3.9.12

El Gran Pecado de Inventar Rumores


Extraído del libro El Sistema Moral del Islam: Exégesis de la Surah al-Huyyuraat, por Ayatolá Yafar Subhani. 
Traducido por AbdulKarim Orobio

 El Gran Pecado de Inventar Rumores
يَآ أَيُّهَا الَّذِينَ ءَامَنُوا إن جَآءَكُمْ فَاسِقٌ بِنَبَإٍ فَتَبَيَّنُوا أَن تُصِيبُوا قَوْماً
بِجَهَالَةٍ فَتُصْبِحُوا عَلَى مَا فَعَلْتُمْ نَادِمِينَ
Propagar rumores y mentir acerca de otros es uno de los pecados más grandes que pueden acaecerse dentro de una sociedad y algunas veces puede poner en peligro la vida de los demás. Este acto puede tener como resultado la destrucción del honor y la dignidad de una persona y como tal paralizar el desarrollo de la vida de un individuo dentro de la sociedad. ¿Cuántas veces información que no tiene bases ni fundamentos en lo absoluto han encendido llamas de guerra entre dos pueblos teniendo como efecto perdidas y daños para ambos partes?.
Para evitar tan gran injusticia, el Islam ha ordenado a los musulmanes que no presten atención a ni una sola frase o parte de una noticia o información sin confirmar que llegue a ellos y no aceptar nada de lo que les he comunicado. Además, los musulmanes únicamente deben aceptar las noticias de aquellas personas que poseen bondad en su interior y que temen a Dios (Glorificado y Exaltado sea). Son las noticias de aquellos que poseen valores y adjetivos morales, justicia, confianza en su discurso y hay validez en lo que dicen, lo cual evitaría que una persona hiciera falsas acusaciones, mintiera y propagara noticias e informaciones infundadas e inventadas.
En algunos temas importantes relacionados con la religión y la sociedad en la cual el honor y el respecto de una persona o un grupo de personas está en riesgo, se nos ha ordenado no tener en cuenta la palabra de una sola persona “justa” y veraz, solo hasta cuando otras tres personas que también sean justas y teman a Dios corroboren la declaración de la primera persona, solo hasta entonces es permitido aceptar la declaración hecha por ellas. De esa forma, debemos asegurarnos de que sus declaraciones concuerden y coincidan exactamente unas con otras en todos los aspectos. En otros temas, se nos ha ordenado asegurarnos que aquellos que proveen la información sean un mínimo de dos personas ´Adil (justas-desde el punto de vista de la definición Islámica).
Para demostrar que las palabras de una persona son reales en un tema en particular (para proteger y salvaguardar el honor de una persona o un grupo de individuos y prevenir que se generen cualquier tipo de resultados negativos), además de las dos condiciones mencionadas anteriormente (la rectitud de la persona que da el testimonio y el numero de testigos que deben estar presentes cuando dan testimonio en un tema social de mucha sensibilidad como lo es el adulterio o el robo) la religión del Islam también establece dos condiciones con las que debe cumplir la persona que hace de testigo. Si no se cumple con estas condiciones entonces el testimonio de la persona no tendrá la más mínima validez e importancia. Algunas de esas condiciones son:
1. El testigo debe poseer una excelente visibilidad y una memoria poderosa, de tal forma que no añada ni omita algo acerca de lo cual quiere atestiguar.
2. Aquellas cosas que uno puede diferenciar por medio de los sentidos deben ser atestiguadas por medio de uno de ellos. Por lo tanto no es permitido basar el testimonio de uno en un estimado, un supuesto o una presunción y según las palabras del Imam (la paz sea con él):
“Aquello acerca de lo cual se te pide que declares debe ser tan claro como el sol, evidente y claro, de lo contrario no tienes el derecho a propagar ningún rumor”.
3. Una persona que sin ninguna base o fundamento declara sobre un tema sin demora o vacilación (sin primero confirmar la información) debe ser flagelado y también debe ser presentado ante la gente como un calumniador, es decir alguien que da un falso testimonio para que la próxima vez no se acepte lo que él diga.[1]
Estas condiciones son prueba de que la religión del Islam—cuando específica los prerrequisitos para poder aceptar una información—lo que hace es luchar para evitar que la sociedad Islámica caiga en los peligros que surgen por propagar rumores y de las fuerzas demoniacas que crean mentiras. Por lo tanto, la religión enfáticamente le ha ordenado a sus seguidores que tengan fe verdadera en que deben revisar cuidadosamente y estudiar de igual manera cualquier noticia que les llegue a sus oídos de parte de personas que son pecadores sin vergüenza (que pecan en público) o de personas en las que exista la posibilidad de inventar información o de mentir acerca de algún tema. Esto se hace para que los creyentes inconscientemente no acepten una información falsa y que tenga como consecuencia daño e injuria para otra persona.
Los mentirosos en la época del Profeta Muhammad (P).
En tiempos del Profeta del Islam (P), Walid ibn ´Aqabah Abi Mu´it, que pertenecía a una de las ramas del árbol corrupto de los Bani Omeya—se le dio la responsabilidad de dirigirse a la tribu de Bani al-Mustalaq con el fin de recolectar el impuesto islámico (zakat) y llevarlo a Medina. Cuando la gente de esa tribu se enteró que se aproximaba el representante del Profeta, todos se apresuraron a recibirlo y a darle la bienvenida en su pueblo. Sin embargo, debido a que anteriormente había existido una enemistad entre Walid y esta tribu (antes de la llegada del Islam) este pensó que la tribu se acercaba para asesinarlo sin primero ir y encontrarse con aquellos que estaban a cargo de darle la bienvenida en el pueblo, Walid se devolvió desde el punto al cual había llegado y se dirigió hacia la ciudad de Medina. Se dispuso a narrarle al Profeta (P) que la tribu de Bani al-Mustalaq había rechazado las enseñanzas del Islam y que no tenían voluntad de pagar el impuesto islámico y aún mas, ¡que tenían la intención de asesinarlo! No hay necesidad de decir que tan peligroso e incorrecta es una información de este tipo y hasta qué punto dicha información puede llegar a generar daño y perjuicio a gente inocente.
Los musulmanes de Medina llegaron a un punto en el cual debían decidir qué hacer con esta tribu (Bani al-Mustalaq). Entre tanto les fue informado a los Jefes de esta tribu lo que había sucedido y ellos se apresuraron a visitar al Profeta (P) y le dijeron: “Nos refugiamos en ti de la ira de Al-lah y de Su Profeta”.
El Profeta de Dios que se encontraba muy decepcionado les dijo, “Retráctense de lo que han hecho y regresen a las enseñanzas del Islam. Si no lo hacen enviaremos a alguien a que los corrija, esa persona es mi vida y mi alma”, en ese momento el Profeta colocó su mano sobre el hombro de Ali ibn Abi Talib (S).
El Santo Profeta no se detuvo ahí, sino que en secreto despachó una persona hacia la tribu de Bani al-Mustalaq para que observara la conducta religiosa de este pueblo. Fue por medio de esta persona que el Profeta comprendió que la información que había traído Walid era una vil mentira ya que esta gente al momento de la oración se imbuía en su adoración y estaban dispuestos a pagar voluntariamente sus impuestos islámicos.[2]
¿Quién era Walid?
Walid era el hijo de ´Aqabah ibn Abi Mu´it y como se sabe ´Aqabah era uno de los más acérrimos enemigos del Profeta (P). También fue uno de los cuatro que siempre solían irritar y molestar al Profeta (P).[3]
´Aqabah también fue aquel que no sentía vergüenza al arrojar basura en frente de la puerta del Profeta y cada vez que se encontraba cara a cara con el Profeta, usaba las palabras más obscenas en su presencia. Además, cada vez que veía al Profeta prosternarse trataba de lastimarlo violentamente. Su enemistad con el Profeta alcanzó tal nivel que el Profeta dijo: “Si alguna vez te veo en los alrededores del Haram, te castigaré por todo lo que me has hecho”.
Áqabah fue asesinado en la Batalla de Badr, después de haber sido capturado, la cual fue la primera guerra librada en contra de los musulmanes por parte de los politeístas.
Walid era una de las ramas de este árbol maldito (Los Bani Omeya) y no distaba mucho de la maldad de su propio tallo (su padre). Según lo que indica las aleyas del Corán era un pecador y una persona impura quien debido a la animosidad y el odio del pasado que tenía en contra de la tribu de Bani al-Mustalaq o debido a su imprudencia, quería derramar la sangre de los musulmanes. No únicamente se refiere a él el Corán como un pecador descarado en este versículo, sino que en otros versículos también se refiere a él con este mismo adjetivo, como se ha mencionado.
“Acaso el creyente es como el corrupto, no son iguales”.
Un gran grupo de exegetas del Corán por no decir todos han escrito que “el significado de un verdadero creyente en este versículo es Ali ibn Abi Talib (S) y el significado de un corrupto es Walid.”[4] Este versículo fue revelado en un momento en el cual la manifestación de la fe verdadera y la manifestación de la falsedad, es decir Ali ibn Abi Talib y Walid respectivamente hablaban de si mismos. Walid con arrogancia hablaba de su familia y se jactaba frente Ali, sin embargo Ali ibn Abi Talib consideraba como su orgullo y honor a su fe y creencia en el Islam y fue así como le dijo a Walid, “Tranquilízate, eres un hombre en cuyo corazón aún no ha entrado la fe verdadera…” fue en este momento en el cual se reveló el versículo anterior acerca de estas dos personalidades.[5]
La maldad y enemistad que Walid guardaba dentro de si no se detenían ahí. Fue durante la sucesión de Uzman ibn al-Affan que el liderazgo islámico calló presa de inclusive más divisiones y guerras ya que Walid era el hermanastro del Califa de esa época, fue designado como el gobernador de Kufah. Durante aquellos días, únicamente aquellas personas que pertenecían a la familia del Califa eran designadas a los mejores puestos dentro del gobierno.
El día en el que Walid entró a la ciudad de Kufah, ´Abdullah ibn Mas´ud era la cabeza del tesoro público. Walid tomó un préstamo monetario exorbitante de parte de Ibn Mas´ud equivalente aproximadamente a 300.000 dinares, aunque antes de él, los anteriores gobernadores de Kufah solían tomar préstamos del tesoro público y pagarlos después. A pesar de que el tesorero le enfatizó sobre la importancia de devolver este dinero al tesoro público, Walid escribió una carta al califa de la época, el cual era su hermanastro y le pidió que le hiciera saber al tesorero que debía pasar por alto el dinero que él había tomado.
El califa estando bajo la influencia del amor hacia su hermano le escribió un carta a ´Abdullah ibn Mas´ud y le dijo, “Tu eres mi tesorero, no interferiré con Walid”.
El tesorero resultó ser un verdadero seguidor del Mensajero de Dios y una persona correcta, se decepcionó demasiado del proceder del califa y le escribió respondiéndole así: “Siempre he asumido ser el tesorero de las arcas públicas de los musulmanes, ahora me queda claro que soy el tesorero del Califa. No tengo necesidad de dicho cargo y a partir de hoy, oficialmente presento mi renuncia.”
Después en un discurso acalorado Ibn Mas´ud le informó a toda la gente de Kufah acerca de lo que había sucedido entre él y el Califa.[6]
Walid Realizo cuatro rakats (ciclos de oración) en un salaat (oración) del fayr.
Además de ser el líder de la región, el Gobernador también tenía la responsabilidad de ser el Imam de la Oración en comunidad en la mezquita central. Una noche, Walid ingirió demasiado alcohol y estando embriagado se dirigió a la Mezquita para realizar la oración del Fayr y en lugar del zikr del ruku´y el suyyud, dijo lo siguiente:
“(O, aquel que me ama) bébanme (el alcohol) y sáciense ustedes mismo conmigo”.
Además, recitó el siguiente poema en voz alta lo cual demostraba la pasión ardiente y la lujuria que sentía por una mujer llamada Rubab:
“El corazón es atraído hacia Rubab, después de que bebe (alcohol) y está embriagado”.
Después de finalizar la oración se dirigió hacia la gente y les dijo, “Si quieren podemos añadir unos ciclos mas a los que ya hemos realizado”.
El estado en el que se encontraba y el exceso de alcohol que había bebido, perdió el control de las funciones de su cuerpo y ensució la mezquita, el mihrab[7] y el mimbar[8] vomitando por todas partes.
Cuando sucedió esto, Abu Zainab y Yundub ibn Zahir Azdi que se encontraban en la oración, quitaron el anillo del dedo de Walid, cosa que no pudo percibir (puesto que estaba embriagado), este anillo era usado para sellar las cartas oficiales y los libros relacionados con el gobierno. Abdullah ibn Mas´ud junto a otras cuatro personas nobles fueron hacia medina para encontrarse con el líder y el Califa de la época con el anillo del Gobernador (Walid) y se quejaron ante él (acerca del comportamiento de Walid).
Le informaron al Califa de lo que había sucedió, sin embargo Uzman no aceptó sus declaraciones y rechazó su testimonio y además los amonestó por lo que hacían.
Estas personas luego fueron a ver a Aisha bint Abu Bakr que estaba involucrada en asuntos políticos de Medina y le informaron del comportamiento del Gobernador de Kufah y le dijeron de la amonestación que les había hecho el Califa Uzman. Aisha habló frente a la gente y dijo: “Uzman ha dejado de aplicar los castigos ordenados por dios y también ha amenazado a estas personas que han llegado a él para atestiguar acerca de los crímenes cometidos por su Gobernador”, sin embargo este acto en si no resolvió el problema.
Este grupo de musulmanes luego se dirigió a Amir al-Mu’minin Ali ibn Abi Talib y se quejaron ante él de lo que había sucedido. Ali ibn Abi Talib se reunió con Uzman y le dijo: “¿Por qué has dejado de aplicar los castigos ordenados por Dios y al contrario has amenazado a estas personas que han sido testigos de una transgresión? ¿Has olvidado la recomendación que te dio Umar cuando dijo, “!no dejes que los Bani Omeya y los hijos de Abi Mu´it gobiernen sobre el pueblo! O Uzman, te corresponde destituir a esta persona de la gobernación de Kufah y no debes designarlo para ninguna otra posición religiosa. Necesitas investigar bien el testimonio de estas personas. Si son personas de fe entonces llama a Walid para que venga desde Kufah y aplícale el castigo que Dios ha designado para los bebedores de vino.
Las presiones de la gente común llegó hasta tal punto que Uzman se vio forzado a convocar al gobernador de Kufah y después de investigar bien finalmente decidió imponerle la pena islámica, es decir ser azotado 80 veces. Sin embargo, nadie tuvo el coraje de latiguear al hermano del Califa. Todo aquel que se acercaba a Walid para golpearlo era amonestado por Walid acerca de sus nexos familiares con Uzman.
Fue en este momento que Ali ibn Abi Talib tomó el látigo y con toda la fuerza y el poder que tenía lo azotó 80 veces en su cuerpo; y según algunas personalidades de la narración, Abdullah ibn Yafr fue aquel que lo azotó por orden de Ali bin Abi Talib(s).[9]
La difusión de rumores en nuestra Época.
La industria de la publicación y de la imprenta es uno de los dones más valiosos de nuestra era. Además de aliviar los costos de la imprenta, es por medio de la bendición de esta industria que la humanidad ha sido capaz de imprimir y difundir las ciencias y varias ramas del conocimiento por todo el mundo en tan corto tiempo. Desafortunadamente, sin embargo, esta industria también ha dado un golpe a la humanidad por medio de la difusión de mentiras y rumores que le han permitido tener ganancias a través de la mentira y la deshonestidad vía la publicación de la falsedad.
En la actualidad, la difusión de rumores, la fabricación de mentiras, es una de las misiones más activas de la prensa occidental. Sin embargo no podemos decir que únicamente las publicaciones que se generan en Occidente son afectadas por esta enfermedad social, porque nosotros (los musulmanes) también por no ser prudentes y no tener precaución, sin intención hemos transmitido información irresponsable en algunos periódicos y revistas.
¿Cuántas personas han perdido su honor y respeto por medio de publicaciones irresponsables? Inclusive después de disculparse y enmendar el error, difícilmente puede corregirse lo dicho. ¿Cuántas veces hemos visto que el honor y la dignidad de un grupo de personas es víctima de esto?
Hoy es el momento en que debemos decir: “El medio de la publicación escrita debe alejar su pluma de aquellas personas que creen que pueden escribir lo que quieran y decir lo que quieran en contra de otras personas.
[1] Al-Khilafa (Sección de los Testigos), página 235.
[2] Al-Kashaaf, vol. 3, página 149.
[3] Las otras tres personas eran: Abu Yahl, Abu Lahab y Hakam ibn al-´As ibn Umayyah
[4] Hisan ibn Zabit, el poeta del Mensajero de Dios escribió una poesía haciendo referencia a esta persona. “Al.lah ha revelado un versículo-en el libro indiscutible acerca de Ali y de Walid y la fe ha sido atribuida para Ali.”
[5] Comentario del Nahyul Balagha, volumen 2, página 103.
[6] ´Aqd al-Farid, volumen 2, página 172.
[7] Lugar en el cual se pone de pie el Imam de la Oración en comunidad para dirigir a la congregación.
[8] El pulpito en donde se pone de pie o se sienta el orador para dar un discurso en la mezquita.
[9] Ansaab al-Ashraf, volumen 4, página 23; Sahih Muslim, volumen 2, página 52.

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