Preparado por: La Asamblea Mundial de Ahlul Bait (a.s.)
y el Instituto de Cultura y Ciencias del Islam “Al-Gadîr”.
Día 7: La Tragedia de ‘Alî Asgar
se acercaban los momentos más amargos de la historia. La totalidad de los auxiliares y compañeros del Imam Al-Husain
(a.s.) ya se habían dirigido al campo de batalla y habían sido
martirizados. En el campamento de la verdad sólo quedaban dos hombres:
Aba ‘Abdil·lâh Al-Husain, y ‘Alî Zain Al-‘Abidîn, quien
por voluntad divina permanecería con vida tras el suceso de Karbalâ’ y
asumiría el liderazgo de la comunidad luego del Imam Al-Husain
(a.s.), porque el día de Ashûrâ’ se hallaba sumamente enfermo, al punto
de no poder ponerse de pie y presentarse en el campo de batalla.
Al
verse sólo y sin nadie que le auxilie, el Imam (a.s.), para dejar
completamente en claro el asunto y no quedaran excusas, gritó: “¿Acaso
hay alguien que defienda la santidad del Mensajero de Dios (s.a.w.)?
¿Acaso hay algún monoteísta que tema a Dios y nos defienda? ¿Acaso hay
algún auxiliador que procure a Dios auxiliándonos? ¿Acaso hay alguien
que nos asista procurando lo que hay ante Dios?”.
La voz del Imam requiriendo ayuda llegó a las tiendas y las mujeres entendieron que Al-Husain
ya no tenía quien le asistiera, por lo que sus voces se elevaron en
llantos y lamentos. El Imam (a.s.) se dirigió a las tiendas para que tal
vez al verlo las mujeres se calmaran un poco, cuando de pronto escuchó a
su hijo de seis meses ‘Abdul·lâh ibn Al-Husain -conocido como ‘Alî Asgar- llorando por la intensidad de la sed.
‘Alî Asgar
era un pequeño bebé y no había agua en las tiendas para calmar su sed,
ni tampoco su madre Rabâb tenía ya leche para amamantarle.
El Imam tomó a ‘Alî Asgar envuelto en su mantilla y se dirigió hacia el enemigo; se detuvo frente al ejército de Iazîd y dijo: “¡Oh gentes! ¡Si no tenéis ninguna compasión por mí, tened misericordia de este niño…!”.
Pero
era como si la semilla de la misericordia no hubiera sido diseminada en
sus corazones de piedra y toda la ignominia del mundo fluyera en lo más
profundo de su ser, ya que en lugar de ofrecer un odre de agua al hijo
del Mensajero de Dios (s.a.w.), uno de los arqueros del clan de los Banî
Asad -que según se dice se llamaba Harmalah ibn Kâhil- colocó
una flecha en el arco y apuntó a la garganta del niño, y de pronto las
manos y pecho del Imam se tiñeron de sangre… La pequeña cabeza y frágil
garganta del pequeño lactante se separaron de su cuerpo…
El Imam (a.s.) empapó sus manos con la sangre de ‘Alî Asgar
y la esparció hacia el cielo diciendo: “Lo que me facilita poder
soportar todo esto es que Dios está observando”. En ese momento Hassîn
ibn Tamîm lanzó otra flecha que rozó los benditos labios del Imam
(a.s.) y fluyó sangre por su boca. El Imam volteó hacia el cielo y
expresó la siguiente letanía: “¡Dios mío! Me quejo ante Ti de lo que hacen conmigo y con mis hermanos, hijos y cercanos”…
Entonces
se alejó del ejército enemigo y con su espada cavó una pequeña tumba.
El cuerpo de ‘Alî estaba impregnado de sangre y Al-Husain le rezó y sepultó su pequeño cuerpo…
Según las fuentes históricas, el martirio de ‘Alî Asgar
-con él sea la paz- fue una de las tragedias más duras y trágicas por
las que tuvo que atravesar el Imam. ‘Aqabah ibn Bashîr Al-Asadî narró
que: “El Imam Al-Bâqir (a.s.) me dijo: “¡Vosotros los del clan de Banî Asad tenéis una deuda de sangre con nosotros!”, y luego me relató la historia del degollamiento de ‘Alî Asgar.”
Asimismo se narra que luego del levantamiento de Al-Mujtâr ibn Abî ‘Ubaidah az-Zaqafî, cuando le hicieron llegar al Imam Zain Al-‘Abidîn (a.s.) las noticias sobre que los asesinos de Karbalâ’ fueron objeto de venganza, el Imam preguntó: “¿Qué sucedió con Harmalah?”, lo cual demuestra cómo permaneció ese enardecimiento en los corazones de Ahl-ul Bait (a.s.)…
Ese
enardecimiento también se encuentra en nuestros corazones así como en
los corazones dotados de humanidad, hasta que llegue la época del
Levantamiento del Mahdî de la Familia de Muhammad (s.a.w.) y tome venganza de los tiranos…
«¿Acaso no es así que la maldición de Dios recae sobre la gente opresora?»…
«Y pronto sabrán aquellos que tiranizaron a qué destino se dirigen».
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