Por Aiatul·lah Muhammad Taqî Misbâh Iazdî
Introducción
Los
seres humanos viviendo en este mundo pueden ser comparados a bolas
liberadas en el espacio, cada una de las cuales posee una potencia y una
energía secreta que les permite cernerse hacia un reino infinito,
trascendental. Sin embargo, la atracción de los placeres sensuales los
hace precipitarse hacia la prisión del mundo natural, creando en ellos
un movimiento hacia la decadencia y la degradación. Además, los deseos y
tendencias satánicas y egoístas, que encuentran una forma concreta en
las culturas y civilizaciones materialistas, aceleran su degradación y
caída. Pocos son, de veras, aquéllos que han sido bendecidos con una
percepción intuitiva de las realidades espirituales y cuyos corazones se
encuentran abiertos a los mensajes divinos; quienes dejan atrás los
deseos y apegos ruines y animales y se remontan hacia horizontes
celestiales y luminosos; quienes dan un paso gigantesco hacia adelante
en el curso de su evolución espiritual hacia la verdadera fuente de toda
felicidad, belleza, poder, armonía y perfección; en otras palabras,
hacia Dios. Pero incluso aquéllos que se estrellan bruscamente contra la
tierra como bolas, eventualmente se encuentran frustrados e
insatisfechos en la prisión de la materia y comienzan a expedirse con la
misma velocidad, pero en un sentido contrario a su movimiento de caída,
hacia el trascendental reino celestial. Y esto puede repetirse
numerosas veces.
En
el presente somos testigos de esta reacción en un grupo de individuos
que, desilusionados por la decadencia de la cultura occidental, están
sedientos de valores espirituales y están rodando por éste y aquel
camino, buscando una corriente de agua pura, pero, desafortunadamente,
en su mayor parte, caen víctimas de los embusteros quienes en lugar del
néctar de la sabiduría, es veneno lo que derraman en sus labios,
empujándolos a un precipicio aún más profundo que aquel del cual ellos
estaban intentando escapar, y en otras palabras, ¡los envían a su ruina a
través de la puerta de atrás!
La
tendencia centrífuga a escapar de la cultura materialista no está
limitada a individuos aislados solamente. Hoy somos testigos de una
expansión de los movimientos sociales pro-islámicos alrededor del mundo,
incluso en las sociedades más decadentes y débiles espiritualmente. Lo
que ha acelerado estos movimientos es la victoria de una gran revolución
islámica la cual, guiada por un gran místico, contó con la fuerza
liberada a partir de una gran reserva de energía popular, y bajo la luz
de las enseñanzas islámicas, ha superado a todas las fuerzas satánicas y
está avanzando con ímpetu y firmeza a pesar de todos los serios
obstáculos que la rodean. Si bien ésta no es la primera vez que un
hombre espiritual ha conducido a un movimiento social, no es una tarea
fácil señalar otros ejemplos de movimientos de tal profundidad y
magnitud y de tal constancia e inmutabilidad. De cualquier modo, este
fenómeno también puede proveer un incentivo fuerte para un análisis del
papel que desempeñan las inclinaciones espirituales, especialmente
aquella del misticismo islámico, en originar una evolución positiva en
las vidas de los seres humanos.
El misticismo en el mundo musulmán
Desde
hace mucho tiempo han existido en el mundo islámico tendencias
conocidas como "misticismo" ('irfân) y "sufismo" (tasawwuf), alcanzando
su apogeo en muchos países, tales como Irán y Turquía, desde el siglo IV
hasta el VIII de la Hégira. Hoy, también, existen numerosas ramas de
sufis a través del mundo musulmán. Además, se han encontrado tendencias
similares entre los seguidores de otros credos. Y este hecho dio origen
al interrogante de si algo llamado "misticismo islámico" existe
realmente, o si los musulmanes han tomado de otros esta tendencia, y que
por ende, lo que se da en llamar misticismo islámico es en realidad
misticismo de los musulmanes y no misticismo del Islam. También podemos
cuestionar si es que el Islam contiene dentro de sí algo llamado 'irfân,
¿es éste idéntico al misticismo que encontramos hoy entre los
musulmanes o ha sido objeto de cambios y alteración?
Han
habido diferentes respuestas a esta pregunta. Algunos completamente han
negado la existencia del misticismo en el Islam, considerándolo una
herejía, como algo que debe ser rechazado. Otros han sostenido que es
algo ajeno a las enseñanzas del Islam pero compatible con él. En estos
mismos términos, algunos han dicho que el 'irfân es una innovación
elogiable, como el monacato en el Cristianismo, respecto a lo cual el
Corán dice:
﴿و رهبانية ابتدعوها ما كتبناها عليهم إلا ابتغاء رضوان الله﴾
«... Y el monacato que inventaron, que no les prescribimos, sino que fue en el anhelo de complacer a Dios...» (Al-Hadîd; 57:27)
Finalmente,
un tercer grupo sostiene que el misticismo es un aspecto integral del
Islam, de hecho, nada menos que su misma esencia y espíritu, que tiene
su fuente, como todos los otros elementos de la fe, en el Sagrado Corán y
la tradición del Profeta (BP). Ellos, por consiguiente, rechazan la
noción de que haya sido tomado prestado de cualquier otra religión o
escuela de pensamiento, manteniendo que la existencia de similitudes
entre el misticismo islámico y otras creencias no constituye una prueba
de que aquel haya sido adoptado de esas religiones o filosofías, así
como la existencia de similitudes entre los principios del Islam y
aquéllos de otras doctrinas reveladas tampoco prueba que éstos hayan
sido tomados de otras religiones.
Nosotros
creemos que la última posición es la más precisa. Debe tenerse en
cuenta, sin embargo, que afirmar la legitimidad del misticismo islámico
no es un sinónimo de aprobar todo lo que se practica en el mundo
musulmán bajo el nombre de misticismo y sufismo, así como todas las
prácticas y creencias encontradas entre los grupos que se dan en llamar a
sí mismos musulmanes no pueden ser consideradas, de hecho, islámicas.
Puesto que si ello fuera así, entonces nos veríamos forzados a concluir
que, o el Islam es una amalgama de creencias y valores contradictorios, o
bien que nos enfrentamos a versiones contradictorias del Islam. En
cualquier caso, mientras que nosotros admitimos la existencia de un
misticismo islámico genuino, cuyos más altos grados fueron alcanzados
por el Profeta (BP) y sus legítimos sucesores (P), no negamos la
presencia de elementos extraños en el sistema doctrinal de los místicos
musulmanes, y consideramos objetables las creencias y prácticas de
muchas sectas sufis.'Irfân, Tasawwuf, Hikmah y Falsafah
Antes
de embarcarnos en una discusión acerca del misticismo islámico será
conveniente clarificar las definiciones de los términos 'irfân
(misticismo o gnosis) y tasawwuf (sufismo), a fin de evitar los
malentendidos y las confusiones.
La
palabra 'irfân, al igual que ma'rifah, literalmente significa "saber".
Sin embargo, como término técnico ha venido a denotar una clase
particular de conocimiento, obtenido no a través de la experiencia, el
intelecto o el aprendizaje, sino por medio de la percepción intuitiva
directa. Es más, el término llega a extenderse a las teorías que pueden
resultar de tales percepciones. Por otra parte, desde que estas
comprensiones intuitivas generalmente son logradas cuando son realizadas
las prácticas y experimentadas las austeridades, los métodos y
prácticas empleados por los “buscadores” son conocidos como “misticismo
práctico” ('irfân 'amalî), en contraste con las posiciones teóricas a
las que ya aludimos, que son llamadas "misticismo especulativo" ('irfân
nazharî), y que se encuentran a veces combinadas con una forma de
razonamiento lógico, como por ejemplo sucede en el caso de la "Filosofía
Iluminista" (Falsafat-ul Ishrâq).
Muy
probablemente el término tasawwuf derive de la palagra sûf, o "lana", y
significa "usar ropa de lana" como un símbolo de una vida austera,
libre de todo apego al confort y al placer sensual. De este modo,
tasawwuf es un término con una mayor afinidad con el "misticismo
práctico", mientras que el término 'irfân está más íntimamente asociado
al "misticismo especulativo."
Así, en el área del misticismo pueden distinguirse por lo menos tres elementos:
Primero,
un curso específico de acción, el cual, de acuerdo a sus defensores,
garantiza al buscador una comprensión intuitiva, inmediata y directa de
Dios, Sus Nombres y Atributos Divinos y sus manifestaciones.
Segundo,
los estados de consciencia particulares que un buscador experimenta y
las percepciones espirituales que él finalmente logra.
Tercero,
las teorías y afirmaciones que están basadas en experiencias
espirituales pero que son más o menos inteligibles a individuos que
pueden no haber atravesado personalmente el sendero del misticismo
práctico. Sin embargo, estas teorías y afirmaciones proporcionan su
recóndita esencia y sentido a los auténticos místicos solamente.
Las
explicaciones mencionadas dejan en claro que un místico verdadero es
aquel que se ha empeñado en una serie de prácticas y ejercicios
particulares que lo han conducido a una comprensión directa, intuitiva y
profunda de Dios, Sus Atributos y Acciones; mientras que el misticismo
especulativo es solo un testimonio y una interpretación de tales
comprensiones; un testimonio y una interpretación que bien pueden ser
incompletos y deficientes. Además, en base una interpretación abierta y
liberal nosotros podemos aplicar el término “misticismo” a todos los
senderos que se atraviesan con el propósito de alcanzar la “Verdad”, la
liberación espiritual y los estados de conciencia y las percepciones
espirituales a las que ellos conducen. Interpretado de esta manera, ello
puede incluir al misticismo budista e hindú y a las tradiciones
místicas de algunas tribus siberianas y africanas. Interpretado en un
modo amplio semejante, el término “religión” puede también ser aplicado
al Budismo y a varias formas de veneración a los elementos de la
naturaleza.
Aquí
es apropiado mencionar brevemente otros dos términos que se relacionan a
la presente discusión: hikmah y falsafah. Una palabra puramente de
origen árabe, hikmah literalmente significa "conocimiento cierto". Es
generalmente usada para referirse a las formas prácticas de
conocimiento, y el Corán también la utiliza de la misma manera (Al-Isrâ'
17:39)[1]
Como un término, sin embargo, ha venido a aludir a la Metafísica y
también a la Filosofía y Ética prácticas. Por otra parte, en la
terminología de la Ética se refiere a aquella facultad del alma que
concierne a la aplicación de la razón, y también a aquel punto medio
entre la necedad y la astucia. En cualquier caso, no es aplicable ni a
las filosofías heréticas ni a las escépticas. Falsafah, por otra parte,
deriva del griego y alude a todos las tentativas racionales e
intelectuales por comprender las leyes y principios universales y
abstractos, aun si tal empeño deba conducir a la negación de la
posibilidad de lo evidente, del conocimiento inmutable, o incluso a la
negación de la misma existencia de un mundo objetivo.
La legitimidad del Misticismo islámico
Un
análisis detallado de los versículos coránicos, las declaraciones
hechas por el Profeta (BP) y los miembros de su Casa (P) revelará sin
duda ambos conceptos profundos en el reino del misticismo especulativo y
las numerosas instrucciones y pautas sobre cómo conducir la búsqueda
espiritual. Como ejemplo, podemos señalar versículos que tratan de la
unidad de la Esencia, Atributos y Actos divinos en la sûrah At-Tawhîd,
al comienzo de la sûrah Al-Hadîd y al final de la sûrah Al-Hashr, además
de aquéllos (párrafos) que aseveran la presencia de Dios en todo el
universo, Su completo control sobre todas las criaturas y el hecho de
que ellos están constantemente, si bien inconscientemente, alabando y
rindiéndole homenaje a Él.[2]
Hay
también versículos que pueden aplicarse a lo relacionado a exponer la
práctica islámica del peregrino espiritual y su búsqueda contemplativa,
abordando asuntos tales como el pensamiento, el recogimiento, el
recuerdo y la concentración constante en Dios, las oraciones y vigilias
nocturnas, despertarse antes del amanecer con el fin de orar y meditar,
el ayuno, la prosternación prolongada durante la noche y la repetición
del Nombre de Dios, profunda humildad, completa obediencia a Dios,
derramar lágrimas y arrojarse en prosternación al escuchar y leer los
versículos coránicos, la pureza de intención en la realización de las
observancias religiosas, realizar buenas obras por la causa del propio
amor por Dios y a fin de volverse piadoso y obtener Su satisfacción,
tener fe y confianza en Dios, contentamiento y rendirse totalmente a la
Voluntad divina.[3]
Además, en las declaraciones, oraciones y súplicas del Profeta (BP) y
los Imames (P) hay innumerables casos que abordan tales tópicos.
En
respuesta a estos claros versículos del Corán e igualmente a las
inequívocas declaraciones y aseveraciones hechas por el Profeta (BP) y
los Imames (P), se han tomado dos posiciones extremas. Un grupo ha
interpretado tales declaraciones de una manera superficial y textual,
incluso yendo tan lejos hasta el punto de afirmar que Dios experimenta
diferentes estados de ser y que físicamente Él “asciende” y “desciende”.
Este grupo ha despojado los versículos coránicos y las tradiciones y
narraciones de su excelso significado espiritual, negando a su vez,
completamente, la existencia de cualquier forma de misticismo en los
textos islámicos.
Otro
grupo, influenciado por varias razones sociales, ha adoptado elementos
extraños e importados de las fuentes no-islámicas y de este modo
desarrolló creencias que no se puede decir que tengan sus raíces ni en
el Corán ni en la tradición profética, y de hecho, en muchos casos,
contradicen afirmaciones claras y carentes de ambigüedad hechas en
ellos. En cuanto a la práctica concierne, por un lado ellos, o han
creado sus propias reglas y regulaciones, o las han tomado prestadas de
religiones no-islámicas, y, por otra parte, alegaron que las
obligaciones religiosas no son obligatorias sobre el místico que ha
llegado a la completa unión con Dios.
Ahora,
los comentaristas que tienen una actitud indistintamente favorable
hacia todos los místicos y sufis, han expuesto explicaciones e
interpretaciones justificando todas las prácticas arriba mencionadas,
pero para ser justos uno está obligado a admitir que al menos algunas de
las afirmaciones hechas y las posiciones tomadas por los miembros del
grupo anterior no pueden ser justificadas racionalmente. No debemos
permitirnos a nosotros mismos ser tan temerosamente reverentes a
imponentes figuras intelectuales o espirituales al punto que seamos
conducidos a una aceptación ciega de todos sus alegatos, ni negarle a
nadie el derecho a someter sus posiciones y creencias a un análisis
crítico.
Por
otro lado, afirmar este derecho obviamente no significa que toleremos y
apoyemos juicios dogmáticos, superficiales, inmaduros y perjudiciales, y
cerremos nuestros ojos a todos los puntos valiosos y positivos. Uno
debe buscar la verdad, no descarriarse del sendero de la imparcialidad y
la justicia, y eludir ambos extremos de, o ciega afirmación
incondicional o condena perjudicial e irreflexiva, suplicando a Dios que
nos ayude a descubrir la verdad y que guíe nuestros pasos a lo largo
del sendero.
Está
de más decir que un sondeo cabal del misticismo, sufismo, hikmah y
filosofía, y la relación de cada uno con el otro y con el Islam, está
más allá del alcance de un simple artículo. Así, debemos discutir aquí
brevemente los elementos más significantes y dejar un análisis más
extensivo para un momento más oportuno.
Misticismo e Intelecto
Uno
de los puntos fundamentales de la contienda entre los defensores y
oponentes del misticismo es si los fundamentos presentados por los
místicos, presuntamente a través del discernimiento intuitivo interior,
pueden estar sujetos al juicio racional, a fin de que, por ejemplo, la
razón pueda declarar a algunos de ellos inválidos. Esto es importante
porque algunos místicos hacen afirmaciones que desafían cualquier
explicación racional, alegando que son los resultados del discernimiento
intuitivo, encontrándose ello más allá del alcance de la razón, y, en
consecuencia, más allá de su jurisdicción.
Uno
de los temas que ha dado origen a la disputa mencionada es la
concepción mística de wahdat-ul wuyûd o la "unidad de la existencia",
expuesta en las siguientes formas:
Primero,
que nada ha existido nunca, ni debe jamás existir excepto Dios, y que
lo que se ha presumido como criaturas no es nada excepto ilusiones y
fantasías (panteísmo).
Segundo,
que nada existe fuera de la Esencia divina o la esfera del Conocimiento
divino. De este modo, en esta versión, se acepta una forma de
multiplicidad en la unidad.
La
tercera versión del concepto, más general, es que al final de su
búsqueda el peregrino espiritual alcanza el estado de fanâ'
(aniquilación o disolución en Dios del yo individual), de manera que
nada sino un nombre queda de él.
La
cuarta versión, aún más moderada, es que finalmente el peregrino
espiritual llega a un estado donde él no puede ver nada excepto a Dios,
de modo que todo se desvanece en Dios. Más precisamente, él percibe que
las cosas se desvanecen en Dios, semejante a lo que ocurre cuando uno
percibe que luces más débiles desaparecen en la luz brillante del sol.
Cuando
se hacen tales declaraciones, generalmente los oponentes se atienen a
los argumentos racionales, mientras que los defensores por último
sostienen que tales realidades se encuentran en un reino más allá del
alcance de la razón, y por consiguiente, se rehúsan a responder a las
objeciones levantadas por sus críticos. La cuestión fundamental que
surge de este modo, es en cuanto a si existen realidades que la razón es
incapaz de captar y que por ende no puede atreverse a negar y rechazar.
Lo
que puede exponerse muy brevemente respecto al problema mencionado es
que, si bien la razón siempre trata con los conceptos y no es su función
proveer conocimiento de las entidades en concreto o descubrir la
naturaleza básica de cualquier referente externo, mucho menos la
existencia de Dios, aún así los dictados básicos de la lógica, donde lo
evidente por sí mismo o lo que implica lo que es evidente por sí mismo,
no pueden ser contradichos y someterse a referentes objetivos a través
de los conceptos. Asumir que tales dictados de la lógica son falsos
implica contradicción. En otras palabras, si bien no es función de la
razón proveer conocimiento universal concreto, no cabe duda la validez
de sus juicios lógicos sobre el conocimiento empírico, si es que ellos
se enfrentan a los criterios antes mencionados.
Sin
embargo, respecto al tema de wahdat-ul wuyûd, se puede decir que negar
la existencia de todo excepto Dios, y de la multiplicidad de lo
existente, no solo violará las leyes de la razón sino que también
contradirá el conocimiento empírico directo sobre el cual el yo basa sus
acciones y reacciones. Entonces, uno puede preguntar, ¿son verosímiles
los discernimientos místicos, cuando la prueba más fuerte ofrecida en su
apoyo es directa, individual y de inmediata percepción? Se desprende,
entonces, que esta interpretación del concepto de la “unidad de lo
existente” es totalmente inaceptable. Existe, sin embargo, una
interpretación verosímil de esta idea, expuesta en “la Filosofía
Trascendental” (Al-hikmat-ul muta'âliiah) de Mul·la Sadra, en el sentido
de que la existencia de las criaturas es contingente y dependiente de
Dios. En realidad, es pura contingencia y dependencia y una completa
falta de independencia de su parte. Lo que el místico percibe es esta
carencia de independencia, que él en consecuencia denomina “falta de
existencia real.”
Aquí
nosotros podemos plantear nuestra pregunta de otra forma: ¿Es apropiado
considerar el juicio de la razón superior al conocimiento logrado por
la experiencia personal? O ponerlo de otra manera, ¿es posible negar la
validez del conocimiento obtenido a través de la percepción directa por
medio de un juicio de la lógica, el cual es una forma de conocimiento
adquirido? La respuesta es que la cognición pura, inmediata y sin
intermediarios no es otra que la percepción directa de la realidad y no
puede ser invalidada. Sin embargo, generalmente, la percepción directa
está acompañada de interpretación intelectual, a fin de que solo por
medio de proceder con gran cautela uno pueda distinguir la una de la
otra. Estas interpretaciones mentales, que son por sí mismas una forma
de conocimiento adquirido, pueden, en efecto, ser erróneas, y son estas
engañosas interpretaciones las que son rechazadas a través del análisis
lógico y no las percepciones directas e inmediatas por sí mismas. En el
caso de la concepción mística de la “unidad de lo existente” también, lo
que es en realidad percibido por el místico es que la existencia
independiente es propiedad exclusiva de Dios solamente. El místico, sin
embargo, interpreta esto con el sentido de que solo Dios posee
existencia real, y en consecuencia procede a negar la existencia real de
cualquier otra criatura.
Vale
la pena mencionar que los místicos musulmanes más grandes han advertido
que algunas de las cosas percibidas en los estados místicos son
satánicas y falsas, que estas extraviadas “inspiraciones” pueden ser
reconocidas a través de ciertos signos, y que por último ellas pueden
ser distinguidas por medio de ser puestas a prueba mediante un correcto
análisis lógico, basado en el Corán y la Tradición del Profeta (BP).
Obviamente, el análisis de las diferentes clases de percepción,
discernimiento y conocimiento directo e inmediato, la manera en que ello
se refleja en la conciencia, las causas de las interpretaciones
erróneas y el modo de discriminar entre las interpretaciones correctas y
erradas, es un tópico bastante vasto como para ser tratado en este
breve artículo.
El Misticismo y la Ley Religiosa Islámica
Otro
tema importante que merece nuestra atención es la relación que existe
entre el misticismo práctico (tarîqah) y los principios de la ley
religiosa islámica (sharî'ah). Algunos sostienen la idea de que el
misticismo práctico constituye un sendero independiente hacia el
descubrimiento de las realidades espirituales, pudiendo ser utilizado
sin adherirse a las leyes islámicas religiosas. Además, ellos afirman
que este sendero es, o tolerado por el Islam, por estar considerado como
una innovación provechosa, o, por lo menos, no ha sido condenado por
él. A este respecto algunos han ido mucho más lejos al punto de afirmar
que ninguna creencia religiosa es necesaria para el logro de la
iluminación espiritual. Otros, han dicho que la creencia en cualquier fe
es todo lo que se necesita. Tomando una posición más moderada, un
tercer grupo sostiene que un buscador espiritual debe creer en una de
las religiones reveladas.
Sin
embargo, desde el punto de vista islámico el sendero místico no es algo
independiente de la sharî'ah, sino que más bien es un aspecto más
preciso y refinado de la misma. Si nosotros aplicamos el término
sharî'ah a las leyes externas y exteriores del Islam, se puede decir que
tarîqah, el sendero esotérico, se refiere a la dimensión interna de los
mismos principios y puede ser practicada solo cuando éstos se le
adhieren. Por ejemplo, la ley exotérica expone las reglas externas que
rigen la realización de las oraciones rituales diarias (salât), mientras
que las enseñanzas esotéricas delinean los métodos con los cuales el
creyente puede lograr total concentración, comprometer su corazón y alma
dentro de la oración, y lograr las condiciones previas que hacen
posible la perfección en la realización de las observancias religiosas.
Las enseñanzas exotéricas del Islam estimulan a la adoración a Dios a
fin de que los creyentes puedan librarse del castigo divino y disfrutar
de las bendiciones celestiales, mientras que el sendero místico insta a
los creyentes a adorar solo con la intención de satisfacer a Dios y a
abandonar todos los otros asuntos. Esto es lo que encontramos con la
denominación de “la adoración del libre” en las narraciones atribuidas a
Ahlul Bait (P). Otro ejemplo es aquel de la condena del politeísmo y la
idolatría: en las enseñanzas exotéricas se refiere a la abierta y clara
adoración de ídolos y a otras prácticas semejantes, pero en el sendero
místico el concepto se expande al punto de incluir muchas más sutiles
formas de este pecado. Aquí, cualquier amor, temor, fe, y expectativas
en cualquier otro que Dios es considerado una forma de idolatría si uno
les atribuye independencia y no se entrega a tales prácticas bajo la
orden divina.
Podemos
concluir entonces que las diferentes innovaciones y sectas artificiosas
en su totalidad, no solo no nos ayudan a obtener el discernimiento
místico y la iluminación, sino que en realidad pueden obstruir el
verdadero sendero espiritual. Es obvio entonces que prácticas que han
sido clara e inequívocamente condenadas y prohibidas por las leyes
religiosas islámicas solo pueden ser dañinas. Puesto que, si bien
algunas prácticas pueden, temporalmente, producir efectos "místicos" su
resultado final será perjudicial, pudiendo en realidad ser artimañas
satánicas que lo elevan a uno para una caída final. De este modo, uno
debe tener cuidado de no ser engañado por ellas. El sendero verdadero,
entonces, no es otro que aquel expuesto por Dios y que fue claramente
expresado en el Corán.
Traducción del inglés: Sumaia YounesFuente: al-shia.org
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