Bismillahi Rahmani Rahim
Por Zainab
Caram
Allah (swt), en su infinita Misericordia, nos
ha dado a los seres humanos la capacidad de comunicarnos para transmitir y
poder responder pertinente y consecuentemente en el Dunia, haciendo de éste un
vehículo imprescindible en nuestro trayecto hacia el Janah (paraiso).
Por tal razón, los factores comunicacionales
de los que disponemos y la modalidad de hacerlo importa no solo en cuanto a su
forma explícita, sino en lo que implícitamente significa para otros (y para
nosotros mismos como elemento constitutivo de nuestra identidad y
subjetividad).
Teniendo en cuenta que el 70% de la
información que el ser humano emite, recibe y procesa es de orden analógico, es
decir, gestual, postural, de carácter visual, nuestra forma de estar y
manifestarnos islámicamente tiene relación directa con la importancia de
nuestro comportamiento social.
El caso paradigmático al que se refiere el
presente texto: el Hiyab. ¿Qué significa para mí y para los seres humanos con quienes
comparto la cotidianeidad mi Hiyab? ¿Qué expreso mediante él?
En primer término, el uso del Hiyab denota una
postura global ante la vida: lo que muchos ven como sumisión opresiva, en
realidad es libertad poniendo mi vida en manos de Allah (swt), más allá de
mandatos mundanales de valoración de lo banal y sobreestimación de lo físico
por sobre lo espiritual, cognoscitivo y emocional.
Usar Hiyab marca la distancia de mi espacio
corporal, imprime en la percepción del otro un límite de respeto con respecto a
mi intimidad y resguardo, me resguarda de cualquier vulneración que quiera
efectuarse sobre mi persona.
Cuando alguien me ve, inmediatamente se remite
a sus ideas acerca del Islam. Entonces,
¿qué correspondencia requiere de nosotras el uso del Hiyab?.
Básicamente, coherencia. Transmitimos con nuestros gestos y palabras, pero si esas palabras y gestos no son acordes
con el decoro y Hiyab, nuestro mensaje podría ser incorrecto y malinterpretado.
Usar Hiyab es un recordatorio acerca del comportamiento que debemos tener,
es la agenda que organiza y sintetiza nuestra experiencia de vida, es nuestro
modo de ser para Allah (swt), en sintonía (pero no simbiosis) con el mundo y
paradigma de nuestro crecimiento
espiritual.
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