenta la pérdida en la sociedad actual del
tradicional respeto a las personas mayores y a las mujeres, por ejemplo. Estos son valores
que están consagrados en el Corán, con los que los musulmanes tienen que vivir", añade
Brice.
Se trata de valores como los que atrajeron hacia el Islam a Camilla Leyland, de 32 años, una
profesora de yoga que vive en Cornwall. Es madre soltera con una hija, Inaya, de dos años,
ella se convirtió a los veintitantos por razones intelectuales y feministas.
Nos explica: "Sé que la gente se sorprenderá al escuchar las palabras "feminismo" e "Islam"
juntas, pero de hecho, las enseñanzas del Corán dan igualdad a las mujeres, y en la época en
que nació la religión, la enseñanzas iban contra la corriente de una sociedad misógina. El
gran error que la gente comete es confundir la cultura con la religión. Sí, hay culturas
musulmanas que no permiten libertad individual a las mujeres, sin embargo, cuando yo era
niña, me sentí más oprimida por la sociedad occidental".
Ella habla de la presión sobre las mujeres para actuar como hombres, bebiendo y teniendo
relaciones sexuales ocasionales. "No había ningún significado real para todo esto. En el
Islam, si comienzas una relación, supone un compromiso".
Crecida en Southampton -su padre era el director del Instituto de Educación de Southampton
y su madre una profesora de economía doméstica- el interés de Camilla por el Islam
comenzó en la escuela. Fue a la universidad y más tarde cursó un Master en Estudios del
Medio Oriente. Pero fue mientras vivía y trabajaba en Siria que tuvo una epifanía espiritual.
Al reflexionar sobre lo que había leído en el Corán, se dio cuenta de que se quería convertir.
Su decisión fue recibida con desconcierto por los amigos y la familia.
"La gente encuentra difícil de creer que una mujer blanca, educada, de clase media opte por
convertirse en musulmana" dice.
Aunque la fe de Camila sigue siendo fuerte, ya no usa el hijab en público. Pero varias de las
mujeres con las que hablé dijeron que la vestimenta islámica estricta era motivadora y
liberadora.
Lynne Ali recuerda la noche en que lo vió todo claro. "Fui a un bar a la fiesta de cumpleaños
de un viejo amigo que cumplía los 21 años", revela. "Entré, con mi hijab y mi ropa modesta,
y vi cómo todos los demás mostraban tanta carne. Estaban borrachos, arrastrando las
palabras y bailando de forma provocativa. Por primera vez, pude ver mi vida anterior con los
ojos de un extraño, y supe que nunca podría volver a eso.”
"Estoy muy agradecida de haber encontrado mi vía de escape. Este es el verdadero yo, estoy
feliz de rezar cinco veces al día y de asistir a clases en la mezquita. Ya no soy una esclava de
una sociedad rota y de sus expectativas"
Kristiane Backer, quien ha escrito un libro sobre su propio viaje espiritual, titulado “De la
MTV a la Meca”, cree que la nueva generación de musulmanes modernos e independientes
pueden unirse para mostrarle al mundo que el Islam no es la fe con la que yo crecí: una que
rechaza de plano los derechos de las mujeres.
Ella dice: "Sé de mujeres musulmanas de nacimiento que se han desilusionado y se han
rebelado contra el Islam. Al cavar más profundo, se ve que no se han vuelto en contra de la
fe, sino de la cultura. Reglas como casarse dentro de la misma secta o casta y que la
educación sea menos importantes para las niñas, ya que al fin y al cabo se van a casar
¿dónde se dicen tales cosas en el Corán? No las dice.”
"Muchos jóvenes musulmanes que han abandonado la versión "infernal", con que nacieron,
han redescubierto un enfoque más espiritual e intelectual, que está libre de los dogmas
culturales de la vieja generación. Así es como tengo la intención de pasar mi vida,
mostrando al mundo la belleza del verdadero Islam.
Si bien no estoy de acuerdo con sus sentimientos, admiro y respeto a las mujeres que
entrevisté para este artículo. Todas ellas eran brillantes y educadas, y han pensado largo y
tendido antes de elegir convertirse al Islam, y ahora son apasionadas seguidoras de su
religión. Les deseo buena suerte. Y buena suerte para Lauren Booth. Pero hay una palabra
que resume la diferencia entre su experiencia y la mía: elección.
Tal vez si me hubiera sentido con control en lugar de controlada, si me hubiera sentido
motivada en lugar de dominada, todavía estaría practicando la religión con la que nací, y no
llevaría la carga de culpa que tengo por haber rechazado la fe de mi padre.
Traducción de Patricia Fernandez Carmona

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